El miedo que produce una pagina en blanco solo puede ser derrotado usando el mayor número de vocales posible en cada conjunto de signos que se escribe, a las vocales generalmente se les toma por infantiles... cosas de niños esas vocales... pero son ellas las que luchan con mas fuerza entre el papel blanco, las que vencen con valor en cada espacio.

yo voy agregando letras a este papel, me siento en una silla pequeña estratégicamente ubicada en un estudio muy pequeño en un ático de una casa vacía.... esta silla es la que me ayuda a soportar esta corporalidad que cargo día a día.... y es este el papel que no se estremece ante los posibles significados que las palabras que se van formando puedan tener.... la silla traquea un poco y se le nota desgastada... la pluma bota mas tinta de lo que debería y noto este fenómeno presente en ciertas palabras, las que la pluma odia escribir.... “mas”, “ventana”, “fin”...

estoy entonces sentada en mi silla.... desde donde veo todo lo que me permite una pequeña ventana ubicada frente a mi escritorio, y que es parcialmente cubierta por un cactus, que me regalo mi hermana hace años cuando pensó que mi personalidad era para cactus y áticos, estudios pequeños, poca agua y muchas espinas. No me ofendí por el regalo ni por la aclaración que hizo sobre las similitudes entre el cactus y yo... lo único que atine a aclarar fue mi falta de espinas a cambio de un exceso en la dureza de las hojas... mi piel...

Es aquí donde paso largas horas luchando contra un bloque de hojas blancas que amenaza con triunfar en días soleados y amargamente se resigna a recoger pensamientos de días oscuros. Yo soy así, un poco loca, un poco cuerda y un muy oscura... pero feliz, dice la gente. Don Arturo, el dueño de la tienda que justo queda dentro del paisaje que me permite mi ventana, dice que mis ojos no deberían abandonar sus miradas en este ático mío... y no lo dice por coqueteo, aunque así lo haga parecer, lo dice por cariño por lastima de mi vida, de mi encierro en la oscuridad... a veces manda “al flaco”, así lo llama, su ayudante, lo manda con un dulce de chocolate y una cocacola, dice que me piensa concentrada y decide que es vital la necesidad de chocolate y cafeína.

Y esta silla vuelve a traquear, ya se rompe y yo solo se que el día que se quiebre ya ni yo aguantare este cuerpo... y aún en contra de mi pluma y después de una lucha ganada a esta hoja me permito una vez más... este ultimo FIN de mi vida.