Las lágrimas
surcaron los pliegues de la piel
de noventa años,
recorrieron
millones de poros
mientras la música
–su música–
inundaba el espacio
y los recuerdos.
La anciana
–mi madre–
alzó la vista
buscó una mirada cómplice
y añoró la compañía de mi padre
para compartirle cada compás
cada nota
la melodía entera.
Bogotá, 23 de agosto de 2009
Texto agregado el 18-09-2009, y leído por 287
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Lectores Opinan
23-11-2009
muy bello me recordó una parte de quien me ha robado el mes de abril de Sabina, pero este poema hay que decirlo tiene esencia propia. ***** gabosoli
09-11-2009
vi todo el cuadro en tus versos, un gusto leerte DIVINALUNA
29-09-2009
Cuánto que dicen estos pocos versos, me encantó!!! La_Aguja