La voz de los sueños que acaricia el silencio, tal vez un eco vago, sínico, que pronuncia tu nombre. Mientras la aurora no vuelve y el Lucero Del Alba no regresa para iluminar la oscuridad en que mis días se han sumido.
La voz de los sueños que invoca deseos, mi cuerpo trémulo en la noche, que no acaba en aquellos deseos, androginia fuerza que empuja mi espíritu a ti, poseyéndome con la más siniestra esencia proveniente de tu antiguo ser, flagelado, que en exilio espera conmigo esta noche a que el Lucero Del Alba renazca en el nuevo amanecer.
Yo reconozco tu fuerza en mi piel, mientras heridas lacerantes se dibujan, un estigma, flor de sangre, perfumada pasión. Encadenado a la tierra el cuerpo no sufre, mas el alma eterna y poderosa olvida su profundo saber.
Las cadenas que te atan asfixian mi consciencia y el conocimiento ha sido profanado en el nombre de una herejía. Quien no sabe jamás poseerá libertad.
Pero la voz de los sueños clama tu nombre y ya no es un eco, si no mi propia voz; la lucha no finaliza, ni se revela el misterio sin que El Lucero Del Alba brille otra vez.