El chofer le entregó el boleto y se encaminó hacia los asientos del fondo. Esa mañana de Mayo la vio por primera vez, estaba leyendo, era mas grande que el y dedujo, tal vez por los apuntes fotocopiados que llevaba en la falda, que iba a la universidad. El colectivo estaba casi vacío y eso le permitió sentarse cerca para observarla mejor.
- Es una mujer gris- pensó, influenciado tal vez por el color del cielo y esa triste sensación que le provocaba el día lunes.
Lo cierto es que le pareció hermosa y con esta imagen de ella se bajó del 314 que siguió su trayecto llevándose a aquella chica ensimismada en su lectura y tan ajena a los pensamientos de el, un chico que cursaba el segundo año de bachillerato y que coleccionaba malas notas.
Pasaron algunos días hasta que volvió a encontrarla en el 314, como la vez anterior, leyendo unos apuntes, estaba sentada en el asiento del fondo del lado derecho con la cabeza apoyada en la ventanilla, la luz del día iluminaba la mitad de su cara formando un claroscuro que la hacía muy angelical. El llegó hasta el fondo, no había asientos libres pero pudo pararse bastante cerca y observarla con más detenimiento, la recorrió con la mirada hasta detenerse en un pendiente dorado con forma de guitarra.
- Un detalle muy sexi- Se dijo. Que hacía juego con su sencillez, porque toda ella era algo muy delicado a los ojos de el. Una chica que inspiraba amor y compasión al mismo tiempo, alguien que no merecía no ser defraudado, una mujer para siempre, un ideal....
Con estos pensamientos bajó del colectivo a internarse en su triste realidad estudiantil- al menos es Viernes -pensó, un día que siempre le generaba expectativas.
El Sábado había una fiesta en casa de otro compañero
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-¿ Querés salir conmigo?
- No, gracias- respondió su compañera de curso.
Tras este rechazo volvió con su grupo de compañeros haciendo de cuenta que no le importaba nada pero consciente de un nuevo fracaso amoroso, por lo menos en esta oportunidad se animó a decirlo y no se quedó con las ganas de saber que hubiera pasado. Lamentó, eso si, haberse animado a hablar con su compañera cuando la fiesta estaba terminando, la espera previa a una declaración de ese tipo le era muy incomoda y de habérselo dicho antes se podría haber ido mas temprano a su casa porque el era un tipo muy recio al que no le gustaban las fiestas.
Subió al colectivo y se acordó de su chica gris. ¿La volvería a ver en la semana? el recuerdo dibujó una sonrisa en su cara apoyó la cabeza en el vidrio de la ventanilla y con esos pensamientos como consuelo regresó a su casa.
Pasaron algunos días hasta que la volvió a ver, en ese interín la situación de el fue de mal en peor. El colegio había citado a sus padres, el primer trimestre las notas habían sido muy bajas, había acumulando varias amonestaciones por lo cual la situación en su casa empeoró, así estaban sus cosas cuando volvió a verla. Ella permanecía siempre igual, siempre gris, leyendo sus apuntes, en esta oportunidad tenía un par de lentes que le quedaban muy bien a su cara y hacían juego con su morral, sus jeans gastados y su suéter de lana que habría sido tejido seguramente por su abuela, su cabello largo y castaño, sus ojos marrones y su cara sin pintura. ¿Por que me gustará tanto? se preguntó y dejando volar su imaginación se vio a su lado contándole sus cuitas mientras ella lo escuchaba con una sonrisa comprensiva seguida de una caricia. ¡Parada!
Al descender se preguntó si ella se habría percatado de su mirada pero enseguida borró esa idea de su cabeza, sabía que si eso pasaba el hechizo que el mismo había fabricado quedaría anulado. Además si a duras penas podía acercarse a una compañera de curso, menos que menos lo haría con una chica mas grande que el y encima, viajando en colectivo. Esto no le impidió de todos modos seguir construyendo su propio edén.
Ese día tuvo la entrevista con la psicopedagoga del colegio. Esta mujer que era bastante joven le cayó muy bien, lo recibió en su despacho y tuvieron una charla muy agradable que le hizo sentir que tenía alguna posibilidad de torcer su destino de alumno desertor.
