Callados, aprenderemos a despedirnos,
con un adiós mudo en los labios húmedos
de besos y sueños que ya no existirán.
Nuestras manos dibujarán gestos
quietos de ausencia en las sábanas frías
de mi alcoba, y tu ya no estarás.
Mi cuerpo huérfano ya de tus caricias breves,
del rocío de tu lengua inquieta,
de los juegos clandestinos, de los encuentros
furtivos en una habitación por horas.
Te miré marchar sin saber que aquella
era la última instancia de un preciso adiós.
Texto agregado el 10-09-2009, y leído por 107
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
10-09-2009
Dice más de lo que se lee, trizte, con mucho sentimiento. Te entiendo. ***** elfiloso
10-09-2009
Cadencioso adiós. fulana
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