El deseo que derrapó en tu cintura,
y el beso atascado en un rincón de tus labios;
tres oídos sordos a los consejos de los sabios,
mi incensatés rasgada por las garras de tu cordura.
El parte de un crimen con dos muertos sin asesino,
mi pasión desbordada en tono de espera;
en mis manos queda la redondes de tu cadera
y en mi rostro la insoportable expresión del cretino.
El grito de tu espalda de la despedida
con ese adios que llega sin acuse de recibo
al costado de los versos que atormentan pero no escribo
mientras miras el torpe paso que doy en la huída.
Lima, 28 - 30 de julio de 2008
Texto agregado el 16-09-2009, y leído por 124
visitantes. (3 votos)
Lectores Opinan
20-02-2015
Ingenioso y cierto. Situación que compartí.os muchos. Saludos. m14
16-09-2009
...con ese adios que llega sin acuse de recibo...genial poe85
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