Es el hablar: efecto grande de la
racionalidad, que quien no discurre, no conversa.
Habla –dijo el filósofo-, para que te conozca.
Comunicas el alma noblemente produciendo
conceptuosas imágenes de si en la mente del
que oye, que es propiamente el conversado.
No están presentes los que no se tratan, ni
ausentes, los que por escritos se comunican.
Viven los sabios varones ya pasados y nos
hablan cada día en sus eternos escritos,
iluminando perennemente lo venidero
Baltasar Gracián.
De la serie: Entre El Pensar y Pensar…
Subió al transporte colectivo como
cotidianamente lo hacía cada mañana.
En él uno que otro adolescente con rumbo al
colegio, una o dos señoras al mercado y más de
tres señores como él al trabajo.
Poco después, tendría que llegar al mismo.
Donde el patrón jamás se mostraba nada gentil.
Le pedía a éste redactar diariamente 14
páginas a maquina de escribir, según qué
porque sus relatos eran demasiado buenos para
ser ciertos. Se encontraba muy firme ante esa
decisión de su jefe, quién por complacer el
galano gusto de la lectura no importándole
perder 37 pesos cada día, le sugería
estrictamente ya no escribir notas periodísticas,
sino historias de amor, más o menos como las
que le había escrito en lo que iba de tres
semanas y media.
Así qué, mientras se restregaba la
lastimada que tenía en el brazo –hecha por la
mujer-, sosegadamente observó el movimiento
de la ciudad por la ventanilla.
Dentro del colectivo los colegiales platicaban de
las materias más difíciles, las señoras del
descuento en las verduras y los señores como él,
nada más se quedaban pensando; afuera era
otra cosa, una muy distinta.
Se preguntó sí lo que consecutivamente hacía
dentro del era normal. Miraba
a los otros tan entretenidos hasta un Don, ya
grande de edad jugando con el celular, dizque
la tecnología.
--¿Será que seré yo?
Algo lo atrofiaba y bastante, pues era una
repetida historia la que vivía cada día por las
mañanas.
--¿Cómo ha de ser? Trabajo de periodista y
ahora escribo pequeños relatos de amor para
mi amargado jefe, que nunca desiste a las
ganas de regañarme por la demora en sus
estúpidas historias de amor que le hago, y ya
no escribiré notas rojas, en las qué los
asesinados pareciesen que fuesen los que
hablaran, con los tremendos asesinatos que en
ellas se cuentan. Sí, he de ser yo.
Me pagan 259 pesos a la semana, sólo por
hacerme el en el trabajo y redactar las
perspectivas de amor que le tenía a mi
matrimonio.
Mira, mira, la niña que trae la señora le ruega
ya llegar a casa o al mercado, no sé; el joven
de cabello rubio pareciese que fueran las
últimas palabras de amor que dirigiese a la
bella dama de enfrente, y el otro señor se
encuentra pensando, más bien tratando de
hacer el tiempo menos tedioso, así como yo. ¡He
de ser yo!...
En el trabajo ya lo esperaba Don
Macario Fuentes, el jefe del periódico: “La Zona
Más Fría De La Ciudad”. Qué habiendo
terminado la carrera de periodismo en una de
las mejores Universidades de la región, se
dispuso a inaugurar un nuevo periódico, uno que
contara la noticia a detalle y sin falsedad. Un
poco de suerte le ayudó, el premio del vigésimo
sorteo de la Rifa Local fue quién acompletó la
esperanza para el sueño, $500 000.00,
muchísimo dinero había ganado con el boleto
que le obsequió su hermano Jorge Fuentes, quien
lo adquirió con su cuñada la directora del
sorteo; bueno eso en ese entonces cuándo Don
Macario por los veintitantos andaba. Ahora a
los 58: ¿Qué podía hacer? 30 años de labor lo
tenían atosigado, que la nota de hoy, que la
imagen a mostrar, que falta un artículo en la
página principal.
Bueno que yo sepa nunca fue muy buen escritor,
pero si un buen lector. Que a penas tres años y
medio comenzado su plan del periódico dejó de
escribir, para así darle paso a los demás
jóvenes, a los: “Universitarios”. "Ideas nuevas y
jugosas para el periodismo y maduras para su
crítica", se le oía decir, por lo cuál creo
qué decidió dejar de escribir.
Había metido la esperanza en Faustin
Torres, un señor, el más grande de todos sus
empleados, no como los otros que de a 19, 20 y
25 no pasaban, él casi le tiraba a su edad. Don
Macario sinceramente ya no hallaba que hacer.
Su hambre por la lectura no lo había llevado a
nada bueno descuidando el periódico por
completo. El diseño cada día se hacía peor, los
periodistas renunciaban diciendo:
--¡En este periódico no hay noticias!
Cuándo eran ellos que tenían que buscarlas, y
sobre todo, la venta ya no era la misma.
--Faustin me tendrá que ayudar. Desde hace 25
días me viene impresionando, y en el transcurso
las noticias se me han transformado en relatos amorosos bien redactados.
La semana pasada. En el “Terco Por Amor”, ¡qué
final!, el hombre con un gran sentimiento,
diciéndole las últimas palabras de amor a la
bella mujer que casi moribunda yacía en el
suelo, cuando esta lo único que pudo hacer
antes de morirse fue arrojar un pequeño suspiro
de felicidad ante su amante que ya la tenía
entre brazos… Yo digo que me tendrá que
ayudar…
Lo que pasaba era simple: Los jóvenes
periodistas renunciaban, a él cada día le
interesaban las historias de amor, los gastos
aumentaban y el dinero o capital disminuía, y lo
peor de todo ya casi ni se vendía el diario.
Llegando Faustin, Don Macario
pensaba comentarle que hicieran las notas
periodísticas entre los dos, con la pequeña
colaboración de los últimos 5 trabajadores que
quedaban, y al cabo del año le ayudaría a
publicar un libro con los relatos que hace 25
días le ha venido pidiendo estrictamente.
--25 x 14. 350 páginas en 25 días y dentro de
4 meses serán…
Así qué Don Macario esperaba impacientemente
sentado en una silla junto a su escritorio
meditando y decidiendo entre libros o
periódicos.
Mientras tanto, Faustin se encontraba
en el transporte.
--¡He de ser yo! La gente aquí dentro esperando
la parada a su trabajo, escuela o mercado, y en
lo que eso sucede los voces parecieran que
rompiesen el poco silencio que mi pensamiento
guarda. Seguido del ruido de la gran ciudad;
por otra parte: mi jefe me lo imagino gritando:
“¿Ya terminaste? ¡Quiero mis 14 páginas!”.
No tiene ni 15 minutos que salí de la casa y ya
oigo a mi mujer recitando el pan de cada día
como dice la religión: “Hay que portarse bien
con Dios para tener el pan de cada día” Y mi
mujer gritando, más bien dicho recitando:
“Acuérdate del pan de cada día amor”.
Pareciera que yo a mis 52 años estuviese
buscando otra mujer joven para casarme, que sí
es cierto que algunas veces rento prostitutas,
pero hasta allí; y no les digamos prostitutas por
favor, mejor: cariñosas, las que tienden a
brindar mucho cariño por muy poco, prostituta se
oye muy vulgar (?).
¡Mis hijos! ¿Qué podría decir de ellos? son dos y
varones. El más grande de a 19 y el otro de 13;
pues el chico: que quiere ser periodista igual
que yo, pero siempre estoy insistiéndole que
mejor piense en grande, que con el tiempo
después todo será muy diferente; y mi otro
muchacho, el más grande: ni me terminó la
Prepa, ahora vivirá con su amigo Reinaldo, qué
con él es pura vida, inhalando cocaína. Y como
en mi casa no se lo permití creo que tal vez se
fue una noche sin decir nada. ¡Qué vida!
