Ayer por la tarde gris,
oi cantar a una perdiz,
parecia su triste canto,
como el dolor de mi inutil llanto,
de aquella noche inesperada,
donde lo nuestro murio en una mirada,
y nos dijimos adios sin pensarlo,
pero tu, mi gran amor no pudiste matarlo.
Ayer por la tarde gris,
oi cantar a una perdiz,
y llegue a la conclusion,
al escuchar su cancion,
que se oia como aquella melodia,
como de Beethoven su quinta sinfonia,
que esa ave era como yo desdichada,
pues por su amor habia sido abandonada,
a su suerte y a la aventura vaga,
y lo que quiera Dios que con su vida se haga.
Ayer por la tarde gris,
oi cantar a una perdiz. |