Blanco o Negro…

Blanco o Negro? se preguntaba Evelyn, que sentada en el borde del balcón de su casa, cuya vista era esa puesta del sol que transpone el horizonte acompañados de una brisa tibia, envolvían a esta niña en un aire de plena paz, la cual no era suficiente para esclarecer sus ideas en el momento de resolver tan confuso dilema, el blanco ha sido mi pasado, -decía- es ahora mi presente, es con quien he vivido por más de 365 días toda clase de sentimiento, quien me abrió las puertas de la incertidumbre para volverme cruel y que al mismo tiempo hizo en más de una ocasión que mi alma fuese a su semejanza lo que deseara, que guardó mi pureza hija de la inocencia en esa cajita de cristal que se convertiría en recuerdo y que de la nada oprimió ese botón que no conocía de mi que activó toda clase de afición a los placeres de la carne, en verdad alguien inolvidable.

Blanco o Negro…

De la nada aparece negro, también mi presente y mi posible futuro, que con dulces palabras capta de mi toda atención posible, que con solo rozar sus manos con las mías estremece hasta el más pequeño musculo de mi cuerpo y juega a ser ese niño que carece de afecto, en especial de sus manifestaciones, que usa sus negros ojos para llevarme consigo a un viaje interminable de total aventura, donde ni el parpadeo se convierte en punto de partida, porque el viaje comienza con el solo pensarle, con quien desearía naufragar en ese mar de nuevas experiencias e ilusiones…

Evelyn que aún no podía discernir aquel sentimiento que la agobiaba, solo sentía la obligación de escoger un camino, que por cierto la obligaría a abandonar el otro, se hacían más claras cada una de las letras de las palabras:

Blanco o Negro…

Con Blanco conocí el significado de la palabra agonía y al mismo tiempo la más loca expresión de alegría, la frialdad, la soledad, la resignación, la necesidad, la perturbación y hasta la gana de morir, la sangre hirviendo en mi cabeza, la penumbra y cuan arrebato me pasaba por la mente…

Blanco o Negro...

De repente, Negro, que aparece con una expresión de niño indócil y endeble, dice contemplar mi rostro, y me eleva lentamente cuan viento a una hoja seca en otoño a un mundo de ensueño, donde aquellas palabras grises se transforman, donde esa sangre hirviendo en mi cabeza generada por el desespero, se vuelve un fluido tórrido que busca manipular mi cuerpo para saciarse dejándose a la vez endulzar por cada una de las palabras que susurra a mi oído.

Aún así, persiste la duda, ya anochece y Evelyn se sigue preguntando,

Blanco o Negro?