“.....yo amo los mundos sutiles
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.” (Proverbios y Cantares, Antonio Machado).
Duerme. Ella duerme. Por fin, ella duerme. Se le oye respirar, y agitarse con morosidad por debajo de las sábanas. Al irrumpir en la habitación, sientes como si una multitud de mariposas flotara en el aire. “Va pensiero” llega desde una radio lejana. En puntas de pies te acercas a la cabecera de la cama. Frente a ella, te reclinas hasta enfrentar su rostro; sus ojos entrecerrados ofrecen pestañas temblorosas y la boca entreabierta el borde nacarado de los dientes. Arrimas la cara y aspiras su aliento. Con un dedo juegas con los bucles desparramados del cabello, que se deslizan por su mejilla hacia el cuello, los hombros, la almohada abrazada.
De súbito, con un aletear de párpados, vuelve en sí, te mira sin sorprenderse y sonríe. Soplas el borde de su cara, aunque la tristeza hace tiempo no hace nido en ella. Sigues con sus bucles, rozas sus labios con el dorso del dedo, los bordes de las ventanas de la nariz, el pliegue de la mejilla, que se alisa a tu paso. Vuelves a los bucles, extendiéndolos lentamente, y luego a la boca, labio por labio la vas dibujando...
Las cinco dieron...Las cinco y cuarto.... El clarinete del adagio del concierto en La de Mozart dio lugar al piano del allegro appassionato del concierto en Si de Brahms .
Soplas una vez más sobre su cara y parpadea dos veces. Entrecierra los ojos aguardando tu aliento. Sonríe desde la comisura superior. Los colores van apareciendo en sus mejillas. En los ojos, ya muy abiertos, presiona con fuerza el brillo conocido. Su lengua juega con los bordes de tu dedo.
Las cinco y media....El andante avanza con un solo de cello que propone el tema, hasta que el piano lo retoma, como solicitando el diálogo, con simple y limpia belleza.
Ella besa repetidas veces tu dedo con ligeros gestos. Caminas con la otra mano sobre su brazo extendido. Dos dedos trepan, encogidos y perezosos, sin dejar señales visibles.
A las seis menos cuarto, el final, allegretto gracioso comienza como quien se aleja en puntas de pies.
A las seis, ella abre la boca y pierdes el dedo entre sus dientes...
ACC.
|