Cuanto he de extrañarte oculto bajo este lamento profundo, horas muertas en las constelaciones que atraviesan neutras las ventanas, las miradas.

Y en la noche me persiguen los aullidos grises, vienen del pasado mis caras desencajadas y los grillos y la supuesta “buena suerte” de los sonidos y de la infancia que no predestinaron tanto dolor.

Insomnio, yazgo petrificado a las visiones (miles o millones), me desligo del postramiento “adicto, alcohólico, obsesivo, depresivo” y los millones de etcéteras de mi calidad de “maldito enfermo drogadicto del demonio” (mother fucker)...

Centellas, desintegración de planetas (horizonte sepia),visos sanguinolentos, labios escarlata del crepúsculo.

Punta de Tralca, el sol que se esconde, debemos apresurar el paso, llegar cuanto antes a los roqueríos. Se inicia una nueva era, apurar el paso 4,3,2, debemos llegar antes que acabe la puesta de sol, llegar, llegar, atravesar el tiempo, la tarde, los cráteres lunares, los misterios y las dimensiones de los hoyos negros para no convertirnos en miserables promontorios de piedras.

Pink Floyd, Pink Flod, Pink Floyd, los matices claroscuros, anaranjados violáceos del atardecer y ese revólver plateado que imagine tardes enteras resbalando por mis dedos para destriparme los sesos y tanta mierda entre sus circuitos eléctricos e impulsos sin sentidos.

Psicopatía, espasmos, epilepsia, me conmueve el horizonte sepia con sus visos sanguinolentos de vampira bien.

Contemplo centellas a tráves del tragaluz obscuro de mi melancolía permanente. Surcos en las mejillas, rodan lágrimas ante la desintegración de planetas lejanos y la sutil caricia, la suave melodía del viento marino haciendo flamear los telones escarlata, esfumándose los besos de otros tiempos tañidos de crepúsculos.