La noche se me hacia tan perpetua como todas las noches vividas lejos de ti, de tu mirada perdida. El cielo estaba estrellado, me iluminaba la misma estrella que nos observaba desde lo alto cuando estábamos juntos y me quedaba dormida en tu regazo.
Tu voz silenciosa se había perdido entre las nubes, mi alma se hacia trizas, mis labios se humedecían con las gotas de lluvia, ellas caían lentamente sobre mi ventana, una tras otra, parecían mis lágrimas; las mismas lágrimas que brotaban de mis ojos cansados de tanto llorar.
No sé, cuanta agonía he sentido al verte partir. Tú, lo cambiaste todo con un beso, una sonrisa, me enseñaste a pronunciar una frase de solo dos palabras “Te Amo”.
Cuanto dolor he sentido todos estos años, extrañando el roce de tu piel, tu aroma, tu cuerpo junto al mío envuelto entre las sábanas y tus caricias hasta el amanecer. Nunca existió un motivo suficiente para escapar de lo que estaba sintiendo.
¡Yo sé que las palabras entre los dos, se las llevó el viento! Cada sonrisa, cada palabra, cada mirada y mi imagen, son tan solo un recuerdo para ti. He tenido que conmoverme con mi incertidumbre que va haciendo estragos dentro de mí.
Todo se perdió entre las nubes, en medio de las hojas de aquel árbol donde nos juramos amor eterno. Aún esta pesadumbre sigue carcomiendo mis entrañas lentamente y la lumbre de la esperanza se empieza atenuar con tu recuerdo.
¿Qué si me quisiste? Aún no lo sé, nunca lo logré entender.
Ese capítulo de mi vida parece borrado de mi memoria, ya los años no me dejan recordar nuestros rostros cuando éramos jóvenes, solo conservo una fotografía vieja y empolvada que dejaste sobre mi cama antes de marcharte, la dejaste acompañada de una nota triste que aún cuando la leo, me produce llanto.
Yo se… Se que no pude darte tantas cosas, pero te entregué mi corazón y una promesa de amor hasta la eternidad, que aún en mi lecho de muerte, no la he podido olvidar.
¡Lo intenté! Traté de muchas formas olvidarte, una de esas fue con un nuevo amor, pero en él seguía viendo tu reflejo, sintiendo tus besos impregnados de carmín. Fue difícil para mi engañarle y engañarme.
Es inevitable… Cada lluvia de mayo tu recuerdo evoca dentro de mi mente, me resulta arduo soportar tanto dolor dentro de mi corazón, cada vez que pienso en tu partida, ni siquiera me dijiste adiós, fueron solo sollozos los que brotaron de mi corazón.
Guardé por muchos años esta carta que escribí para ti, desde que te fuiste, se quedó sin destinatario, he vuelto a leerla para recordar nuestro amor.
Y yo sigo esperando que ese lucero que se posa sobre mi ventana cada noche, me devuelva al ser que más quiero.
Si tan solo pudiera devolver el tiempo. Cambiarlo todo. Decirte todas las palabras que no dije ayer. Tal vez resultaría en vano, porque entonces... Tendría que volver a nacer para vivir… “Recordándote bajo la lluvia.” |