Sí, me gustas desnuda, asequible,
dormida clavelina roja en tus colinas,
oriflama cierta en tus palabras,
me encuentras cuando mudas
porque vivo en tus silencios,
y giras tu costado junto a mis palabras,
me agradas ausente, con tus escalas retoñando
desde tu voz lejana y te presentas corpórea
en mi olvidada confianza,
me enervas despierta y escarbas mis secretos
para reducirles su importancia,
me cautiva tu mirada incrédula que se posa en esencias
y deja que el ramaje se siembre en el pasado,
siento mías tus colinas, tus muslos sosegados,
pechos dibujados, esquinas intocadas,
me organizan el tiempo, despojan mis defensas,
son mías tu matriz, tus calles y armonía,
eres la piedra, los ojos del puma,
mi costra inofensiva, mi sueño, mi encuentro,
atiza, amor, el candil ámbar que dejé encendido
para engendrar mi retorno,
eleva su llama, sueña, habla, calla,
hagamos el amor,
mira el cielo conmigo y hallemos el madero
que navegue la esperanza.
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