Nunca te enamores
Frente al televisor,
Ambos en el lecho
Las almohadas ya arrugadas
Las manos abiertas
La mía sobre la tuya.
El reloj mural antiguo,
Se transforma en mártir
Me hace recordar que esto acabará.
La pieza a oscuras,
Con una leve luz de lámpara vieja
Que no logra alumbrar tu cara,
Los labios manzanas dulces,
Llenas de fibrosa pulpa.
Amo la suave convulsión,
De tu cuerpo nunca virgen,
“tengo frío, abrázame”.
Estas posada en mí,
Cubriéndome con tus brazos.
Tu pecho sobre mi espalda,
El calor de tu piel casi mojada,
Casi pura.
Doce secas campanadas,
Resuenan en el aire,
Tus brazos me dejan lentamente
“que frío hace”.
Parecías no escuchar,
Como un autómata,
Te alzas,
Te vistes,
Te limpias mi yo,
De ti.
Elevas tu mano,
La tomo entre las mías
La restriego contra mi rostro.
Tú abres la puerta,
Y esperas de forma paciente,
A que mi billetera se abra.
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