Cae de la nada,
suelta su alma líquida por el piso
quietos los ojos, desnuda la muerte por la que vive
da mil vueltas y con miradas se cubre los pétalos.

Cambia por ese atardecer todos los que vio el mar
Llorando inmóvil, esquivando al aire
Por la ventana arrecia la brisa
pero ya no es nada

enmiendo mi error
si el indómito remordimiento lo considera
que mis venas ya sostienen
la fineza de su antiguo existir

Quizás broten ahora entre mis dedos
esas perlas afloradas
las sombras de sol
han sido ya castigadas sus ramas
hoy solo son sobras que afiligranan en mi puño cerrado…