ANDAR DE GACELA
La bonita joven apretó el paso cuando llegó al pasillo donde una multitud de oficinas se comunicaban entre sí. Nueve de cada diez de los que trabajaban allí eran hombres y sabía que la observaban de reojo cada vez que recorría ese tramo y casi podía adivinar lo que pensaban:
"Ahí pasa Mariela... ¡Marielita!, ¡qué linda mina!, ¡siempre con ese andar de gacela asustada por una multitud de lobos hambrientos de carne sabrosa!, ¡y siendo joven quedaba más tentadora aún!... pero ni se digna a mirarnos, la guacha, seguro por que se dá su lugar de hembra inalcanzable para un humano convencional... ¡siempre tan bien vestida!, con atrevida elegancia en la que exhibe su sensualidad y atracción fatal... esos escotes generosos están siempre entre atrevidos e insinuantes, por lo que dan ganas de sumergirse en el valle de sus pechos turgentes para fantasear con toda esa piel tersa, deliciosa y cálida...
¡Mirá cómo camina la odalisca ondulando su silueta de maravillosa ninfa! Esta potra debería estar desfilando como modelo de bikinis hechos con hilos dentales... ¡qué bocadito delicioso para mis dientes! Esta chica raja la tierra cada vez que pasa, ¡qué infartante está!. ¡Cómo no tenemos más compañeritas así que nos alegren la visión de cada día!."
Y casi sin mirarlos, los saludaba sin manifestar emoción alguna.
- Hola Marcos... hola Andrés... hola Ricardo... hola Guillermo... –y así uno por uno, dejando una estela de perfume llamado Passión Five.
- Hola... –era todo lo que recibía como contestación, por lo que se perdía en el archivo consciente del efecto causado por su andar de amazona.
Una vez que se perdía la joven tras la puerta, los muchachos retomaban la charla interrumpido por el paso de la beldad.
- Pensaba recién... ¡qué lindo sería estar pescando ahora!, en medio del lago, sobre un bote cargado con botellas de ginebra y lejos del mundanal ruido, ¡qué gusto sería! –comentó Ricardo relamiéndose ante tal posibilidad.
- Mejor sería estar sobre una moto de alta cilindrada camino a las sierras a unos cientocincuenta kilometros la hora, ¡qué belleza, qué adrenalina, qué velocidad! –se ensoñó Andrés.
- ¡Están locos ustedes dos!, está ideal para meterse en el restobar de don Enrique y morfar pizza a dos manos! de muzzarella, con anchoas, calabresa, con palmitos, trozos de ananá, ¡lo que sea, pero morfar! –opinó Marcos extasiado ante los imaginarios sabores.
- Yo respeto lo que quiere cada uno, pero ahora me imagino en la pileta haciendo como mínimo ochenta largos para ir creando clima de competición, estilo crawl, combinado, pecho, plancha, ¡qué lindo sería –se explayó Guillermo mientras simulaba una brazada sobre el monitor de la computadora.
Y así cada uno de los varones allí presentes, entre el fútbol, los fierros, la timba, las noticias internacionales, la política corrupta...
¿Y Mariela?, bien gracias, en el archivo, pensando en cuánto la desean todos los que trabajan con ella...-
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