Un murmullo infinito
serpenteando las olas
sediento se desliza
siguiendo los vaivenes
del ave que se pierde
en las nubes celestes.
Como pintura virgen
recorre sus colinas
en ese azul profundo.
El mar se agita sereno
bordando así la costa
de purísima sal marina.
Una brisa fresca corre
fusionando sus secretos
de arena, de sal y yodo.
Se desplazan sus peces
sus colores y el pájaro,
más que gaviota regresa
a surcar sus olas, su mar.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI
Texto agregado el 21-09-2009, y leído por 511
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