Voy corriendo y mis jadeos se me atoran en la garganta, mientras a mis espaldas los disparos de armas de fuego y los gritos de ¡No hay que dejar a ninguno vivo!, retumban en mis tímpanos. En mi desesperación, salto la tapia del viejo cementerio de la ciudad, y en el primer agujero que encuentro me tiro de cabeza, cayendo encima del cajón del finao listo pa los sepultureros.
Tierra me echo encima, del montón que está al costao del hoyo, para ocultarme de los asesinos uniformaos, que andan como locos. Me pillo hablando solo: -No respiris tan juerte, apriétate el pecho y tápate la bocota, que por culpa de ella estay en este boquete.
Levantando el sable y montado en un chúcaro caballo, el oficial arenga a sus subordinados ¡Métanle balas a estos revoltosos de mierda, que no quede ninguno vivo! Y arrecian los disparos y más fuerte se hacen los gritos de los trabajadores, alcanzados por las balas.
Estamos todos en reunión parando la faena de la mina, pa escuchar a unos bien vestíos llegaos de la capital. Nos dicen que no debemos ser más explotaos, que nos tienen que dar dinero por nuestra faena, no a las fichas pa cambiarlas por comida y ropa. Que la jorná de trabajo no pue ser de doce horas por turno. Se prende la gente y los gritos salen juerte ¿ A la guelga…A la guelga. Yo soy el que más grito, putas si soy soltero; cuando dentra un compañero levantando los brazos nos dice: El patrón y los jefes están llamando a los Tongos, pa echarnos de la mina con las mujeres y los críos.
Ramón, el hombre que manda la mina, en nombre de los patrones gringos, le dice a su gente ¿Se acabaron las contemplaciones, el que no quiere trabajar se va con mujer y chiquillos, ahora mismo. Hagan sonar la sirena para llamar a la policía, que nos ayude al desalojo.
Hacemos abandono de las faenas y bajamos con nuestras herramientas de trabajo; palas y picotas, con destino a la ciudad, a conversar con las autoridades y presentarle nuestros reclamos.
Está lejasa la cosa, la mina está en plena pampa y la ciudad esta pegadita al mar. Pa ya vamos cantando y gritando, acostumbraos al calor del sol y al polvo de los arenales. Pero entre trago y trago, y métale cantos, el caminar se hizo corto y luegazo se apareció el mar y el aire se puso fresquito.
Abajo en el centro de la ciudad, estaban listos los jinetes y los de a pie; con sus fusiles y los jinetes con espadas de caballería. El oficial con sus galones bajó su espada, y comenzó la matanza. Palas y picotas contra balas y sables.
Grito a los que van delante ¡Tomen refugio en las casas, no estén en descampao. En mala hora lo grite, pues se metieron en la escuela con mujeres y chiquillos. Otros arrancaron pal mercao a esconderse entre los puestos de verduras y cocinas. Los más corrieron a la playa seguios por la caballada . Yo y unos pocos corriendo por las calles, haciéndole el quite a las balas, me encuentro con la tapia del cementerio. Y lo demás ustees lo saben; creo que el finao me echo una mano, porque los de uniforme pasaron de largo.
Nomade..... Nunca olvidaré la fecha. leida en la historia del norte de mi país....21 de Diciembre de 1907, fue la matanza de la Escuelita Santa María, en Iquique
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