EL ORO BLANCO
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1 – LA NUBE GÁLICA
Hay ciudades con fantasmas. Pueblos con fantasmas. Naciones con fantasmas. Muchas veces célebres e históricos como aquéllos de las tierras célticas. Fantasmas gálicos con su mitología propia, donde el otro mundo del cual nos separa apenas una niebla perfectamente transitable, comparte con este mundo : seres, personajes y amores. De manera tal, que sus infidelidades conyugales son sólo comprobables si uno transita cómodamente de un plano al otro. Lo cual hace muy complejo en el mundo celta, conseguir un buen divorcio matrimonial.
Dos planos, separados y coexistentes, alternativos y vitales. Tal el mito gálico.
2 – ARRIBO AL TUCUMÁN
El avión me traía de regreso a casa desde La Florida, aquella mágica tierra explorada por Ponce de León en búsqueda de la Fuente de Juvencia, luego de despegar de la hispánica Miami (con sus recovas coloniales y callejuelas serpenteantes, bien conservadas en diseño intacto y fuentes blancas con arabescos). Yo dejaba atrás mío con sumo dolor pues fui allí muy feliz en un mundo bucólico de fronda y flores, jugos tropicales y canarios celeste, Ardillas y dulce de guayaba. Dejé la imponente Prefectura española del puerto de Miami (hoy es museo) cuyos portales inmensos de madera veces fotografié, encontrándolos semejantes a los de la Calle de Alcalá en Madrid.
Me preparé entonces con paciencia, para un larguísimo viaje, desde La Florida hasta Argentina ¡Y de improviso llegué! …demasiado pronto… Siendo que apenas había echado una siestecita.
¡Demasiado rápido! Más rápido que en el viaje de ida un año atrás. El avión descendía, el piloto anunciaba la llegada, la azafata lo confirmaba. El aeropuerto lo señalizaba: “Tucumán”. No había duda, se me había escapado el tiempo y yo había entrado sin quererlo con aquella breve siesta, en una “nube gálica”, perdiendo conciencia de las horas reales entre un mundo y otro. Tal y como les sucedía a los celtas cuando paseaban por sus bellos pasajes mitológicos.
——¿Ya hemos llegado a Tucumán? —pregunté— ¿Ya estamos en Argentina?
Sí, lo estábamos y no lo estábamos al mismo tiempo. Porque en realidad estábamos en Tocumen, el aeropuerto de Panamá .... no en Tucumán, provincia argentina... Pera era la misma nación india, con el mismo nombre y una sola identidad. Habíamos aterrizado en uno de los puntos claves de esa nación inmensa del pasado llamada TKMN.
Panamá es “selva” igual que Tucumán, cual es el significado que de este término se tiene por tradición. Selva enmarañada con intensas lluvias, calor, humedad y fronda. Tal es Tocumen, tal es Tucumán.
Indudablemente “Tucumán” o “Tocumen” es una voz propia y autóctona, con larga referencia en el pasado del continente americano, el mismo nombre, la misma “voz” en términos lingüísticos. Puede consultarse en Manuales con el paso de los siglos los idiomas pierden las vocales o las cambian, pero sobreviven las consonantes. En las lenguas semíticas, ni siquiera escriben las vocales. El término TKMN (de acuerdo a consonantes) es por lo tanto el nombre real de una inmensa nación precolombina, muy anterior a Colón.
TKMN no posee una traducción propia ni en quichua, ni en aymará, ni en guaraní, ni en panameño. La lengua se ha perdido. Pero nos habla de una naturaleza selvática y lluviosa, a quien la lengua castellana tan rica en vocablos, no puede traducir.
Fue tan antigua esta nación precolombina TKMN que su lengua ya se había extinguido a la llegada de Colón en el siglo XV, pero continuaba vivo el nombre de su territorio. Del mismo modo que quedan resabios en las toponimias, de esas lenguas llamadas “protoeuropeas”.
