Este no es cuento, poema
ni ensayo ficción
¡Es propaganda!
Lenguaje que degolla la estupidez cotidiana.

Alguna vez, en alguna clase, se discutía la posibilidad de reducir lo real a “texto”.
Recuerdo mirar por la ventana y transmutar el edificio en texto, al hierro de la escalera en texto,
a la muchacha que subía en texto.
Y las cortinas se cerraron disecando al farol construído de palabras.

Disuelto el ser de texto, bajé al patio que fue texto, de la universidad que texto era,
hasta la calle, hasta toparme con un perro encadenado,
aullando bajo una lluvia, que también era, quizás de texto.

Un perro olvidado
un texto desechable
ambos comparten
la suerte del abandono.

La cadena no era texto,
y el animal resistía ser otra cosa, que no fuera un perro,
un perro abandonado. Y posiblemente murió de hambre, de olvido,
de alguna muerte irresposable.
Una muerte de novela para el perro de texto.

Este no es cuento, ni poema
Narración o guión ¡Es texto!
Es el perro sin dueño, que murió abandonado.

Hace días caminaba pensando en lograr la fama
No me interesaba la fama póstuma
ni la exponencial
menos la meritoria
Yo quería algo explosivo,
ser famoso aquel mismo día o quizás esa misma semana
Que alguien compusiera un soneto de amor y locura en mi nombre
Que cambiaran los semáforos dándome siempre luz verde
Pero tuve un instante de lucidez,
una epifanía
a mitad de pensamientos paranoicos,
me di cuenta que la fama era solo texto
y que a esta altura de la poesía,
no vale la pena ser famoso.

Este no es cuento, poema
ni ensayo ficción
¡Es propaganda!
Lenguaje degollado de estupidez cotidiana.


J.U.G