Estoy seguro, soy yo. Y mientras, los semáforos
anunciando que ya se me hace tarde, y el sube
y baja de las personas, los mendigos $3.50 de
pasaje que le tengo que dar al chofer.
Y ahora que bien lo recuerdo. Hasta una hija
perdida oí que tenía con la vecina, que
hablando de vecinos: ¡Hijos de su pelona! ya me
van haciendo varias, una de ellas cuando el
agua escaseó, teníamos que ir a traerla con
pipa para la vecindad, ni pa´ un traguito
alcancé, sino dejaron nada. Y también el
problema con la cooperación de la cena de año
nuevo, se transaron los 35 pesos de mi
cooperación, y que más da, lo tuve que reponer.
Volviendo al tema de mi jefe: me ha de ganar
en edad por unos 6 o 7 años, pero sé más que
él; que me plática sus ambiciones por el
periódico, aunque yo digo que qué periódico, sí
yo era el de las notas rojas, o el que le daba
sabor al diario, cuándo me dijo que ya no
quería que las escribiera, que lo harían otros,
definitivamente me encabroné, tanto que le
grité, después de hacerlo me dijo
seriamente que sí no lo hacía me correría y
luego con su vocezota hasta miedo da, y ni
modo de renunciar y con qué come mi vieja y
Betito y yo; aunque casi ya no hago nada, pero
lo tendré que hacer cuando esos se
autodespidan por falta de ideas en el diario.
Pero cuándo llegue ese momento mi jefe se
arruinará, porque yo ya tendré un buen trabajo
por mi casa, eso sí muy matado, pero ya no
gritado.
Sí, he de ser yo el tonto que diario escribe lo
que observa cambiando a los personajes por
personas verdaderas en las historias de ese
viejo que espera en la oficina. ¿Soy yo el
pendejo?
--Sí, sí es usted no cabe duda, pero ya bájese
que hace 10 minutos que habla sólo, en los
cuales ha corrido a los que amablemente
piensan subirse al colectivo, pero no, no por
miedo a un loco, que su vieja y el periódico lo
traen idiota. Ahora bájese y déjeme trabajar…
Faustin desconcertado se bajó. Él creyó estar
hablando interiormente cuándo lo hacía en voz
alta, sin darse cuenta también de que el
colectivo ya había llegado a su respectiva
parada…
Llegado al trabajo. Don Macario ya lo
esperaba con el puro en el la mano izquierda, y
señalando con el dedo índice de la otra al
reloj de la pared le dijo: -¡Es demasiado tarde,
pero me diste buen tiempo para recapacitar un
asuntito que tenía pendiente!-, luego se levantó
haciendo ademanes en protesta por la tardanza
de 20 minutos. Sujetó a Faustin, quién le dijo:
--¿Ahora qué?
--Yo. Pues deseo publicar tus libros nada más.
--¿Mis libros? ¿Cuáles?
--Los que publicarás con mi ayuda, ahora pienso
despedir a los últimos 5 trabajadores del
periódico. Si vieras que tanto he decidido entre diarios o libros. ¿Y qué crees? Has ganado,
ahora sólo sobra esperar a que escribas unas
3000 páginas más.
--¿Sólo?
--Sí.
Un breve silencio se prolongo entre los dos, pero
Faustin muy decidido replicó:
--Ya me basté con sus inclemencias, ¡qué quiero
una historia! y ahora con sus libros, no me joda,
mejor agarre unas cuantas páginas de su diario
y busque a otro que sea más menso que yo, a
uno que le interese sus tontas ideas de sus
publicaciones.
¿Usted ya se ha puesto a pensar sí a mí me
gusta escribir lo que usted me está
proponiendo? Lo haya o no pensado yo le
afirmo que no. faltaba más, libros míos no, si
fueran suyos hasta lo pensaría o si fuesen en
dado caso, notas rojas como antes acepto…
Don Macario insertó una mirada hacia
Faustin, una que le penetró las pupilas y le llegó
hasta la sangre...
Más tarde Faustin abandonó el
periódico: “La Zona Más Fría De La Ciudad”,
llevando consigo en la bolsa del pantalón el
cheque de su liquidación, después de una larga
alegata con su jefe que no queriendo lo tuvo
que despedir.
Llegando a su casa su mujer lo esperaba con
una rica comida de huevos revueltos, con un
poco de frijoles de la olla, cuando ella se enteró
de que habían corrido a su marido del trabajo
le arrojó el plato de comida en la cara
diciéndole:
--¡Faustin! ¿Qué vamos a comer?
En 5 días Faustin había encontrado un trabajo
decente de cargador en una mueblería y
finalizando el año hasta olvidado tenía el
término de escribir.
Con lo que corresponde a Don Macario, al ver
que su deseo de unos libros se había deshecho,
cerró definitivamente el periódico despidiendo
a sus últimos trabajadores, dando a su único hijo
la propiedad, ya que era el legitimo heredero.
German Fuentes recibió el lugar indicado en el
testamento, después de tres días de la muerte
de su padre en un accidente automovilístico; iba
según dicen, a la ciudad más cercana en busca
de un buen escritor que se interesara en una
novela de amor. Claro que los tragos de Vodka
y los pensamientos o el calor o que sé yo cuál
fue el motivo por el que Don Macario se fue por
el voladero.
Al cabo de tres años, el exlocal del periódico se
convirtió por las noches en un antro de
homosexuales, que por cierto German era uno
de ellos y por el día en una cafetería. Faustin
sigue ahí de peón, Betito ya la lleva para
escritor, su mujer definitivamente a la tumba. El
otro hijo se le hizo gay y terminó
peleándose por otro hombre con su amante:
Reinaldo, qué por coincidencia u obra del
destino salió siendo German el tercer hombre
involucrado en este triangulo de homosexuales.
A lo cuál –pertenece a esta misma
historia-, Miguel Torres un día por la tarde entre
engaños le dijo a Reinaldo que iría a pasar la
noche con su familia, le preguntó antes de irse
que sí saldría después de que se fuera, él
le repuso qué no. Salió de la casa al instante,
eso sí, no sin antes haberle dado un pequeño
beso de despedida en la boca a su pareja.
Reinaldo convencido de que éste le hablaba con
la verdad se preparó para darse una fiesta por
la noche, no tomando muy en cuenta la mentira
que le había dicho a Miguel, se fue a eso de las
10 de la noche dicen los vecinos, según el
peritaje...
Miguel se había quedado sentado en
una banca desde que según se fue con sus
padres a pasar la noche, los celos lo habían
hecho cambiar de opinión, decidió quedarse
sentado allí, en esa banca del parque frente a
su casa para ver que sucedía y sí que sucedió
mucho. Cuándo vio a Reinaldo salir de la casa
lo persiguió sin que él se diera cuenta hasta
llegar a un lugar que reconoció al instante, era
donde su padre anteriormente trabajaba -antes
de que él dejara la casa-, pero con unos
arreglos que lo convirtieron en ese momento en
un paraje para fiesteros nocturnos.
Esperó unas cuantas horas pacientemente,
cuándo se fueran todas las personas del antro
donde su amante había entrado, él también
entraría, no sin antes haberse dado cuenta de
que Reinaldo jamás hubiese salido del lugar en
el transcurso que estuviese allí.
De momento ya no había ninguna presencia, y
decidió entrar al ver que Reinaldo no salía.
