Es la vuelta a las tardes y noches de lágrimas escritas en tinta ida por las manos, ojos secos de llanto frustrado, la búsqueda de un sueño a cambio de una vida, dejado de lado las ganas, las ilusiones y los anhelos de realizar en alguien más las esperanzas aún esquivas, un poco más de lo mismo que nos oprime sin darnos cuenta. Han pasado demasiados meses de ausencia colectiva...
Tengo un grillete versado en sueños sin regreso, días de hacer lo que uno considera correcto, no quepan conformismos en este viaje navegando nuevas tierras más allá de la autocomplacencia, mentiras que se realizan y materializan ante nuestros distraídos ojos, labios rotos de suspiros no encontrados que rezan por nosotros.
Menudo lío de habitaciones conjuntas, meditación nocturna que rebasa el dolor de cabeza, belleza de sueño perdido que me encuentra cuando le busco a él, según como le mire, a veces resulta un desencuentro. La luz nunca fue tan monótona como esta noche tan llena de trabajo y documentos por ordenar, siempre habrá tiempo de acomodarlo todo (pienso acaso demasiado a menudo).
Esclavo de los sueños que aún no alcanzo, ellos que me ocupan más que yo mismo de lo que siento, de lo que pienso o necesito saber, más vale tener la mirada ocupada hacia adelante, que al darnos cuenta de que podemos sentarnos un poco hemos avanzado ya demasiado, dejando lo demás aún más lejos.
Ya sin las ansias del beso esperado, la lectura comprometida o el cumplido acordado... hemos vuelto a ser los mismos en que nos negábamos a convertirnos, hace tanto tiempo ya que se olvida el sabor que aquel sueño tenía. Vengan las mañanas de sonidos voladores, donde al despertar sin sueño todo era más y mejor que corriendo a toda prisa, que mañana descansaremos acaso demasiado pronto, y los sueños nos seguirán como siempre rebasando demasiado pronto lo corto del alcance de nuestros pequeños ojos. Thot Kinji
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