Se impregno de aquel olor…olor a lluvia, a sudor, a sabanas que ahogan; tan solo olor, así de simple.
Olores que le amarraban a la insensible frustración.
De repente todo en blanco; se tambaleaba bajo el hechizo de aquellas uñas de puta, de dedos cortados, de labios vendidos, de vaivén de caderas, de cama revuelta, de carnes rasgadas…nada pasaba; la agonía se marchaba, se instalaba bajo la falda, fantaseaba y quizás goza.
Feliz placer fingido, gemidos olvidados, pero sudaba y se rindió, al diablo con la cordura, con la abstinencia…ya no veía, tan solo sentía, vivía. Se abrazaba con sus líquidos, algo viscosos, resbalosos; disfrutaba con la mentira adquirida.
Gritaba; soñaba que gritaba y su garganta lloraba.
El placer le embriaga, pero le fracturaba la calma y de nuevo cae el telón; corre, le abraza con miedo, le besa, le seduce; todo se mueve y el sudor pesa, cae lentamente al suelo; le duele, si como duele partir, pero goza.
El sudor le penetra hasta el hueso, no le abandona, jamás le dejara, es tan suyo y tan ajeno, es tan nuestro.
La función termino: Que viva el olor…nuestro olor.
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