Llegue a esa playa durante un invierno mas, el paisaje me devolvía una imagen no tan desoladora como uno podría llegar a pensar.
Analogías?: una fiesta durante el epilogo de su existencia, solo fantasmas y restos piadosos de distintos recuerdos. Armamento para un mundo onírico.
Una postal de parejas dormidas al amparo de sus expectativas, un solitario acodado en la mesa de una barra ya vacía, un piano que ya no sabe cuando dejo de ser tocado, una melodía que aun suena como un viaje de mil victorias.
Una noche, un loop sin cesar que espera que alguien diga vasta.
Así se presenta la playa, el agua sigue su curso aunque nadie se deslice en sus abrazos, la arena despide sus esquirlas en una danza ritual junto a su pareja llamada viento.
Hay sol, si; ese día, sus rayos, ahora tímidos bañan las ropas de los que se animan a presenciar las cosas cuando ya no son. Testigos de la evaporación de una temporada que ya dejo de tocar su canción.
Intente caminar sobre una formación rocosa, una escollera perdida en el agua de lo que alguna vez fue, pero bien amarrada a la soledad del presente.
La mejor opción par no caerse entre sus discontinuas formas era dejar llevarse por nuestro instinto primal. Abandonarnos a nuestra intuición y dejar que el mono que habita en los subsuelos de la evolución, en el enésimo sótano del inconsciente, guíe erráticos pasos.
Es la única manera. Mientras, el presente nos llama a desenterrar los fragmentos del verano que ya paso, pero que en su más pura esencia volverá.
Verano que se presentara vestido con los ropajes del mañana.
Mañana que se encuentra probando su vestuario, intentando sorprendernos con alguna revelación, pero siempre tan sutil.
Desperdigando en sus enseres ciertas pistas para indicarnos que no todo es tan nuevo como parece que es.
AZM
MMV
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