3 – El REINO TUKMAN
Según narran los cronistas españoles, el Tucumán argentino era un Cacicado que comprendía a ocho provincias de hoy. A saber : Tucumán, Córdoba, Chaco, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, San Luis y Santa Fe. Este inmenso territorio estaba gobernado por los Caciques Tucman, quienes lo recorrían en forma permanente socorriendo y legislando a sus habitantes. Pero ellos a su vez, respondían con obediencia fiel al Gran Tucman. El Solitario. El cual era visto en persona solamente por estos grandes caciques.
La dinastía Tucman tenía como medio de vida la explotación del “Oro Blanco” (o sea la sal) procedente de la Salina Grande en el Mar de Ansenunza (mar interior salado llamado hoy Marchiquita) situado en el centro de Argentina y que entonces les pertenecía. Sal marina de un mar desecado y prehistórico a la cual los caciques Tucman vendían al Reino Charcas (Bolivia), transacción que realizaban a cambio de otras utilidades. Pues fueron muy buenos comerciantes estos caciques Tucman. La llegada imprevista del Inca conquistador, desbordó a ambos países. Se apoderó de la sal con todo su ejército… y los Tucman, precavidos y pacíficos, retiráronse a sus zonas boscosas para ya no regresar de allí. Fue su final histórico.
Pero como toda historia pasada se convierte en leyenda, según el mito, ellos eran de color verde y estaban hechos de agua y plantas proporcionando lluvias y verdor. Por ello los invasores recién llegados (como después los españoles) no podían reconocerlos. Pero siempre retornaban en tiempos de sequía para auxiliar a sus súbditos, como lo hacen todos los Reyes—Dioses. Y aquí estamos esperándolos, sobre todo ahora cuando Argentina padece su peor sequía.
4 – HUELGA de BRAZOS CAÍDOS
Sigamos el mito, el cual perduró más tiempo que su nación. Los Caciques Tucman son “Monarcas Aislados”. Isolados Solitarios. Gobiernan desde su aislamiento, rigen sin ser vistos, ejercen un mando esotérico subyacente, que predomina y domina sin hacerse ver. Así este pater familia llamado el “GRAN TUKMAN” es un rey-dios al que ningún súbdito puede llegar a visitar y sólo se comunica con los hombres a través de sus Caciques itinerantes. Semeja en su concepto, al Gran Hermafrodita de masones y templarios.
“Aislado” significa habitante de una “isla” de allí el término más antiguo de “isolado”. Pero esta Isla Tucman, interior y mediterránea como toda isla mítica, nunca fue encontrada por las expediciones hechas en busca de su paradero, cuando el Tucumán era una inmensa provincia colonial. O por expediciones militares argentinas de siglos XIX y XX, quienes incursionaron en la selva enmarañada y pluviosa para hallar el trono o la capital de los Reyes Tucman, a quienes los rebeldes indios chaqueños insistían en obedecer ...desobedeciendo.
Lo más curioso de ello es que obedecían al Gran Tukman desobedeciendo. Negándose a colaborar al trabajo. En huelga de brazos caídos. Los Caciques Tucman les prohibían según parece, colaborar con el invasor.
Tal política de mando estuvo dirigida en principio contra del Incaísmo (su primer invasor) pues el Imperio Incaico era una civilización del trabajo.. Incluso vemos al Inca, azadón en mano, (pinturas del príncipe Guaman Poma). Nada mejor para los Tucman que oponerse al “hijo del sol” con una huelga de brazos caídos, ya que fue él quien los desalojó de sus predios en la Salina Grande Además el Incario no aceptaba ninguna transacción comercial, era un socialismo rígido. O sea la venta de la sal que favorecía a esta Dinastía Tukman.
Una frase muy escuchada en otros tiempos, decía de quienes “remoloneaban” en el estudio o en el trabajo:
——¡Estos sólo obedecen a los Tucman!—
O sea a nadie... ni estudiaban ni trabajaban. Parecía una decisión establecida, cuando no inviolable.
