Navegaba cierta vez, la mitad de una cascara de nuez. A cierta distancia de las playas, adentrandose aùn mas al ancho mar, diviso una vela que volaba, con el viento y sonreia y se dejaba, de puro placer y libertad, Mas no pudo nuestra amiga soslayarla, casi mas bien cautiva se quedò, y a los ojos de la vela se prendiò, y subyugado por su afectò se encontrò. No inventaba las palabras que decìa, le brotaban como nueces del nogal, encontrando el hueco justo alli en su amiga cual si fuese para el su otra mitad. Ya a poca distancia de su amiga, nuestra cascara de nuez cuenta se diò, que bajo aquella vela cabilaba, meciendose en las olas asoleda, otra cascara de nuez color marron. Se vieron navegando el mismo rumbo, y al cabo de algun tiempo sucediò, que andando el mar contentos y charlando, el viento fue tejiendo entre los dos, una red imaginaria que a la postre, sus vidas solitarias enredò. Pero el viento, viento amigo fue creciendo y en un circulo hacia el centro se cerrò, llevando ambas barcas hasta el centro, formando entre las dos un cascaròn. Unica nuez, imposible nuez, tan bien formada entre los dos, que magica cadencia de la unión, perfectos navegantes del amor. Pero aquel huracàn que contenìa, como a perla aquella cascara de nuez, cerro tan fuertemente sus entrañas, que aquella balsa perfecta del amor se partiò de nuevo a la mitad, dejando en cada parte desolada, un parte de la cascara del otro, soldada como hueso al cascaròn. Navegan hoy lejanamente y sin hallarse, hasta quien sabe ¿ alguna proxima reuniòn ? o el colapso final contra la roca de un inerte y despechado corazòn. |