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Sin piedad.
Cuando regresé estaba irreconocible, no era la misma persona.
Ve por tabaco y al pasar por la farmacia trae unos paquetes de algodón que no hay. No te des prisa, haremos un buen trabajo, dijo Jorge, el más veterano. Intuí que algo podía suceder.
Hablé con el quiosquero de fútbol y de la gripe con el boticario, sin interés, mi cabeza estaba en una silla giratoria.
Ahora lamentaba haber dejado el asunto en sus manos. Sabia que le gustaba impresionar a las chicas y Carla era nueva, en demasiadas ocasiones no pudimos justificar su entusiasmo. Al entrar y ver la cresta fucsia que coronaba la cabeza del sonriente anciano, rogué que su hija no nos pusiera una demanda.
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Texto agregado el 20-09-2009, y leído por 497
visitantes. (18 votos)
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Lectores Opinan |
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11-02-2010 |
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jajaja la vida es humor. Brillante! walas |
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21-01-2010 |
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Mi imaginacion no tiene limite y me dejas pensando jajajmis*********
Un abrazo. Yosep |
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10-12-2009 |
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El poder del amor hace que hagamos cosas impensables gabosoli |
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29-09-2009 |
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Genial, simplemente, genial. Un abrazo. Sofiama |
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28-09-2009 |
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jajaja, demanda fija.Supongo que a veces pueden pasar cosas así, hay gente, habemos, para todo,jaja naju |
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