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Aún dentro de esta habitación, encerrado, oculto de noches grises, sueño bajo cortinas rojas, rojo desesperante, rojos sus cabellos de la que no descansa y contempla las voces que hablan de ella y dicen nada. Todo. Quizás el suplicio de las voces calmen la pena del que descansa y sueña dentro del sueño, el ensueño. Detrás del muro son noches grises, debajo esta ella, mirándome, el que sueña y piensa en ella, en mí, en otros. Sal del fondo del barro de tus desgracias, libérate del calor apaciguante de tus sábanas de viento fresco, deja de soñar con la muerte vestida de negro, bella muerte, con su sonrisa alegre y media burlona, calla el ego intrínseco de tu ser, de noches calurosas en tu invierno, mi invierno, mi ego, yo. Regálame compasión en tu mirada, compadece las noches de desvelo en tus sueños detrás de tu sombra, todo gira, todo tiembla, trémulo mis pensamientos al imaginarte no estando en el sueño, por eso deja de mirarte, esperando cerca del río bajo las noches grises , la luna incandescente, el barro sobre mis pies, el barro te refleja, te moldea y te crea con todo tu esplendor, sólo tierra y agua estrujada, agria, macabra y triste, no eres tú, son las voces que claman por tu ausencia dentro de mí, las que quisieron alejarte del río y no dejar esta habitación, eres tú mi muerte arrebatadora, eres tú la voz que te acompaña, soy un espectador más de tu obra de títeres de tela que danzan para ti, y te veo esbozando otra vez esa mirada, esa desgarradora, inútil mirada de despedida, no compasión, no tristeza, sólo adiós al ensueño, adiós al recelo de verte en otros, los otros que recelo, que esperan detrás del sueño compartido, del final detrás del fin del camino, un acantilado. Despiertos te vemos, cerca del fin, bella como ensueños, rojo apaciguante, rojo los destellos de tus cabellos, escurro mis manos sobre ellos y me quemo el alma poco a poco, mirándome detrás de un velo hecho de mi desesperación, me nublas detrás y por delante, me pierdo, pérfido sobre ti , te veo a través del espejo, tu reflejo y tu ser, te veo y me vuelvo a perder, otra vez la luna y el río de noches grises, la habitación , te veo y me vuelvo a perder, las voces, tú , yo, la nada, todo y entiendo, que soy aquel hombre quién esperas. Llévame que iré contigo a donde quieras que sea y deje de ser, al lugar de mi encuentro con mi otro ser, al reflejo , al destello, hacia ti, llévame que iré contigo y todos los demás que aborrezco también irán porque eres tú la que espera por nuestro encuentro, encontrando contemplación en nosotros mismos, te espero detrás del muro de tu encierro junto con las voces y todo lo demás, a tu encuentro, quizás todo, quizás nada o el fin nuestro. |
Texto agregado el 14-09-2009, y leído por 105 visitantes. (0 votos)
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