Si no fuera usted tan pertinaz
en su sombra
cuando se desboca al precipicio roto de la mirada
y todo lo inunda,
o sus ojos no fueran el viento que mueve la rama
del recuerdo aquel,
que nació en la penumbra del sueño.

Si no fuera usted la rosa negra
que aguarda
oculta a la verde hierba que la espera,
o no fuera la piedra
que se erosiona sola con la palabra
y delimita el tiempo,
o la hoja viajera que ya no viaja
y al olvido se acostumbra
cuando se le pierde el Otoño
de entre los dedos.

Si no fuera usted la raíz que se agarra
con tanta ansia a la tierra
que la derrumba,
o la sangre que se desangra
a borbotones de versos
cuando la noche de duelo se le arranca,
o la costura que todo articula
enfrente de la vértebra de la espalda
y justo en el centro del pecho.

Si no fuera usted todo eso,
ya no seria capaz de querer
por todo de lo que, de usted,
no tengo.