Maldita humanidad. Siempre primitiva, siempre homogénea. Tan básica que se vuelve complicado tratarla. Siempre, demostrando nuestra estupidez.
Malditos seres humanos. Demostramos a cada segundo esos instintos desevolutivos. Se supone que lo que nos diferencia de los animales comunes y corrientes es nuestra capacidad de pensar, de dominar nuestros instintos, y actuar racionalmente. Pues me perdonarán, señores científicos, señores religiosos, pero considero que eso es extremadamente falso. Simplemente nos diferenciamos por nuestra capacidad de crear, aunque nuestra pasión por destruir es más fuerte.
¿Cómo ganar respeto, en una sociedad autodestructiva como la humana?
Se ha demostrado que el respeto, o el mínimo derecho a la tolerancia, a la libertad individual, sólo se gana por medio de la coerción. Es fuerte, es importante, es capaz, aquel que impone, que agrede, que humilla. Para esta estúpida sociedad, es mas fácil felicitar al agresor que consolar al agredido. Es cierto, es más fácil, pero eso no significa que sea ni remotamente más correcto. Pero en esta sociedad, dominada por el sueño americano, es más importante el beneficio individual que el maleficio colectivo... "Llega a la meta, no importa cuantos ni a quienes destruyas por el camino. Abrete paso, que tu eres el único importante, los demás pueden terminar en la miseria, pero si tú estás bien, date por victorioso."
El objetivo está basado en lo que se aparente, lo que se demuestre. Lo material, lo pasional, lo humano. Pero no lo espiritual, lo mental, eso es trascendental, es falible. Se convive con base en una imagen, y quienes supuestamente no caen en tan repudiable actividad, son la mayoría de las veces quienes peor actitud tienen.
Muchos se escudan tras los grandes logros del ser humano. ¿Grandes logros? Transformar a un planeta en un basurero, destruir hábitats para la comodidad de una sola especie, aplicando la ley del más fuerte. Eso es muy racional, por supuesto. Solía pensar que la humanidad era bella, por su enorme capacidad creativa, su ingeniería, su filosofía... Pero como dije antes, preferimos destruir.
Construimos, gastamos fortunas y neuronas en la investigación, para crear nuevas formas de destruirnos entre nosotros, y encima llevarnos el mundo al infierno. Bombas, rifles, ametralladoras, granadas. Creamos para destruir. Irónico.
Somos egoístas, egocéntricos, destructivos y asesinos. ¿Miento? Espero que sí... Perder la esperanza en uno mismo es la mayor de las condenas. Pero tal vez sí haya una manera de salir adelante en esto. La conciencia, la acción. Que no necesitemos acabar con nosotros mismos para darnos cuenta, agonizantes (y el planeta también), de que estabamos haciendo algo mal.
Conciencia, y acción. No la una sin la otra. No sirve de nada tener conciencia de las cosas si no se actúa conforme, y no sirve de nada actuar sin saber qué estamos haciendo y contra o por qué luchamos. |