Hace algún año, un ser insultable me realizó la siguiente pregunta: “- Javi, ¿tú mientes?”. Yo a esa pregunta respondí afirmativamente. Desde ese día no soy un ser de confianza.

Bien, quiero aclarar algo. No soy una víctima (como dije en numerosas ocasiones) pero siempre confié en las personas hasta que me demostraron que no se merecían mi respeto. Esto me provocaba malestar por lo que, desde pequeño, fui forjando mi personalidad hasta convertirse en alguien en el que puedes confiar para lo que necesites. Sin embargo, hablando de la mentira pregunto: “¿Quién no miente?” Cuando planteé esta cuestión al personal presente en la conversación antes citada, todos, sin excepción, respondieron cínicamente que ellos no mentían.

¿De veras jamás mentiste? ¿Nunca dijiste que estabas bien cuando estabas mal? ¿Nunca dijiste a tus padres que dormías en casa de tu amigo/a en lugar de dormir en casa de tu novio/a? ¿O que realmente no fuiste a ese sitio al que no quieren que vayas cuando vienes de él? ¿Nunca guardaste un secreto tuyo? Yo sí. Todos hemos mentido alguna vez y mentiremos en el futuro. La vida da muchos giros y en ocasiones no se deben decir ciertas cosas en momentos determinados, o quizás nunca, y el motivo de esto es el respeto.

El mentir no siempre es algo malo, incluso en ocasiones es un acto lúdico; véase el día de los santos inocentes. A veces, no es educado decir lo que piensas, no es respetuoso. La sinceridad y la educación muchas veces bailan juntos y debemos tener cuidado con lo que les damos de beber porque pueden acabar por distanciarse cuando tengan los pantalones bajados. No me extenderé más en esta relación porque creo que todos deberíamos tenerlo claro ya: está bien ser sincero pero, cuando ello cuestiones ciertos aspectos educativos, debemos mentir y reservarnos.

Hablemos ahora del secreto. El secreto, ni más ni menos, es otra clase de mentira. Es una mentira que cuando tienta ser expuesta nos lleva a engaño. Cuando una persona guarda algún secreto sobre su vida, está mintiendo a su alrededor. ¿Es mala esta mentira? En absoluto, sino todo lo contrario. Todos debemos tener algo para nosotros. Algo que nos haga sentir que sabemos más sobre nosotros que nadie. Yo tengo mis propios secretos y probablemente con algunos me vaya a la tumba, y tú deberías hacer lo mismo. Cuéntalos cuando ya estés muerto. Si lo haces en vida serás juzgado, criticado, castigado o lo que es peor, tratado de forma especial. Nadie quiere eso. Todos queremos seguir jugando con el papel que nos hace ser quienes somos.

Como moraleja o consejo ante esto, decir que hay un corazón en tu pecho que te pertenece. Hablamos de él como una cajita en la que se guardan nuestros sentimientos, pensamientos, emociones, etc.. Ábrelo sólo cuando en él haya un cáncer, sino acabarás desangrando tu persona y convirtiéndote en carne hueca.





*Javier Santalices*