Posteriormente llegó hasta el rincón del lugar,
girando la cabeza a la izquierda miró hacia a
un lado y nada, y en el otro si vio algo: una
mesa donde a solas Reinaldo y German se
encontraban besando. Este al verlos con
repugnancia los mató a mano armada, ese día
a las cuatro de la mañana con una pistola
calibre 45…
--¿He de ser yo? O todo este jodido mundo
loco…
De la misma serie:
Parte 2.
--¡Fíjate mamá! Cuando apenas me dirigía hoy
por la mañana al colegio. En el transporte
colectivo iba un señor de aproximadamente 50 años de edad. Vestía de a cuerdo a su edad, la
apariencia, fue lo de menos; de lo que te pienso
contar mami, es que este individuo esta medio
trastornado.
--¿Por qué dices santa barbaridad chamaco?
--De verdad mami, con decirte que se
comportaba como loco. Mientras yo
cariñosamente platicaba con Beatriz que se
encontraba frente a mí, este hombre nos
quedaba viendo y platicaba algo en voz baja,
pero los que estaban a su lado de seguro que
escucharon todo, por que yo no escuchaba
nada, estaba tan plasmado en los lindos ojos
relucientes de Beatriz, que sólo puede observar
por un instante la preocupación de este
personaje al palabrear.
--¿Y qué decía?
--Te digo pues que nada más pude notar el
movimiento de labios, ¿cómo crees que iba
escuchar con tremendo ruido de los carros y
además, teniendo a Beatriz frente a mí?
--¡Oye! Esa tu amiguita Beatriz te está haciendo
perder mucho el tiempo, ya hasta estás bajando
en tus calificaciones, si yo no sé para que te
mando al colegio, si sólo vas a conseguir mujer,
asienta cabeza muchacho. Recuerdas lo que te
pasó con aquella chamaca que quería
embarcarte un embarazo que ni siquiera
provocaste ¿o sí? Te perseguía, yo me daba
cuenta, pero también me enteré por mis
conductos comadrales*, que esa mujer fue
violada por la banda de los .
--¿Violada? ¿Cómo vas a creer mamá? Esa mujer
es tan pura como tú, tanto que me lo demostró
dándome la prueba de amor, la cual consistió en
pincharnos el dedo gordo de la mano con una
aguja y cuando la primer gota de sangre brotó
de cada uno de nuestros dedos los unimos,
seguidamente nos dimos un beso.
--¡Como vas hacer eso mijo! Me imagino que en
la escuela te han hablado acerca del SIDA ¿o no
es así? Eso que hiciste con esa mujer estuvo
absolutamente mal, que tal le pasaron SIDA
cuando la violaron…
--¡Mamá, no te alucines tanto! Está bien que la
hayan violado, pero déjala tranquila, cada vez
que vengo me recuerdas su existencia, siendo
que ya no la veo; y sobre todo, ya sabes que mi
nueva amada es Beatriz.
*Relativo a las mujeres mitoteras. Perteneciente
al lenguaje urbano.
Casi siempre era lo mismo. Rafael, un puberto
de 15 años de edad llegaba a su casa con la
esperanza que su madre hubiese hecho una
deliciosa comida, por que ya se moría de
hambre. $10.00, eso era su gasto, $7.00
gastaba en pasaje: ida y vuelta. Y los otros
$3.00 le servían para apenas comprar un taco –
cosa que frecuentemente no hacía, prefería
ahorrar-, entonces que hambre llevaba el
muchacho que entró a su casa como una flecha.
Abrió la puerta de la cocina e inmediatamente
se sentó. Su madre cariñosamente le preguntó:
“¿Cómo te fue Rafita?” a lo cual contestó:
“¡Tengo hambre! Luego te digo”. La madre
desconcertada sirvió la repetidísima comida en
un tazón.
Claro que Rafael no podía hacer caras ante su
madre. “La comida es la peor, mis amigos
cuentan que les dan en la comida: filete de
pescado, carne de res, barbacoa y un postre; y
yo acá comiendo frijoles, siempre frijoles. Estoy
harto, como no ya soy grande y enfrento la
vida, un trabajo sería lo primero que
conseguiría, ¡sí!, fuese lo primero; luego vería de
que forma puedo cambiar la manera de comer,
porque mi madre hasta la fecha ya me tiene
asqueado, siempre lo mismo, frijoles, más
frijoles, que si no son charros, son refritos o
caldosos, aunque a veces me han librado de
buenas pasadas de hambre” y su pensamiento
era ese, sin embargo instintamente comía a
cucharadas rápidas sus frijoles caldosos, dando
por veces un trago de agua de sandia que tenía
a un lado…
--Que bien, necesitaba salir de mi casa. Mi
mamá siempre lo dice: “¡nada más vienes a
comer y te sales a la calle!” No sé que hacer,
estando en mi casa me siento aburrido, me da
ganas de dormir –cosa que no me gusta hacer
muy seguido-, a veces de comer demasiado, y
sólo frijoles, nada más…
Estaba peinándose, cuando apareció su
madre. Una bella dama de 38 años de edad,
tez blanca, ojos realmente provocativos color
azul turquesa y un aspecto agradable.
--Hija, ya es hora de que te vayas al colegio.
--Espérate mamá, es que si no me peino, mi pelo
se esponja, como quieres que vaya así por
doquier, enseñando los defectos que tiene uno.
Era tan vanidosa que se preocupaba hasta en la
manera que solía dormir. Ponía una cámara de
video por las noches en la parte superior de una
esquina del cuarto que era cuadrilátero, con una
ventana que daba a la terraza, donde se podía
observar el lujoso fraccionamiento del que
formaba parte; al otro día miraba el video y
decía: “¡Qué bién! Otra noche durmiendo en
paz” El cuarto estaba compuesto por una cama
matrimonial, un tocador y una silla de estar
para ver el atardecer, arriba de una mesita
pegada a la puerta tenía su diario donde
rigurosamente apuntaba lo que había sucedido
en el transcurso del día. Regularmente los
apuntes los hacía en la noche, cuando ya todos
estaban dormidos. Que sería a las 8 de la
noche. Buena hora para dormir. El cuarto estaba
pintado de color azul como el mismo Mar que
aún no conocía…
El colegio de la ciudad queda a 30 minutos en
el imponente jeep 4x4 del padre de Beatriz,
pero ese día era uno donde tenía que irse de
seguro con alguna de sus amigas en el vehiculo
de uno de sus padres, porque el de ella había salido de la ciudad -como siempre-, y su madre
no sabía conducir; ella ignoraba lo que era
estar tras un volante, siempre viajaba a donde
sea como copiloto. En estos casos en la parte
trasera.
Rafael había llegado ya a una de las paradas
del transporte que estaba por su casa. Beatriz
había llegado tarde a la casa de su amiga:
Eugenia. Que vivía a seis casas de la suya y la
habían dejado. No podía regresar a su casa
porque su madre de plano que la regañaba,
decidió irse caminando –cosa que jamás, jamás
habría hecho sino hubiese sido una necesidad-, y
esta era una…
Mientras caminaba se acordaba de su
queridísimo Rafael. “Quisiera conocer su casa,
siempre me ha contado que donde el vive está
repleto de pinos, ha de ser más rico que yo, de
seguro que me caso con él, esa forma de pensar
y de hablar, sobre todo de enamorar; la
apariencia se la paso, no me importa y más
porque él me ha dicho que eso es superficial,
que no importa ahorita la apariencia, que
cuando ya esté en un lugar mejor, la apariencia
será lo primero. Yo no lo veo así, mi apariencia
es lo primero sea donde sea. A decir verdad
pienso que tal vez le gusta que le digan pobre
o esconde su personalidad adinerada para que
no lo asalten, porque si fuese pobre y no tuviese
dinero no estaría estudiando en el colegio. Pero
¿y si sí? Si es pobre y me ha estado mintiendo,
no se lo perdonaría. Dejando eso, es un
bombón, que dulce es cuando está conmigo, me
cuenta sobre todo de sus aspiraciones y yo de
las mías; él no sabe que las mejores líneas de mi
diario están ocupadas por fragmentos del
tiempo que compartimos juntos…”
La vida de un chofer de Transporte Colectivo es
pesada. Ganar $100.00 por medio turno de
labor es muy poco, aunque con las
el sueldo neto sería
aproximadamente de: $200.00, con viáticos
incluidos, durante 9 horas.