5 – EL REINO IMPENETRABLE
Siempre se señaló al asiento de esta Dinastía Tucman, dentro del bosque del Gran Tucumán de antaño. “El Impenetrable”. Una grandiosa y soberbia selva, la cual ahora debido a la deforestación está en peligro de sobrevivencia, como sucede con tantas riquezas ecológicas que se pierden por el mundo. Allí en El Impenetrable se ocultaba según la tradición vernácula, el Oculto Gran Tukman. El gobierno ya sea colonial español o argentino posterior, tenía con estos monarcas itinerantes y su padre mitológico un serio rival fantasmal. Inexistente y existente al mismo tiempo. Cualquier rebeldía o abandono de tareas imprevistas, era orden de los Tukman. Pudo eliminarse con rapidez y sangre a Monctezuma y Atahuallpa… pero no a los Tukman.
Son Reyes—Dioses inalcanzables. Inalterables. Continúan rigiendo los destinos de su territorio por alguna parte, ocultos en su selva impenetrable y enmarañada, mientras quede algo de ella... O quizás detrás de esa “niebla gálica” donde viven los verdaderos reyes de los celtas. ¡Jamás se encontró a los Reyes Tucman, pues son Daimones! Ordenan. Protegen. Mandan. Vienen. Parten. Su mitología es muy linda y podemos rearmarla para reinterpretarla, pues ya no hay prejuicios en su contra. Ya no hay partidas de soldados pertrechados tras las huellas de una monarquía que no existe en este mismo plano donde nosotros vivimos. Según sabemos hoy, ellos no viven en nuestra dimensión y por ello es imposible encontrarlos.
6 – EL MITO
El Gran Tukman (como el Gran Hermafrodita masónico y también Osiris a quien le faltaba el pene) tuvo sin cópula por partenogénesis a una muy copiosa descendencia. A saber : 4 hijos, 8 nietos, 16 bisnietos... y así hasta 40. Que era su última fecha calculada cuando el Inca (quien era “non tan sancto”) les quitó su reino, su territorio y su economía. Su medio de vida basado en la venta y exportación de sal comestible de la Salina Grande (Oro Blanco del País de la Sal) al Reino Charcas que era su mejor cliente.
En el altiplano boliviano era imperioso lograr esa sal (sal marina indispensable para gente que vive a grandes alturas) para hacer el charqui, su comida nacional. Carne salada y resecada. Reino independiente que también fue vencido y sojuzgado por el Incario. Desde un punto de vista no mitológico y racional, el Reino Tukman tenía una autonomía plena hasta la expansión del Incaísmo hacia el 1200 o 1300 de nuestra era. Cuando Europa vivía dos finales trágicos : la extirpación de Cátaros y Templarios, aquí en Sudamérica se extirpó asimismo al Reino Tucman.
El Incario decidió poseer ese País de la Sal y con razones de políticas pragmáticas que eran “non tan puras”, se apoderó de esta propiedad privada de la comunidad Tucman. Con ello eliminó dos reinos : el Charcas y el Tucman, con sus dos componentes mitológicos propios muy distintos a los del imperio solar. Le respondieron de dos maneras opuestas : Los Charcas en constantes guerras (las cuatro guerras prehispánicas del Collansuyo, donde la última de las cuales favoreció a España). Y los Tucman por su parte, cruzándose de brazos. Se diría que el Incario no gobernó realmente a ninguno de ambos sometidos.
Desde aquel momento los Reyes Tucman se retiran y se “aíslan” en la selva, conformando un mando mítico de dioses-reyes, tal como llegan hasta nosotros. La historia del Reino Tukman nunca podrá ser escrita. Pero sí descripta su mitología y analizado su misticismo. Pues semejante a los mitos gálicos del mundo Celta, su pasado hállase implícito en su cosmogonía. Podemos describir al mentado Gran Hermafrodita o Gran Tucman, padre ancestral de cuarenta Tucman, como a un autócrata, de carácter teocrático. “Aislado”. Habitante de una isla real o mítica, vinculado al agua. Lluvia, grandes ríos. Dios marino de agua dulce tierra adentro, a quien nadie puede ver. Pero él envía continuamente a sus hijos para distribuir periódicamente con generosidad : lluvia, cosecha, flores y pájaros. Abundancia.
