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Confesión de fuego.

Es aquí. Es aquí donde el camino acaba y todo se va. Es este el fin del mi camino. Es aquí donde ya no me alcanzan los pulmones para dar un paso más.

Estamos lejos, o mejor dicho, estoy lejos de ti, sin apoyo sin nada. Estoy dolorosamente lejos, en otro extremo del mundo, a veces en un desierto, a veces en un lago congelado, a veces en medio de nada y desnudo, a veces en un bosque incendiándose como hoy, así estoy, atrapado en una vereda entre el mar y el fuego…más débil que nunca, arrastrando las piernas para caminar, tropezándome.

Me pregunto para que todo esto… para qué…todo resulta vacío y hasta extraño en este bosque que he recorrido muchas veces y que ahora no reconozco.

¿Me escuchas? Porque yo solo siento que me duele la vida y me duele respirar…es como si caminaras por caminar y después de heridas y golpes te das cuenta que no has avanzado, que has estado en el mismo lugar desde antes de que nacieras…te sientes rendido y sin fuerzas, arrojas tu cuerpo al piso y te desprendes de él y te ves desde arriba, como flotando, como en las películas y puedes ver el tamaño de las cosas que arrastras y puedes ver cómo te marcan la piel y te hacen sangrar, pero no puedes ver que son esas lastres, no puedes ver bien lo que te lastima; llamas salen de ellas y van y encienden tu bosque, queman el camino recorrido y destruyen todo lo que miras. Todo arde alrededor y sientes que te quemas, pero no del todo, no totalmente, solo esa sensación de asfixia en una gran nube de humo y tu carne prendida…te preguntas por que no te quemas de una vez y te haces cenizas…

Y te veo a ti, del otro lado de un río muy ancho, tan ancho que no entiendo como es que logro verte, ¿cuándo se hizo tan grande este río? ¿Cuándo se hizo inmenso? … ¡no entiendo como es que te siento y te huelo si estás tan lejos!… ¡¿Cómo puedo escuchar tu corazón si estás en otra galaxia?!

Observo tus grandes ojos descubriendo y hurgando cosas de tu nuevo mundo, tendiendo puentes hacia nuevos amigos, repartiendo sonrisas, intercambiando, quedando, citando, prometiendo, resolviendo, construyendo tu reciente vida con sonrisas y holas, inclinando tu corazón, interesándote, escribiendo, compartiendo las últimas horas del día y las primeras de la mañana con gente que te era extraña hasta hace poco, gente que ha llegado después de mi, gente con la que vas haciendo tu pequeño mundo, tu mundo aparte, separando tu vida en aquí y allá….

Y ahí está tu mundo, tu mundo rescatado, tu mundo de promesas, tu mundo ayer olvidado y hoy presente y lleno de sabores, Tu mundo donde el sol te brilla en lo ancho de la bóveda celeste, y donde el brillo de la luna nunca te abandona, donde el viento te refresca por las tardes, donde miras el horizonte con los ojos de una niña curiosa, esperando las cosas que vienen, anhelando el momento del día siguiente. El mundo al que te llevé, el mundo que te dije que existía a pesar de saber que acabarás haciendo de ese nuevo mundo, todo tu mundo. El mundo que ahora compartes con brillo en los ojos… en el que te sonríen y admiran, tu mundo perfecto…sin mi.

Volteas y me miras. Me sonríes como si estuviera a tu lado -¿estas cerca o lejos?- me dices cosas de amor, siento tu caricia y tu beso en el aire caliente, tus palabras son suaves granos de hollín que se posan en mi piel quemada y me miras con deseo a veces, y otras más con ternura… yo sigo sin entender como es que te veo tan cerca si estás tan lejos y me pregunto si no ves mis llamas, si no hueles mi piel quemada, si no oyes mis gritos…si no sientes mi sangre manchando tu cara, pero tú me abrazas y pones tu cabeza en mi pecho y suspiras, pasas tu brazo por mi espalda destruida y sonríes…

Mañana irás a tu mundo a seguir construyendo y tendiendo puentes, me hablas de él, de lo hermoso que es y yo te escucho en medio del crujir de árboles que lloran por el fuego, necesitas decírmelo aún, todavía, y entonces me besas, me dices que me quieres… pero no me ves, no puedes ver a este hombre deshaciéndose, con la carne chamuscada y los huesos expuestos, no lo puedes ver, nunca lo podrás ver… ves otra cosa con los ojos de tu mente, intento llorar pero mis ojos están secos en sus cuencas, no hay liberación ni en las lágrimas, así que te miro y te sonrío con mi cara devorada por las llamas, te digo que todo está bien y tu me aprietas cerrando los ojos, no puedes ver que esta lengua que te habla está en pedazos y medio calcinada… hay otra imagen en tu mente, recargas tu cabeza en mi hombro descarnado, siento el inmenso dolor que me produce tu cercanía antes de tu regreso a tu mundo feliz… no, no puedes ver a esta antorcha humana que no termina de quemarse… no puedes ver ni sentir mi agonía… es simplemente así, te dedico palabras dulces, te doy confianza, como siempre lo he hecho, como cada vez que te veo, te digo que mañana será un buen día para ti, que alcanzarás tus metas, que realizarás tus deseos.

Me das un beso de despedida en lo que queda de mi mejilla y el río vuelve a hacerse inmenso, ya no estás aquí, estás en tu mundo, tu verdadero mundo, yo soy ahora solo un punto gris en el horizonte, y después seré nada a lo lejos, habrás besado solo una sombra…

Pero hoy ya no hay más camino para mí, mañana te asomarás y ya no hallarás nada del otro lado del río, solo encontrarás un océano en el que la vista se pierde en su vastedad y te preguntarás si solo fue un sueño, si alguna vez hubo algo ahí…

Texto agregado el 11-09-2009, y leído por 152 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-09-2009 Me gusta como escribes, expresas muy bien el dolor profundo del alma y del corazón y la desesperanza eterna pero resignada =D mis cariños dulce-quimera
 
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