El polvo mecido por el viento recorría las calles y algunos perros ladraban al oír el golpe producido por las canaletas metálicas y los techos de zinc, en esta hermosa ciudad de Cajamarca, y en la casa del tío Alejandro había bastante ajetreo, porque mañana habrá una pelea de gallos y el nunca deja de presentarse, desde mas de treinta años cría indistintamente ajisecos, giros pintos o prietos, giros giros, cenizos moros, color de manzanilla, negros jaspeados, pintos claros, y para campear sus colores lo acompaña desde siempre su amigo el Chiclayano Antero, alias aceite, es craso y rollizo como un odre y de genio tranquilo, y aceite tiene a su cargo los casilleros del galpón Arroyo, los aglutinan de maíz y afrecho, de trigo y camote sancochado, de lonjas de asadura y de conchas molidas, a los ocho meses los pollones los topaban para seleccionarlos y luego la espera del año y medio para obtener la mayoría del gallo de pelea, mimaban a sus gallos paternalmente, poniendo en la crianza un cariño que terminaba a navajazos o a punta de pico y estacas afiladas.
En los meses anteriores el tío Alejandro supervisaba las topadas y la crianza, con especial cariño entreno un cordel de gallos, grandes señores, pendencieros de estacadas patas, de buches sucintos y de rasuradas crestas, Cyranos que se plantan en medio del corral para lanzar su canto de tónica jactancia, grandes templarios de la pelea brava y sin refugio, Hidalgos de sus duelos vencen siempre porque saben aguantar sin enterrar el pico ni pedir cuartel, y me cuentan que una mañana soltaron un giro pinto, recién salido del pollon con año y medio escaso, un gallito enclenque, de esmirriada estampa pero engallado y de mirada aguda, con una cara de guerrillero, mi tío y su amigo aceite comprendieron que tenían un gallo de gran topada para una revienta en grande, para una apuesta de varios miles, les llamo la atención que en las peleas de entrenamiento no cantara victoria y lo apodaron "el mudito".
Ya viene la pelea, vamos, vamos para allá, peleara el mudito del galpón Arroyo, contra "el gitano" del galpón Vargas, la cancha ya esta libre y se vocean las apuestas, primaba una fuerte mano entre los propietarios, y por doquier las apuestas personales de los espectadores, ya el gitano se encontraba con su preparador el Maleño Nicolás, del galpón Vargas, es un seco y larguirucho zambo, mas torcido que vino malo y de allí su alias vinagre.
Ya están listos los cariadores, los tenían cogidos con suavidad y maña, y los acariciaban en un alisamiento de las plumas que los azuzaba y frotándoles las patas para que entren en calor, los cariadores soltaron sus pupilos, los gallos se estudiaron un momento y se lanzaron miradas cenceñas, el mudito ataco con empuje y coraje, y astutamente sobregiro en el aire varias veces sin apuñalear, buscando que el gitano se confiara al no ver peligro, pero el gitano sabia mas por viejo que por diablo y capeaba con una agilidad que admiraba, parecían decirse,
"a fuerza me ganaras, pero a talento tas con tas".
Las luchas a navaja duran muy poco, el mudito por el propio ímpetu de su ataque se entrego al gitano, que aprovechando el vuelo lo acompaño en lo alto, dejando la pata al amparar la arremetida del mudito, con un tremendo derrote de su filuda supana, lo vació con una puñalada de factura mortal, el mudito se reclino de pechuga contra el suelo, sobre una lagunita de rubíes rojos que manchaban su plumaje, pero con el pico en alto, mirando de costado con sus grandes ojos tristes y avizores al gallazo que se aproximaba para rematarlo, pero en un segundo mas rápido que decir "amen Jesús" con el ansia de la agonía el desangrado mudito salto cogiendo al confiado gitano y girando el aspa de sus patas le hundió un piquete que lo vació a borbotones y lo derrumbo ahogándose, y los dos caídos se miraban agónicos y enfurecidos, largos segundos los espectadores los azuzaron con sus gritos, vamos mudito mátalo, mátalo, remata gitano, gitano, el juez se acerca a los malheridos con la tabla entre las manos, para colocarla entre ambos para la primera prueba, los dos gallos hicieron un esfuerzo para incorporarse, pero el mudito había dado ya toda su sangre en su ultima embestida y con una pena conmovedora rodó sobre la tierra, el gitano levanto su cabeza un par de dedos y lo doblo también vencedora y vencida.
Esta pelea me hizo recordar la historia, leída en alguna parte pero que se mantenía guardada en mi memoria, del negro "Tirifilo dechado de chaveteros" que perdió la vida por descuidado y confiado, cayendo sobre los binarios rieles del ferrocarril de Ancon, de canto a los basurales del montón, ante un novato que recién apuntaba en el camino del hampa "el carita" que ya se encontraba bastante malherido, aunque corrían rumores de que fue el "mono" quien lo apuñalo por la espalda, como a un juguete de bolero.
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