Cuando los Caciques Tucman en su sapiente benevolencia trazaron el camino al sur de la Salina Grande siguiendo la Cruz del Sur, señalaron allí un período de tregua. Casi olímpica. Entonces dijeron : “Llegamos cada cuatro años o cada cuarenta años”. En este ciclo de cuatro hijos y cuarenta descendientes, se asienta el período de sequía que invade Argentina y puede tornarse de húmeda en seca o de seca en húmeda, por obra de los Caciques Tucman . Pues Tucman es ...¡Selva!... Y cuando ellos se ausentan largo tiempo... llega la ¡Sequía!
Tucumán indica selva, lluvia, humedad, rocío, verde, foresta, bosques, pájaros, flores, mariposas. El Cacicado Tucman como dinastía se traduce en buen castellano, como el Reino de la Selva. Reino de la Lluvia. O Reino de los Pájaros. En suma, un reino ecológico. Ellos cruzan la Salina Grande y luego se retiran. Detrás de ellos al partir, se retiran también las lluvias, el rocío, las flores y las aves ¡Se han retirado los reyes míticos! ...Los Tucman. Pero volverán. Un día regresan con el agua y la vegetación. Con el rocío y el canto de las ranas. Tal es la leyenda. Tal el mito. Y tal los hechos ecológicos, la región tiene una larga tregua menor de cuatro años y una mayor de cuarenta años donde las lluvias embellecen sierras y pampas, el horizonte se azula y el colibrí adorna las mañanas. ¡Son los reyes del Tucumán que han regresado! su nombre mismo habla de riego y vergeles. De selva y lluvias torrenciales. Cruza la salina y se retira casi cada medio siglo. El Tucumán llega, se establece y se va. Entra y sale. Viene y parte. Tal como el mito antiguo de los Caciques Tukman lo condiciona.
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En el mito los Caciques Tucman, siguiendo la tradición matemática y numerológica de todas las culturas precolombinas, eran un conjunto homogéneo de varios hermanos que cogobernaban . Venían juntos y se iban juntos. Algunos sostenían que eran dos Caciques Tucman (diarquía tipo clásica), pero otros aseguraban que eran cuatro (por el ciclo menor de cuatro años) colocándose uno de ellos en cada punto cardinal. Aumentaban también su número de ocho a cuarenta y si seguían jugando con los números, éstos podían llegar a hacerse infinitos. Pero como las mitologías tienen la virtud de ramificarse de maneras infinitas, nos quedaremos con los Tucman ecológicos de la prosperidad, que vienen y van. Visitan con su vergel y luego abandonan todo dejando la seca y los campos incendiados, por la falta de agua. Transformándose luego de ello el país en un desierto. ¡Sequía cíclica e inalterable! Mítica. Desolante.
7 – EL DRAGÓN BLANCO
Este salinar, rico y disputado “Oro Blanco” propiedad privada del Gran Tucman, agrandó su figura política y mágica. El tenía, como todo dios pagano que se precie, su propio guardián. Un feroz “cancerbero” encarnado en la figura de un yaguareté blanco, albino, hecho de sal. Una mole gigante salina, igual en forma a un dragón. Monstruo blanco que vigilaba de noche a la Salina Grande, evitando la substracción desautorizada del polvo prodigioso. En tiempos prehispánicos tenía la figura de un yaguareté albino (tigre guaraní selvático) y en tiempos hispánicos se lo identificó con un animal mítico europeo : el Dragón de la Salina, temido por los lugareños.
Un dragón vigilante ...Un monstruo... Un ser mitológico y devorante por su mole salina. En este punto el Reino Tucman y su Gran Hermafrodita, vuelven tortuoso y simbólico, a un hecho real. Cualquier intruso que intentaba apoderarse del tesoro comestible, era devorado por el dragón. De manera tal que creando el mito, los guardias del lugar apostados, tenían una justificación fácil para deshacerse del ladrón.
