Saltó de repente del sillón por que sintió otro ataque, que lo echó debajo de su suerte. Vio a su derecha la cabeza de su enemigo; dislocándole la idea… ¿Acaso había efectuado el plan?
Siguió perplejo enfrente de esa enorme y peluda bola putrefacta. Luego, ligo las imagines que le venían a la mente; después bajo la mirada al suelo. Tenía el tobillo ensangrentado.
Quito la sospecha de ser él quien lo ejecutó, pero, comenzaba a perturbarse en silencio ante esos fríos ojos.
Hundió la amenaza en una bolsa con hielo, lo sacó afuera de la casa, lanzándola bien lejos. La bolsa cayó en medio de la calle. Se toco la mordedura después de pisar fuertemente el piso y no sintió nada. Al volverse contemplo las gotitas de sangre que nacían del machete con algo blancuzco; clavado en el sillón con un sobre. El corazón disparaba incesantes pulsaciones. Se acercó. Lo abrió e hizo una veloz ojeada a la única palabra escrita… ¡Despierta!