La casa era grande y vieja. La vieja anciana y arrugada.
——Tus ojos son más brillantes que los míos— le decía la niña
——Porque vieron más.
——Pero son viejos ¿Por qué brillan?
——Lo mismo que reluce en empedrado en las calles antiguas. Por el uso de las pisadas—respondió la anciana
La noche cubrió el patio y los sillones. Las ráfagas finas del invierno penetraron en el dormitorio como danzarinas de hielo, deslizándose sobre las coloridas colchas tejidas norteñas.
La niña caminó por el tiempo que avanzaba sobre aquel escenario. El de una alta puerta de lapacho, donde marcaba con tiza el borde de su cabeza. Un color diferente señalaba el crecimiento de cada año. El patio con baldosas de mármol blancas y negras, donde el zorzal cantaba cada mañana. La maceta roja y un cántaro con agua de vertiente en el centro. Un pasillo angosto y húmedo llevaba hasta el fondo con piso de ladrillos.
El tiempo caminó. Una anciana cerró los ojos. Caras distintas la rodearon.
——Abre los ojos detrás de esta ventana ¿Ves el mundo?— le dijo una de ellas
——Abre los ojos y mira estas habitaciones con sus colores nuevos ¿Ves el mundo?— le indicó la siguiente
Y enseguida giró su mano señalándole la marca de humo que un avión dejaba como huella de su fugaz presencia.
——¡Quiero ese mundo!— gritó ella con alegría —Sólo conocía esta verja que tiene los pigmentos enmohecidos desde hace años.
Y se acercó hacia esas figuras nuevas que la rodeaban, con la esperanza de seguirlas en una nueva ruta.
——Lo tendrás pero desde nuestra mano —le contestó la primera cara
——Lo tendrás pero desde nuestra boca— opinó la segunda
——Lo tendrás pero mirando a través de mi espejo— y le extendió el instrumento que llevaba adherido al cuello
Ella lo tomó. Su imagen lloraba a través del reflejo cubierto por un velo gris y opaco. Observó a las mujeres que le hablaran, comprobando que una nebulosa cubría sus miradas. Arrojó el espejo al suelo y mientras las otras recogían sus restos entre gemidos de ira, ella apartó el cerrojo de la verja.
——¿Dónde hay una alegría? ¿En qué rincón de esta ciudad que ha demolido sus recuerdos?
——…Más delante de ella ….— le contestó el susurro de una voz
Se alejó la niña hacia el otro extremo de la calle y pudo contemplar cómo caían las paredes bajo el martillo del albañil. La voz de la anciana le seguía susurrando :
——….Más delante de ella… sobre el mismo suelo, sobre el mismo lecho del río milenario… Más adelante.
Caminó nuevas cuadras y cuando el sol llegaba al centro del firmamento, leyó el nombre de la calle. Llevaba el título de :
“Alegría” … su piso era el pavimento.
……………………………….......
Alejandra Correas Vázquez
Texto agregado el 10-09-2009, y leído por 110
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
10-09-2009
Un escenario llena de matices y lindas pinceladas de sabiduría. fulana
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login