Y nos subieron a buses color milico y nos llevaron al Estadio Chile: ahí nos esperaba la terrible verdad: habían convertido ese lugar de encuentros deportivos, culturales, políticos, en templo del horror, impregnado de las más bajas y oscuras vibraciones. Y la víctima para la inmolación fue designada desde el comienzo, cuando el jefe de ese lugar tenebroso descubrió con un placer desmesurado (sus dioses sanguinarios quedarían satisfechos) en medio del grupo de estudiantes, a nuestro querido Víctor Jara.
Elegía para un hombre sencillo.
Un grito de horror
desgarró la tierra
horadando una herida infinita
de Sur a Norte
de Norte a Sur
propagando el hedor
de la infamia y la traición.
Quisieron acallar la voz del poeta cantor
y tú sigues cantando, Víctor chilensis,
quisieron borrarte de la memoria
y toda la tierra supo de ti,
Víctor de los Nogales.
Quisieron dejarte sin manos
como a Galvarino
y ellas se convirtieron
en dos palomas blancas.
Necesitaban un sacrificio
para sus dioses
sedientos de sangre
y entonces
eligieron
al más honesto, natural y sencillo
trovador del alma del pueblo.
Y te acompañó
la fuerza de la araucaria
el valor de Galvarino
la grandeza del cóndor
la pureza de Luchín
y esa, tu sonrisa tan ancha...
Entonces tu alma cantó
la más genuina,
la más hermosa
plegaria para tu pueblo.
El martes 11 de septiembre de 1973, se hace efectivo el golpe de estado coludido por las fuerzas armadas y apoyado por los Estados Unidos, contra el gobierno de Salvador Allende, elegido en 1970. El miércoles 12 los golpistas empiezan a llenar el Estadio Chile con trabajadores, pobladores y estudiantes, entre los cuales se encuentra el cantor popular Víctor Jara, que tras haber sido salvajemente torturado, fue acribillado y trasladado al borde de un cementerio santiaguino. En la mañana del domingo 16, una vez terminado el toque de queda nocturno, dos pobladoras con sus bolsas para el pan en la mano, se dirigen al lugar en que, según el rumor del vecindario, un camión militar había abandonado algunos cuerpos. A pesar de su rostro desfigurado y ensangrentado, una de ellas reconoce al cantante. El cuerpo de Víctor Jara había recibido 44 impactos de bala.
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