Dicen que es mejor dejarlo cuando la cosa no tiene visos plausibles de solución. Dicen que una vez has tocado fondo la cosa solo puede ir a mejor. Dicen que hay que saber cuando dejarlo. En definitiva, dicen bobada tras bobada, vacías todas de significado real alguno, perdón quería decir presunta bobada.
Las cosas no se acaban cuando uno quiere, si algo se ha acabado, lo ha hecho al margen de lo que uno quiera, es decir, se acaban y punto. Que estés al margen de algo no significa que se haya acabado, solo significa que ha dejado de afectarte, lo cuál es más que suficiente en la mayoría de casos. Es por esto, que una buena dosis de abstracción ayuda. De esto sabe mucho la nueva psiquiatría, “una pastillita y todo importa un carajo” que diría alguno de mis colegas. Ese es el truco, el problema o razón de tus desvelos continuará ahí, minando tu alma desde dentro, pero a ti te importará un carajo. Cuidado pues con el agujero negro de la abstracción, como tantas otras cosas tiene doble filo, dos caras, el Yin y el Yan.
A mayor desvelo de tu esencia, mayor dosis de abstracción. Cuanto más me jode, menos me importa. ¿No es esto un contrasentido?¿No debería ser al revés? No deberíamos poner el énfasis en lo que más nos jode, para que deje de hacerlo, por supuesto habrá un precio, y habrá que pagar tarde o temprano. Pero entrando en ese otro laberinto, el de la negación, no hay posibilidad de tocar fondo para coger impulso, simplemente llegará un día en que nos miraremos al espejo de buena mañana y no reconoceremos al imbécil que nos mira con cara de pobre pasmado desde el otro lado.
Así pues desde este ángulo, en el que, al menos, parece haber cierto grado de control, proporcional al grado de dolor, todo toma un cariz diferente, menos desolador. En realidad no es cuestión de buscar la felicidad, sino de desterrar la infelicidad, no podemos ser felices cuando queremos, pero lo que si podemos hacer es dejar de ser un poco infelices cada vez, poco a poco, paso a paso.
Mi conclusión es pues, que las cosas hay que terminarlas, bien o mal, pero finiquitarlas. Nada de “Lo dejo” o acabaremos acarreando un saco de mierda tan grande que inevitablemente nos dejará clavados en nuestra autocompasión tarde o temprano.
El Indolente Dubitativo.
|