Luís Humberto tiene que levantarse a las 4 de la
mañana, para llegar después de una hora con
su patrón, un maestro jubilado dueño de tres
colectivos tipo emplacadas
para servir de transporte urbano. Luís está
casado con una hermosa mujer que robó cuando
apenas tenía quince años, los dos poseen la
edad de 25 abriles, también dos queridísimos
hijos varones, uno de 9 años y el otro de 4.
Mantenerlos es el problema, por lo mínimo a la
casa tiene que llevar ochenta pesos, para
almuerzo y comida, sólo en la comida se reúne
la familia Ramos Onofre, en el descanso que se
propina Humberto exactamente a las dos de la
tarde, cuando sale de trabajar.
Era un día normal, se había levantado asustado
–de seguro estaría soñando con los soldados de
plástico que de niño quemó-, su mujer ya lo
esperaba con su almuerzo, mientras que sus críos
se encontraban en un profundo letargo; después
de almorzar se dio una ligera ducha, se vistió, se
despidió y a la .
Iba por la Avenida Central en el colectivo
número 58 de la ruta 2, cuando una
hermosa le hizo la parada, eventualmente él por
obligación accedió a la petición, ella no
ascendió a la , se asomó por la
ventanilla y le preguntó al chofer: “¡Oye! ¿Esta
ruta pasa por el colegio de la ciudad?” “¡Sí! –
Contestó.-, súbete, yo te marco la parada,
porque veo que nunca has estado en un
transporte como éste, si te miras una niñita
adinerada, ¿qué se te habrá perdido? ¿No
piensas que soy demasiado patético para ser un
simple chofer? Ahora ¿Subes o te quedas?”
“¡Subo!”.
La primera vez en algo es una experiencia que
nunca se olvida, y así lo fue para Beatriz, que
había conseguido atravesar todo su
fraccionamiento a pie para dar a la Avenida
principal; era su primera vez en hacerlo y no
sólo en eso, sino también en abordar un
transporte colectivo. Cuando cruzó la puertecilla
de entrada hacia la , lo primero
que pensó fue en como hacer las cosas, ¿cómo
comportarse? Si nunca había viajado a la
escuela de esa forma, ¿qué decir cuando entre?
¿Sonreír? Tantas eran las cosas que pasaban
por su mente que ni si quiera se dio cuenta
cuándo llegó a la parte trasera del transporte.
Se sentó, tenía la mirada dirigida al suelo,
alguien la estaba viendo de frente. Ella no se
había dado cuenta. Cuando alzó la mirada se
dio cuenta de que Rafael, su amadísimo novio
estaba enfrente. Ella dijo: “¡No puede ser! ¿Qué
haces tú aquí?” “Me dirijo al colegio, pero
ahora tú contéstame la misma pregunta” “Pues,
lo mismo que tú, sólo que no me explico el por
qué nos encontramos aquí. Debe de ser una
gran coincidencia, que ironía de la vida: estaba
pensando en ti, tantas ganas que tengo de verte
y que te me apareces. Vine hasta aquí a pie,
porque mi padre no está en casa y llegué
demasiado tarde a la casa de mi amiga, pero
te aseguro que si hubiese sido de otra manera
no estaría pisando éste medio urbano. ¿Por qué
viajas de esta manera?” “Después te explico,
cuando bajemos del transporte; ¿sale? Por lo
mientras quisiera aprovechar el momento para
hacerte unas aclaraciones que desde hace
tiempo he querido decirte. Lo primero que
quiero que sepas: que nunca por ningún motivo
me tomes como un mentiroso, porque nunca lo he
sido. A parte de ser muy soy
sincero. Lo he sido cuando en mis brazos te he
dicho que te quiero, cuando platicamos, cuando
compartimos ése amor que nos une.
¡A poco! ¿Me vas a decir que no has sentido esa
nostalgia, la misma que yo al estar contigo?
Otra cosa que quiero aclararte es que mi mamá
es una modista, vive en una colonia llamada San
Terán de los Grandes, y para verla tengo que viajar de esta manera. Con lo que corresponde
a mi padre luego te explico; es una historia muy
larga y te sorprenderá.”
El hombre cuando siente la necesidad
de conquistar a una mujer da todo por hacerlo,
hasta es capaz de mentir demasiado, inventar
pretextos, seriamente fundamentados. La mujer
creo que se hace sentir la presa, sin embargo no
lo es.
Rafael del te quiero no pasaba. Le exponía a
Beatriz pequeños detalles acerca de los lunares
que tenía en el cuello, también de esos ojitos,
que sin duda más de una vez había soñado.
También argumentaba algunos planes para
futuro, que si tanto era el amor que
inmediatamente se casasen, que sería lo mejor;
así sus padres de una forma u otra tenían que
asimilar que sus hijos ya estaban un poco
grandecitos. Pero, Beatriz no se miraba del todo
tan convencida. ¿Cómo era posible, qué, Rafael
el tipo de: cabello rubio, ojos color café le
estuviese mintiendo? Ella creía algunas cosas,
más las que iban dirigidas hacia su físico, pero
no la mayoría. Donde dudaba más era acerca
de su legítima procedencia. Sin embargo, se
sentía presa –en ese instante y lo de la
procedencia no importó para nada- de los
flamantes ojos que poseía el individuo que
recitaba el “te quiero” como ningún otro lo
había hecho frente a ella. Justamente eso hacia
mi buen personaje Rafael…
--Rafael, siempre te he dicho que tu padre ha
sido un señor irresponsable. De hecho duda que
tú seas su hijo, según dice que yo era una
y que me acostaba con medio
mundo. No es cierto. Yo me entregué a él, y
nunca me lo agradeció, pero si me dejó un bello
hijo varón del cuál jamás se hará cargo, y yo
mientras aquí viendo por tu futuro. No pienses
que me arrepiento de haberte nacido, lo que
me perjudica es que estés viviendo ésta vida tan
inhumana que te puedo proporcionar. De hecho,
toda la vida he trabajado para ti, para que
seas alguien importante, que cuando te miren
digan: “ese era el que ni tenía
para comer, míralo ahora, que bien se ve” Eso
es lo que quiero mijo, que seas alguien con
privilegios, aunque yo no los disfrute. Tarde o
temprano –como lo sabe DIOS y el mundotendré
que morir, y creo que esa hora ya está
por llegar, pero tú no te preocupes, actúa
normal, te enseñé a ir por el buen camino,
tampoco te voy a decir que por el malo no,
porque bien sabes que tú eres el responsable
de ello. Soy tu madre, me has respetado, has
hecho que me sienta orgullosa, no sabes que
alegría me da verte crecer y que tristeza
verme envejecer. El espíritu busca, pero el
corazón es el que encuentra. Recuérdalo hijo. El
débil teme a la muerte; el desgraciado, la
llama, el valentón, la provoca y el sensato nada
más la espera. Lo más seguro es que lo lleve a
la calma y al profundo sueño del que fue
arrebatado cuando vino al mundo. Ni sé porque
hasta ahora te digo esto. ¡Es que ya espero mi
muerte! Y mírate: tan joven. Lleno de vida, que
más puedes pedir.
