En tus manos se sumerge el polvo, las cenizas, que se hunden en tu palma y piden ser atadas a la ausencia para dejar de tener conciencia sobre sí mismas, pero estas, pobrecitas, no tienen conciencia de que son cenizas y tu recuerdo son las cadenas que las atan y no las dejan ir. Por eso, en las cenizas recuérdame pero no me dejes ir con el viento, sólo contra él. He dejado de existir para que las palabras surjan a través de mí llevando la claridad que no poseen, sin límites, no hay algo más allá de nosotros mismos. Te sumerges en la orilla, primero sobre ti, luego sobre tus cabellos y sobre tu propia palma para darte el encuentro con las cenizas y tu recuerdo. Te sumerges en la orilla, sobre piedras, arena y mar. Pero no me arrepiento, ni de esto o aquello, ni de ayer u hoy, es sólo viento y por eso deja de chocar contra ti. Como una página en blanco, como todo lo que espera ser escrito, todo o nada. Es así como esperas, negándote sobre ti misma, sumergiéndote sobre tu pasado y pensando que lo cierto es pasado, aferrándote de forma segura y con firmeza sujetas tu palma, me estrujas recorriendo toda tu palma con cada sentimiento, esperando encontrar algún sentido, magnifica tentación para volver. Golpeo la imagen sin fuerza, a mi propio ritmo, porque no hay dolor, sólo la sensación de un golpe, una y otra vez, esa sensación esperando llegar a ser algo más que un eco resonando a través del vacío. Esta vez, será todo o nada, y espero que otros escojan por mi, quizás todo, quizás la nada, pero si es nada luego ¿qué? Por esto. Hoy no importa algo y luego ¿qué? El silencio, la luz, una acumulación de líneas y dimensiones sin sentido. Es así como te escribo al verte. Pero el lápiz ruge contra el papel y todo se niega a la nada y la nada espera ser encontrada en el todo, nada esta sola, está en soledad como tú, porque ya eres nada, ya que yo ya no soy algo, sólo cenizas que esperan volar contra el viento para chocar contra todo y luego ¿qué? otra vez, Nada. |