El de la ceremonia del viento Mitiga el ruido atronador de la mañana. Y mis palmas rosadas Labran la fabula de un buen día. El de las manos de plata Siente el cosquilleo de una serpiente Y la entalla con tinta de charol Para un viaje inmemorial Al mundo celestial. El de anteojos de sol Observa a la pequeña flor En su afán natural de silbar con el viento Y mis manos, celosas, hunden la pared Que la arrincona. Y el abridor de caminos Con su antorcha y su barca nocturna Viajan por la orilla de la oscuridad. Ávidos en renacer al próximo amanecer.
Texto agregado el 19-09-2009, y leído por 154 visitantes. (4 votos)