El hecho de que yo nunca te pude ofrecer padre
alguno no quiere decir que no te quiera. He
dado todo por ti y lo seguiré haciendo hasta
que ya no pueda. Toda pena es grande para
cualquier corazón pequeño. Lo sé y yo te he
hecho pasar muchas, pero algún día me lo
agradecerás más que hoy.
La señora. Cansada por los años, hacia
unas pequeñas aclaraciones a su hijo acerca de
lo que había sido su vida y de lo que realmente
era. Pero en esencia la vida de los dos no era
nada bonita, ni lo había sido. Madre e hijo
compartían una pequeña casita –con dos cuartos
y un baño- a orilladas de la Ciudad, alejados
del ruido, de la urbanidad. Platicaban horas y
horas, siempre y cuando la madre estuviese
trabajando con su potente maquina para
costurar haciendo vestidos, blusas y faldas -
como lo solía hacer cada tarde de
la comida-.
Rafael, el único hijo de María
Concepción Trejo Galván, había sido procreado
una tarde de febrero. Con astucia, y un poco de
esmero, “el tremendo tigre” que lleva por
nombre: Edy Racieli Capote logró meter las
garras en la presa, que notablemente era la
madre de Rafael. La vez primera que la pareja
progenitora se vieron, fue un sábado, por la
tarde cuando él acudía a sus obligadas clases
de francés e inglés. “Conchi” trabaja de mesera
en la cafetería de la institución que impartía
clases los fines de semana. Instintamente
Concepción se acordó mientras costuraba de lo
guapo que era el padre de Rafael, siempre
luciendo su sonrisa tan coqueta, y así lo había
conocido esa tarde cuando el acudió a la
cafetería. Tomada la mesa por él, alzó la mano
para que alguien fuese atenderle.
--¡Buenas tardes! ¿Qué va a ordenar?
--Pues primeramente, quisiera darle las buenas
tardes a usted que me viene atender con gran
esmero. También quisiera que me diese un café
capuchino, acompañado de dos rebanadas de
pay de queso.
--¿Solamente?
--Y también se me iba recordarle que está muy
guapa. Es la primera vez que le veo por aquí,
siempre consumo en éste lugar y jamás me
había topado con usted, pero que gran
sorpresa me trajo el destino, una linda muchacha
que me atiende de maravilla, que gusto me da
que haya personas como usted aquí…
Simplemente la mujer se sonrojó, y dijo
en voz baja: “Traeré lo que pidió”.
Mientras velozmente costuraba, le dijo
a su hijo.
--¿Alguna vez te he dicho qué fue lo que me
dejó escrito tu padre el día que nos conocimos
en la cafetería donde trabajaba a mis 18 años?
--Ni una vez madre, pero si me harías el favor,
solamente eso me falta, para saber como puedo
hacerle para marear a Beatriz con palabras
bonitas…
La madre dejó la maquina de costurar por un
momento, y se dirijo a la vitrina que tenía a 10
pasos. Sacó un cofre que pintaba un color rojizo,
algo antiguo y cerrado por un candado.
Obtuvo metiendo la mano en su brassiere un
llavero -un lugar muy seguro-, escogió la llave
más pequeña. Después metió la llave y ésta
encajó bien, le dio un giro hacia la izquierda y
el candado quedó como las prostitutas de las
que platicaba su hijo: abierto completamente.
Del cofre escogió un papel que tenía algo
escrito con una buena caligrafía.
--Mira Rafa, aquí está lo que tu padre me dejó
escrito.
-- A ver…
Cuándo lo tuvo en las manos, le dio lectura
mentalmente y…
He visto la rosa que hay en el florerito
que está en la mesa. Me ha hecho recordar tus
ojos durante todo el tiempo transcurrido. Son tan
sólo dos soberbios relámpagos de luz. Penetraron
en mí, hoy que te vi. ¿Será que los olvidaré? Sino
es así, mañana, vendré y te traeré algo muy
especial para tí.
--Madre me vas a decir que volvió y te dejó una
carta o algún regalo.
Lo que Rafael no se imaginaba es que al otro
día no ocurrió nada. La que quedó enamorada
había sido su madre que ansiaba en verle lo
más pronto posible. Sin embargo, sólo negó con
la cabeza y se fue en llanto. Después. Ya mas
vuelta en sí le comentó a Rafael la historia
completa del romance, detalle a detalle. Rafael
agarró represalias contra su padre, sin saber la
versión de él, no contaba que únicamente poseía
la versión de los hechos por conducto de su
madre.
Pero como la historia a veces toma un curso
indeterminado, me veo obligado –querido
lector- a restringir la plática posterior que tuvo
con su padre, por la simple razón que estuvo
tan traumática que desplomó a Rafael. Sufrió
alteraciones emocionales que lo sellaron de por
vida.
Mas ensimismado, Rafael echó a pensar, nada
más. Tal vez por una parte su vida no estaba
del todo mal. Tenía un lugar donde dormir, una
madre que sea como sea atendía sus
necesidades primordiales. No todas, claro. Y
sobre todo poseía una hermosa mujer como
novia que de seguro escucharía cualquier
lamento que saliese de su interior. Pero, no le
dijo nada; le había prometido contarle la
verdadera historia, y nunca se la contó y aunque
se la contara de cualquier forma lo que le
contaría saldría siendo mentira, cuando éste se
enterase bien del asunto en las mismísimas
palabras de su progenitor.
Realmente creía que le iba de mal en peor,
porque cada día veía las cosas con más
claridad y ya diferenciaba el bien del mal, él
no se daba cuenta de que ya estaba
preparado, y de que crecía…
--Jennifer. Hoy es un día especial. Conocerás a
una criatura que no tiene donde vivir. Iremos a
traer a un bebé que nos van a regalar.
--¿Es niña?
--Todo lo contrario. Es un varoncito muy bonito.
Sus ojos son tan puros como la luz que vi en los
tuyos cuando te mostraron ante mí por vez
primera. Lo traeremos a la casa y aquí vivirá.
Ya que tu padre no está con nosotras, y yo
siempre me he cuidado que la gente no hable
mal de uno, pero con esto hablarán bien;
además en el fondo algo me exige, me pide, me
implora que yo cuide, adopte y quiera a ese
niño…
Jennifer, con una gran emoción acompañó a su
madre, aunque ella anhelaba la compañía de
una niña, tal vez para que jugaran a las
muñecas, pero ¿un niño? De todos modos no
tenía opción, su madre ya se había
comprometido, más bien dicho, ella sugirió,
viendo el caso necesario: que se quedaría con el
varón.
La introspección que había hecho
Dolores de mi alma como la llamaba su madre,
había sido tan convincente que no rehusó a las
ideas de adoptar a ese niño. Su pensamiento
era nítido, capaz de proporcionar ferozmente
amor y también desgracia con la continuidad
del tiempo. Donde hay bien hay mal, donde se
ve de color negro, por ahí debe de estar
pintado de blanco –¿Quedó claro?-
Sí se podía hacer demasiado por esa
criatura, la circunstancia lo pedía así.