Por sugerencia de ella y con la aprobación de sus padres comenzó a hacer terapia grupal con otros adolescentes conflictivos como el. No le gustó la idea, el día de la terapia tenía que entrar mas tarde a clase y eso le representaba un día menos para ver a su chica gris del 314 la cual a esa altura se había convertido en su obsesión.
Para el, el colegio significaba un medio y el fin era ver llegar a lo lejos el 314 y comenzar a saborear la idea de encontrarse con la chica gris que ignoraba el torbellino de amor que se movía en su interior cada vez que la veía leyendo imperturbable sus apuntes universitarios.
Omitió nombrarla en las sesiones, sospechaba que si lo hacía los terapeutas tomarían por ese camino y no lo dejarían en paz prolongando la terapia demasiado tiempo. Sus notas habían mejorado un poco, pasó de pésimo a mediocre lo cuál tratándose de el no dejaba de ser una mejora y la cosa tenía sentido, si sobrevivía seguía disfrutando los viajes en colectivo de lo contrario quedaba afuera.
Una mañana tomó conciencia de la llegada de la primavera porque la vio sentada de piernas cruzadas con su pie casi desnudo que apuntaba hacia el pasillo sobre unas sandalias de cuero muy sutiles. No era este un detalle menor, estaba descubriendo una parte de ella que hasta ese momento había permanecido oculta a sus ojos por unas zapatillas de lona. Como el colectivo venía bastante cargado se animó a pararse a su lado, ella no lo notaría porque como siempre levantaba muy poco la vista y el aprovechó entonces para que su pierna rozara suavemente el femenino pie. De un modo automático y no por haber adivinado las intenciones de el, al sentir el contacto descruzó las piernas escondiendo su pie debajo del asiento sin desviar la mirada de los apuntes.
Este contacto marca un punto de quiebre en la historia porque a partir de ese momento tomó la decisión de enfrentarla y decirle todo lo que sentía. Había llegado a un punto donde ya no alcanzaba la simple contemplación, ahora quería escuchar su voz, saber como se llamaba, que estaba estudiando, vivenciar su propia utopía, comprobar que ella era la mujer mas dulce sobre la tierra y si no lo era no importaba, estaba dispuesto a soportar que la realidad derrumbara su castillo de naipes.
Fueron varios los ensayos frente al espejo del baño, y en la soledad de su habitación, pero llegado el momento no se animaba a pronunciar palabra alguna y para colmo se acercaba el final de las clases y le quedaba poco tiempo. Finalmente se dijo que no se bajaría en la parada del colegio y la seguiría hasta el infinito si era necesario para que ella lo escuchara.
Ocurrió una mañana diáfana de Noviembre, iba sentada en el último asiento, el 314 venía lleno, abriéndose paso entre la gente se paró frente a ella, estaba un poco nervioso, contaba con que le dejaran libre el asiento de al lado, tuvo suerte su ocupante se bajó dos paradas antes que el y se pudo sentar, jamás la había tenido tan cerca y cada vez que ella levantaba la cabeza de su lectura el se decía- Es ahora o nunca. Pero no podía, el temor lo vencía una y otra vez y ella volvía a bajar la cabeza. El colectivo se acercaba cada vez mas a la parada del colegio, no le quedaba mas remedio que seguir arriba, se estaba jugando una carta importante, cuando el 314 pasó por la parada y siguió de largo sus pulsaciones aumentaron con la extraña emoción del que rompe la rutina diaria, una parada después el seguía sin decir nada, entonces ella levantó la vista de su lectura y guardó sus apuntes en el morral. ¿Estaba por bajar?
- Me parece que te pasaste- le dijo mirándolo a los ojos, el también la miró y contestó:
- Huy!! tenés razón gracias.
Fue lo único que atinó a decir, después se levantó, tocó el timbre y bajó. Las clases terminaron tiempo después y no volvió a verla.
Ocurrió entre Martínez y Villa Adelina en el año 1981.
FIN
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