este cuento iba para el super reto aniversario de la página, pero no entendí bien las reglas y no pude participar :( . Sin embargo, me gusta como me quedó y decidí subirlo, jejeje. Igual va dedicado a esta página y a todo lo que ella despierta en nosotros.
Para los que no lo conozcan, "El Beso" es un cuadro de René Magritte. Aquí pueden verlo: http://www.fotolog.com/oo_stepha_oo/15080021

El Beso de Magritte

Nunca imaginé el calor que puede generar mi propio aliento. El saco sobre mi cabeza acumula el vapor y se une a los flequillos para atizarme las mejillas. Es extraño. Mi rostro siente todo el ahogo capaz de producir este horno natural, y el resto de mi cuerpo no deja de temblar ante la humedad de la ropa recién empapada tras la tortura.
Te recuerdo. Me veías, iluminado por el hilo brillante que dejaba escapar un agujero en el techo de nuestro escondrijo. No podía haber más luz, no podía haber más ruidos que nuestros susurros. Jamás pensamos que la promesa mutua de aquella noche sería nuestra última motivación, nuestra última desdicha, nuestra última alegría.
Júrame –rogaste- júrame que si te alcanzan me delatarás. No puedo vivir sabiendo que van a matarte. Solo si tú prometes lo mismo. Alcancé a responder. Y juramos. Nos unimos en una mueca desquiciada intentando sonreír. Afuera, los cazas continuaban la búsqueda.
Corriste entre los matorrales intentando que alguno se salvara, pero con el claro deseo de no ser tú quien lo lograse, llamando su atención para darme una vía de escape. Oí cómo tus golpeteos poco prudentes lograron su cometido, y el pelotón corrió tras tu paso. Mi rostro congelado en esa mueca horrenda que fingimos se deshizo en lágrimas y gritos ahogados. No había notado lo irracional de nuestra situación, lo improbable que se me hacía todo aquello por lo que luchábamos si tú no estabas ahí para apuntalarlo. La vida se me hizo una carpa sin centro que poco a poco se destendía arruinándolo todo en su interior. Rogué porque cumplieras tu parte del trato.
Luego se hizo el silencio. La montaña responde a la soledad de otra manera. La ausencia del murmullo de grillos, ranas y pájaros nocturnos, delataron a los cazas pese a la oscuridad. Entonces su faro me encegueció. Sentí mi cuerpo perder todos los sentidos y no hice esfuerzo alguno por recobrarlos. Así me trajeron hasta este lugar, donde ahora estamos.
-No tienes que decir nada, solo dibuja el mapa, nosotros haremos el resto- dijo el teniente a cargo. Pusieron frente a mí un viejo papel azul y un lápiz. No había podido decir palabra alguna a pesar de las torturas. Mi mente quería honrar nuestra promesa, pero mi cuerpo te protegía impidiéndome el habla. Así pude lograrlo. Te cumplí como tú lo hubieras hecho. Por eso los guardias no entendieron nuestras sonrisas cómplices cuando te empujaron dentro del cuarto y volvimos a vernos.
Ahora estamos aquí, escuchando la cuenta regresiva y el click de fusiles que se preparan para la ejecución al otro lado de estas capuchas sofocantes. Recordando aquel cuadro de Magritte que tanto nos gustaba, y decidiéndonos en el último segundo a personificarlo, oyendo nuestros propios gemidos sofocar el estallido de las balas y sintiendo nuestro beso sobrepasar la tela áspera para saborear, en el último segundo, la sensación de sernos fieles sin importar las consecuencias.