Celosamente la madre no quiso despojarse del
varón, crudamente dijo que al menos tendría
que pasar con ella otros tres días más mientras
disipaba la pena que la mataba: el pecado que
estaba cometiendo, del cual se arrepentiría
siempre.
Dolores no podía rehusar a la petición
que se le exigía. El caso es que ella, dentro de
unos días estaría a cargo de un niño que jamás
hubiese conocido sino porque la madre era su
hermana, ¿que desgracia había caído en ella?,
nadie se lo imaginaba que la hermana menor
pudiese dejar un niño
tirado con cualquier persona. Es ahí la pena de
la hermana, ¿porque su sobrino tendría que estar con otros personas que no fueran de su
familia?, la decisión ya estaba tomada, aunque la
platica que habían tenido ambas hermanas fue
contundente.
--Hoy que jodida me he dado. –
Comentaba algún yo interior de Humberto-, no
basta que todos los días termino en lo mismo, mi
ambición por el alcohol sobre pasa los límites, he
querido dejar de tomar pero no he podido es que
el maldito recuerdo que entra me pone triste y
únicamente logro calmarme con la sensación de
estar mareado, borracho.
Pero. –adjudicó otro posible yo-, ¿qué tal de tu
forma de ser? Cumples en el hogar, le das a tu
familia el poco cariño que les puedes brindar. ¿Qué
más quieres, por qué no puedes dejar de tomar?
De pronto el toque de un “claupsun” lo sacó del
sueño. Ya casi lograba chocar con una camioneta
que se atravesaba. Él sin darse cuenta de la
situación del otro conductor -que le recordó su
madre más que otra persona-, únicamente volteó a
ver a sus pasajeros para revisar los por menores.
¿Qué le había pasado? No era algo normal que
estuviese mal-viajado de esa forma……
Pero la rutina era así y él tenía que cumplirla, no
era un gran trabajo pero había dinero de por
medio, lo necesario para mantener a su familia.
Conducir fue lo primero que aprendió antes que
multiplicar, y no era atosigante estar viendo
centenares de gente transitar por la ciudad desde
una unidad móvil. De vez en cuando los pasajeros
de adelante eran mujeres y se entretenía mirándole
las piernas, muchas de ellas casi llevaban falda,
por lo que el asunto cada vez se hacía más
interesante.
Ya más de una vez le había dado por chocar, tener
un accidente, pero de ésta se salvo.
Cuando tuvo el primero, iban a bordo 3 jóvenes
pasajeros varones, y fue con un poste de anuncios
que estaba ubicado en la Avenida “Una Loma
Más”; el propietario de ese colectivo lo despidió de
inmediato, y le hizo pagar el golpe. Tránsito no se
apareció, o al menos eso se supo. A ninguno de los
pasajeros le paso nada, pero si se asombraron, la
única pérdida material fue la defensa que quedó
tirada allí junto al poste. Humberto esa vez dio
fuga.
De repente la voz de una niña paralizó los
pensamientos de Humberto -que le recordaban los
detalles del choque-, una “mocosa” que pedía ya
llegar a casa o algo por el estilo. La madre pidió
la parada en la esquina y Luís accedió a lo
vociferado.
Dolores, ya bajada de la llevaba entre
brazos a Jennifer, que penetraba en sueño por la
fatiga que se había causado con el berrinche.
Se dirigía a la casa dónde estaba su hermana,
habían completado ya los tres días, en el camino
pensaba: “Que soledad le quedará a ella con esta
acción, no es algo bueno lo que pensaba hacer,
logré rescatar de alguna manera a un miembro
más de la familia, mas sin embargo ella siente
que pierde uno. Pero no es así yo únicamente
ofrezco cuidado y protección, su madre será
ella, ella nada más”. Que triste pensamiento
pasaba por su designio. Si bien recordaba las
maltratadas que ella le había proporcionado a
la madre del hijo. Maltratadas en el sentido de
que de alguna manera siempre procuró por su
bienestar, mantenía constantemente pláticas de
hermana a hermana donde siempre salían
discutiendo sin razón aparente. Pero en el fondo
cada una de ellas pensaba distinto, sin embargo
sentían mutuamente cariño, ya que no sólo fue la
sangre la que las unió, sino el tipo de vida que
compartieron juntas. Más que una hermana era
una amiga que no se comparaba con ninguna,
pero la desgracia había caído en ella, o al
menos así decía.
Dolores por más que quisiese parar el
llanto no podía, era triste recordar la inhumana
vida que llevaron las dos únicas hijas, no fue
nada difícil perder a su madre cuando apenas
tenía los 15 y a su padre a los 17, llamémosle
Adriana a la hermana menor que aún poseía 10
años de edad cuando eso sucedió.
Y como decía: lloraba amargamente, mientras
que Jennifer sólo dormía, crueles presagios
pasaban por su mente, la vida de las dos
empeoraría, algo se lo decía. Apretó el paso y
siguió el andar, cruzó dos calles y llegó a la
casa de doña Benjamina Orantes entre llanto.
Tocó la puerta y la señora cuya silueta gorda y
cara arrugada le abrió la puerta diciéndole el
por qué de la tardanza.
--Mi hermana ¿Dónde está?
--Uuuhh, ya tiene que se fue, pero le dejó está
pequeña criatura a su cuidado y una carta, que
ya leí –Chísmosa-…
--¿Hace cuanto que se fue? -dijo Dolores con
desesperación, tratando de que le dieran algo
para localizarla, tenía que hablar con ella.- ¿A
dónde le dijo que iba?
--No me dijo nada, sólo que se iba lejos y en la
carta le dice que se va con su prometido. ¿Y por
qué no la lee en éste instante para que se le
quite la curiosidad y ya se lleve a ese bebé con
usted.
Dolores entró a la casa, dejó a Jennifer
acostada en un pequeño sillón que Benjamina
tenía pegado a la pared. Recibió la carta de
las manos que ayudaron en el parto del recién
nacido, hijo de su hermana. Y la leyó… la volvió
a leer.
La carta no decía más que Adriana sentía un
buen cariño por su hermana Dolores y por el hijo
que le había recomendado. Según decía ella,
que se iba no con el padre del niño, sino con
otro ser que de verdad la quería y que sabía
que tenía un hijo, pero no lo quería. Él optaba
por iniciar una nueva vida con ella nada más, sin
el niño. Así que ella daba nuevo curso a su
vida; mientras que la hermana se jodería por darle alimento y protección a las dos criaturas que
se empezarían a querer como verdaderos
hermanos…
De sus labios salieron las palabras que lo
condenaron. Se declaró culpable, pero hizo
considerarse como un loco que se desconcertó al
momento del homicidio que efectuó.
Según su abogado, el asesino dio testimonio de que
él cuando despertó de ese sueño al que penetró –
de matar a los dos amantes en el bar.- ya había
matado a su mejor amigo y a su acompañante. Él
adjudicaba que nunca lo habría hecho sino porque
estaba en ese sueño, al que llamaba pérdida de
memoria o instinto asesino.
Faustin Torres cayó en estado de coma al enterarse
de la locura que había cometido su primer hijo. Era
cierto que ya no vivía en la casa, y que varias
ocasiones peleaban hasta gritarse -cuando aún
vivía en ella-, era su hijo y lo quería, era
demasiado que su propia sangre ya le hubiera
hecho tanto. Ya llevaba un golpe terrible con lo de
su esposa, apenas fallecida antes del asesinato. Y
su hijo ni en cuenta, asesinando.
--¡Oiga! Y ¿usted cree que me pueda librar fácil de
éste asunto?