Fue una próspera exportación de sal muy fructífera y vigilada por buenos guerreros que serían imbatibles durante siglos. Pero a la cual el Incario —más potencial— iba a eliminar hacia el 1300. Los Reyes Tucman por siglos vendieron su producto salino, al Reino Charcas, dueño del cerro más rico del mundo. Y éste último les pagaba en oro y plata del Potoche (Potosí) y no tardaba en revenderlo a muy alto precio. Los Incas no admitían propiedades privadas, latifundios ni minifundios, mucho menos especulación comercial. Y sin duda alguna estos Caciques Tucman que eran dueños absolutos del País de la Sal, hacían con él, pingües negocios.
Oponiéndose a todos ellos, los Incas socialistas a ultranza, propulsores del bien colectivo y estatal (siempre que el Estado fueran ellos, una familia de la realeza) como asimismo opositores firmes al comercio y al uso del oro como metal de intercambio, acabó con estos dos reinos. Tukman y Charcas. Los hijos del sol aniquilaron a esa nación tucumana antiquísima, sobreviviente de un lejano pasado, que al comienzo y en un tiempo muy anterior a ellos, salía de Argentina y llegaba hasta Panamá.
El Tucumán o Tocumen libre e histórico, gran reino, ya había muerto a la llegada del español, pues pertenecía a ese tiempo ilímite donde subyacen las culturas precolombinas. Este reino fue un gran constructor de mitos para transmitir antiguos mensajes. Fue el Incaísmo quien lo borró del devenir —hecho muy imperial— porque no quería pagar la sal. Y como siempre hacen los socialistas “estatizó” el salinar. Lo “desprivatizó”, eso que hoy día tanto se critica. También lo borró de la historia, del recuerdo vivo y fue allí cuando se refugió en el mito. Como hicieron los galos con su pasado histórico que conformó sus leyendas vivas.
Sin embargo después de ello y en medio de la evangelización, la leyenda del “Dragón de la Salina” tomó otra vez cuerpo con toda su furia pagana para ahuyentar ladrones. Fue incorporado a la mitología criolla y evocado en el escenario por los gauchos arrieros, quienes nunca pasaban solos por el salinar. Siempre iban en compañía numerosa, se persignaban, oraban avesmarías y padrenuestros, pedíanle permiso al Dragón de la Salina para seguir el camino. Y en ese sincretismo religioso donde ellos sentíanse cómodos, continuaban la marcha nocturna hasta el nuevo sol.
8 – DINASTÍA SAGRADA
Podemos en la actualidad vestir con ropa moderna y subir a rodados con motor, para recorrer palmo a palmo el extenso territorio que formó parte del antiguo Reino Tukman. Sin embargo los mitos y las almas que contienen estos territorios, los países, el solar, las ciudades y las diferentes Pachamamas sobreviven en el trasfondo. Son reales aunque no sean palpables. Son ideales aunque sean irreales. Pertenecen al lugar, a su entorno. Y hay lazos históricos inmodificables.
Con una Dinastía gobernante que vive en dos planos, el antiguo Tucumán ha dejado su sello indeleble. Más rápidamente se quebró luego de la conquista, la imagen del Inca, que la de los Reyes Tukman. Dentro de ese contexto puede exponerse una temática fantasmal, o predisposición a transferencia de un plano a otro como si una puerta estuviese abierta y es posible transitar con frecuencia por ella. Como una puerta abierta al mundo desconocido, al mundo precolombino, tal como fue en el período “druídico”, es decir gálico.
Y en ese climax real e irreal, donde flotan de tiempo en tiempo sus fantasmas, el Tucumán de antaño tiene su voz, sus juegos, sus tragedias. Su vida de siglos. Reúne a sus habitantes de sur a norte y los consuela en sus sequías o los arrulla en el torrente de sus crecientes. Como un ángel tutelar, liberador de tragedias ecológicas, donde transita de tiempo en tiempo :
“Algún enviado de los Reyes T K M N”
… Para traer de nuevo a esta región la fertilidad, el canto de las ranas, las mariposas, el rocío, los colibrí, la lluvia benefactora que hará florecer las pampas, serranías y champas con su luciente lozanía.
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Alejandra Correas Vázquez
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