--Pues… yo creo que con un buen dinero y mi
infalible labia incluyendo mi ingenio podremos
hacer algo para que al menos le bajen la condena
unos 10 años –Replicó el obeso abogado-.
Definitivamente está crítico el asunto. Como es
posible que matase así sin tantita pena a su
compañero fiel.
--¡Infiel por favor! (Exclamó con bravura Miguel.)
--Y si ya nos vamos a fondo y me comenta la
verdadera razón de los hechos, por que yo no creo
en pamplinas como la que está diciendo que fue
por descuido mental, de no poder contenerse bien y
que tiene que ir a un manicomio. En vez de la
cárcel. ¡Ande, suéltese! Cuénteme la verdad.
--Creo que así no se va a poder.
--Me veo obligado a dejar el caso si se niega.
--Como guste, me da igual, sé que penaré mi
condena y mucho más. Aunque tengo dinero
guardado no me ayudará en nada, mucho menos
en lo que me he metido: asesinato.
El abogado agarró su portafolio y se
marchó dejando a su cliente como lo había
encontrado: desamparado, triste y sólo. Sin
embargo, otro vendría a su defensa. Y esta vez,
entró al penal donde estaba siendo procesado el
homicida, dispuesto a salvarlo. Pero en el reporte
que dio la EBP (Efectivos Buscadores de Pistas.) se
declara:
“Después de analizar el arma proyectil
que encontramos tirada en la entrada, de donde
dieron huida las balas que mataron a dos
individuos de 22 años aproximadamente. Hallamos
en ella las huellas digitales del a penas joven
Miguel Torres, registrado en el padrón electoral…
Buscamos más pistas con el fin de dar con
los motivos que llevaron al asesino a cometer gran
disparate. Detectamos restos de cocaína en la
mesa, en los cadáveres también al hacer las
autopsias.
Al ver que teníamos ya hipótesis
lógicas, decidimos hacer una inspección general
del lugar, dando como resultado el hallazgo de
2 kilos de cocaína en una caja fuerte, que
abrimos bajo vigilancia familiar, del joven
asesinado German Fuentes –dueño del antro-.
Seguramente en el lugar se vendía el
estupefaciente….”
Un tipo alto. Con lentes, de muy buen pensar y
mucha racionalidad, era llevado por un policía
a la celda del declarado loco. Al entrar se
presentó, el guardia le advirtió que no se
acercara mucho al preso, que de todas maneras
él lo estaría vigilando desde afuera por si algo
pasase..
--Soy González Joaquín, su nuevo
representante, y estoy dispuesto ayudarle si
coopera conmigo.
-- Gracias, no necesito su ayuda. Me
doy por lunático, eso es todo.
--¡No comprende la situación joven! Sus
antiguos abogados me han dado información de
que no es un tipo muy flexible. Y el juez que
lleva su proceso negó la posibilidad de
desequilibrio mental Y eso me hace pensar que
nada solucionaremos si sigue actuando de esa
manera. Únicamente le digo esto: compórtese,
que lo más bueno está por llegar.
Primeramente contamos con un homicidio a
sangre fría, hecho con sus propias manos. Los
motivos los desconozco, claro está que usted fue
el actor intelectual de los hechos
correspondientes aquella noche 16 de agosto
del 20…. Segunda, la autoridad está
determinando, a consecuencia de haber hallado
cocaína en el lugar, que usted es traficante.
--¿Cómo? ¿Encontraron droga en el lugar?
--Así como lo oye. La encontraron y seguramente
lo podrán a su cargo como delito contra la
salud. Se enjuiciará pasado mañana.
Únicamente lo que le pido es que sea sincero
conmigo, y aporte los datos suficientes para que
pueda realizar una buena defensa y abogue de
una manera eficiente por usted. El dinero que
me pagará no creo que le importe mucho, me
han comunicado que usted posee mucho dinero,
y eso lo hace el principal sospechoso.
--¡Oye Beatriz! ¿Qué piensas a cerca del amor y
su creación? –dijo Rafael filosofando.
--Sinceramente puedo responderte de una
manera cortante porque me traes muy enojada
hoy en día. Pero no lo haré por que sé que es él
–el amor- el que nos tiene tan atados. Es una
creencia que nace del poder de los
pensamientos. Luego, los sentimientos que son
creados por el corazón -que late constantemente
mientras respiras-, se mezclan con el poder de
los pensamientos. Claro todo eso pasa sin que nos demos cuenta. Cuando caminamos por la calle.
Los pensamientos que tenemos no todos son con
sentimiento. Cuando le hablas a una persona
diciéndole la verdad demuestras un sentimiento de
honestidad, y así puede que muchos sentimientos
como el del cariño principalmente representen la
puerta para la llegada del amor!
-- ¡Qué cosas dices! Aunque yo pienso lo contrario.
--No quisiera saber tu contradicción.
--¿Qué tienes amor, estás en tus días?
--NO!!! No me gusta que cada vez que te digo mi
pensar, tú trates de ponerte en mi contra. Claro. El
amor es compartir la vida con la otra persona.
Escucharla. Entenderla. Y tú, ¿qué haces? ¿Tratas de
entenderme o de divertirte?
Rafael se quedó pensando. Con un nudo en la
garganta y cierta agileza respondió:
--Trato de… de conocerte, saber quién eres en
realidad. Comprendo que mi forma de razonar es
muy distinta a la tuya. Y que si no lo fuera así tal
vez nos odiáramos. En sí, trato de comparar mi
persona con la tuya. Nutrirme con lo bueno que
tengas, mutuamente.
--¿En realidad me quieres o buscas nada más algo
en mí que te beneficie?
--Ya te he dicho que te quiero como el sol a la luna.
Te quiero como ellos, porque el amor se lo guardan
hasta poderse ver, y ¿crees que ya se han visto? Un
par de ocasiones, imagínate cuanto amor se tienen,
sabiendo que son el uno para el otro y no poder
compartir lo suyo, porque la mayor parte del
tiempo están distantes, así te quiero yo, cuándo no
te veo me pongo triste y reflexivo, pero como
siempre te veré no me preocupo, así te amo.…
Tomó a la mujer por la cintura y acercó sus carnosos
labios hacia los de ella sin oposición. Ya húmedos
por la cercanía, se demostraron cariño mientras los
gérmenes bucales pasaban de una boca a la otra.
Empezó el calor en aquel parque. Pegado a un
árbol la cosa empezaba a pasar de un simple beso
a un caliente arrimón.
El padre de Rafael era un gran empresario. Tenía
casas donde quiera. Aspiraba a ser muy poderoso
por su dinero, pero muy pobre en su moral. Sabía
que tenía un hijo con una mujer, que no mantenía -
ya varias veces había tenido comunicación frente a
frente con él-; actualmente mantenía cercanía con
otra mujerzuela.
Pero se le dio por recapacitar de repente, que ¿por
qué? su sangre debería sufrir los tormentos de la
mujer que preñó: un ser indecente, que sólo
buscaba su beneficio. Aprovechando el dinero que
tenía –aunque la realidad era otra, demasiada
distinta-.
La maldad penetró en su pensar. Deshacerse de la
madre y quedarse con el hijo. Ya muerta, él,
protesta por su hijo y garantiza que le dará
protección.
Para una persona poderosa es un muy fácil tener
contactos con “mano negra” y que la sociedad no
se entere de ello. Más, si es un reconocido político
de esos que prometen y prometen y nada más
te la met…
Por cierto, ya había hecho una llamada que dio
inicio a su espeluznante plan. La muerte debería
ser en forma de robo o así se debería de ver. El
asesino ya estaba pagado. Un pobre callejero
que conoció y había sacado de la pobreza
proporcionándole comida, techo y vestido.
--Quiero que todo sea instantáneo, ráfaga. ¡Tú
ya sabes! -decía fuertemente Capote al
auricular, mientras el otro escuchaba sin negarse
a nada.
--Sí jefe, como usted diga. No se preocupe, todo
lo tengo en las manos. Lo mantendré informado
de todo el suceso. Cuídese. Adiós…
Las imágenes que flotaban por su cabeza
mientras dormía eran pornográficas. Un sueño
que sin duda le fascinó Se veía con dos mujeres
llenas de deseo sexual pasándola muy bien.
Aprovechándose de él una le tomó por el pene
hasta que se lo introdujo en la boca; la otra –
que por cierto era de cabello rubio- ofrecía a
manos caídas sus grandes pechos.
Un punzón entre las piernas paralizó el sueño
despertándolo. Cuando se vió, descubrió que
había mojado sus calzoncillos.
--Oye, me da pena decírtelo Ricardo, pero esta
mañana eyaculé por primera vez.
--¿Haz follado con alguna nena?
--Pues no exactamente –dijo Rafael- fue
mentalmente. Pero no me masturbe. Estaba
soñando con dos hermosuras, un dolor que me
estremeció me despertó y cuando me di cuenta
tenía un líquido viscoso que embarró todo mi
órgano sexual y mi trusa nueva.
La vida que ofrecía la Ciudad era
prospera. Dependiendo de que lado quisiese
verse; algunos la encontraban cruel cómo Faustin
o Humberto. Unos la disfrutaban con la mejor
cuchara de plata cómo Capote y Adriana. Unos
más la lloraban y rogaban a Dios que aún así
los perdonase, cómo Dolores Y Consuelo. La
juventud iba sofocada en éxtasis al amor,
descubriendo nuevas formas para ello. Otros
confundidos entre su sexo agarraban el lado
incorrecto.
Las madres divorciadas buscaban en más
hombres la pasión que les había dejado el otro.
Pero no dejaban de cumplir con sus labores. La
comida, llevar al hijo a la escuela, ver alguna
forma para sobrevivir, todo, todo lo necesario.
Alguna vez, creemos que hacemos bien las
cosas, nadie es perfecto me dijo una vez el
abuelo.
Muchos de los hombres maduros, háblese en un
rango de 20 a 45 años, asistían a club´s
nocturnos, algunos, en sus casas predicaban la
Biblia, asegurando el pase con San Pedro.
Profesionistas pasaban la vida entera en poner
en práctica lo aprendido, con el desempleo la mayoría se las arreglaba por su lado, peoneando.
Las muertes y violaciones incluyendo a una
autoridad ineficiente, convertían a esta ciudad en
una de las más peligrosas. No faltaba de hablarse
por ahí, entre la voz de aquellas que asistían al
mercado, que los jóvenes traen la maldición. Esto
con fundamento en las revelaciones de ellos, papá
déjame salir. Aunque algunos callejeros se
cateaban, en sus ratos libres asaltaban, y algunos
dementes fascinaban por violar y matar. No todos
los delincuentes corrían con suerte, cómo Miguel
Torres.
Tres años transcurrieron en la vida de nuestros
personajes que se encontraban en ciertos
problemas, aunque no los demostraran.
Obviamente, querido lector, tú ya los conocés, y
casi nada tengo que recordarlos de nuevo.
Pensando en muertes la de Consuelo fue terrible.
Rafael casi enloqueció con la novedad.
Aquí la historia del asesino que sale bajo fianza. En
breve, aquel transportista que atropella a una
jovencita. Cultura, premio al mejor cuento,
participantes entre 12 y 15 años de edad.
--Apaga ese radio Jennifer. Ya vez que luego llega
muy caro el recibo de luz. Háblale a Julián, que
deje de jugar con las plantas y dale esa pelota.
Mientras yo hago la comida.
Radio Cangrejo informa. Ha llegado la salvación
que esperaban, hermanos míos. Conocemos el
camino que nos lleva hacia el señor, continuémoslo.
Sean bien venidos a esta nota luctuosa…
--¿Qué no te dije que apagaras el radio Jennifer?
– ya voy mamá, respondió la alebrestada criatura
dirigiéndose a él.
Mientras Faustin observaba, como siempre,
desde la ventanilla del colectivo, pensaba:
--…Por el lado correcto de la vida no creo que se
haya ido. Sin duda, siendo muy cruel con él, optó
por vengarse. Pero, ¿qué lo llevaría tan lejos? Fue
un hijo normal, que voló por instinto, libre como
paloma.
Me duele mucho que su mamá estuviera enferma
del corazón cuándo recibió la noticia del crimen.
Porque causó su muerte –suspiró…-.
Sin embargo, la buena costumbre que tenía con el
dinero, que sepa diantre cómo lo consiguió, lo salvó
de la ley, pero menos de su conciencia.
Su hermano que es mi único tesoro sobrante no
sabe nada de esto e ignoro como actuase al
enterarse.
La última ocasión que charlé con Miguel, lo vi un
poco triste. Entiendo que llevar un proceso no es
nada sencillo, pero él se lo ganó. Me comentó que
su abogado era eficiente, y había sabido
aprovechar la confianza que depositó en él. Nunca
lo defraudó, de lo que sí no sé es cuánto salió…
El repentino impacto que ocurrió en ese preciso
momento en el que estaba pensando, lo aventó
contra la ventanilla.
Humberto, había atropellado a una adolescente
con el transporte colectivo, quiso frenar pero no
pudo y de manera involuntaria mandó al
hospital a Beatriz.
La madre, cuando se enteró, lo primero que
pensó ¿que estaría haciendo Beatriz en ese
lugar?
Según los que observaron el atropellamiento
ella cruzó la calle corriendo como loca sin fijarse
de los automóviles, y una combi la atropelló.
Lo que más le preocupaba es que antes de que
la atropellaran le hubiera ocurrido algo.
Por lo mientras, Humberto se la pasó
declarando del suceso. Él no había tenido la
culpa y atestiguaban en su defensa los que lo
vieron.
A nada más pasó. El seguro del Profesor –dueño
del colectivo pagó los daños a terceros-, el
padre de Beatriz las multas….
Cada día que terminaba era un
martirio. Enloquecido por la repetida rutina, los
problemas en casa y en la calle, designaba:
“¿Qué fuese de mí, si volara? Talvez no tendría
el tiempo para meterme en tantos problemas,
porque los problemas se encuentran aquí en la
tierra, ¿y en el aire, en el cielo? Hay libertad, la
que deseo en ese firmamento.
Pensándolo bien, si Adán y Eva fueron los dos
únicos seres humanos, y sus hijos Caín y Abel los
más grandes. Uno mató al otro. Entonces Caín
huyó amenazado por el señor –Dios metafóricodiciéndole
que pagaría la sangre de su
hermano. Sus padres sin la compañía de Caín,
formaron más familia, teniendo descendencia.
Pero hay algo inconcluso, se dice que Caín por
su cuenta aprendió a darle vida a la tierra,
pagando su pecado de por vida, y que al poco
tiempo encontró una mujer. Si existía sólo él y
sus dos padres, ¿a quién tomó por esposa?
¿Alguna de sus hermanas?
Esto es otro misterio sin resolver. Cómo me
divierto aquí en mi cabecita, quisiera ya no
hablar, pareciera que me adentro a un breve
letargo del cuál ya no quiero despertar. Sin
embargo una voz me puede sacar de esto.
--Bajo en la 1era norte.
Continuará…
|