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Inicio / Cuenteros Locales / doctorpi / LA MISMA M... CON DISTINTO OLOR

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El teléfono sonó en la oficina del jefe de estudio.
- ¿Si?
Era la secretaria del gerente de personal.
- Dice Franco si le podés mandar a Oliveto.
- Si, ahora le aviso.
Cortó. Salió de su oficina y entró al estudio B donde estaba operando Oliveto.
- Te busca Franco. Andá ahora que yo te pongo un reemplazo hasta que vuelvas.
Oliveto salió del estudio rumbo a la oficina de ¿recursos humanos?
2
- Pasá Oliveto, tomá asiento - le dijo Franco.
Se tomó unos segundos para acomodar unos papeles que tenía sobre el escritorio. Pura estrategia. La calma previa antes del ataque.
- Oliveto ¿vos tenés algo en contra de la compañía?
Detrás de la pequeña figura de Franco había un cuadro gigante con el ícono que distinguía al grupo empresarial: Un hombrecito tocando el clarinete.
- No – Respondió Oliveto sin dudar aunque sabía por donde venía la mano.
- ¿No? Bueno gracias, eso era lo que quería saber.
Pura estrategia, ahora se hacía el desinteresado para que el otro preocupado, mordiera el anzuelo y pregunte. Disfrutaba mucho esos momentos donde podía desplegar todo su arte. ¡Bingo! El otro preguntó.
- ¿Por qué me lo pregunta?- Inquirió Oliveto.
- Vos sabés porque te lo pregunto – Respondió Franco clavando la mirada sobre el semblante del joven operador.
- No, no lo sé, si me lo puede explicar.
- Muy bien, hablemos a calzón quitado, si no tenés nada en contra de la compañía ¿porque estás haciendo política con Ponce y firmas solicitadas? ¿No sabés que dentro de la compañía está terminantemente prohibido hacer política y gremialismo?
Ponce era el delegado gremial, había estado recolectando firmas para revocar unas fraudulentas elecciones que el sindicato había organizado en connivencia con la empresa que querían sacarlo del camino para poner un delegado títere que les fuera funcional. Oliveto fue uno de los que firmó la solicitada.
- ¿Usted se refiere a la solicitada que firmé?- Fue la pregunta retorica de Oliveto.
Franco contestó de modo afirmativo con un gesto de su cabeza.
- Yo firmé en contra del sindicato, no de la empresa.
Franco ensayó una cínica risita. Técnicas adquiridas en la universidad.
- ¿Sabés una cosa?... No te creo – Dijo – Seguro hay algo mas.
- ¿Qué otra cosa podría haber?
- Mirá Oliveto, no puedo aceptar que un tipo inteligente como vos sea tan inocente ¿Me vas a decir que no sabías lo que estabas firmando?
Halagadoras palabras. Al escucharlas, el inocente empleado creyó tener alguna posibilidad de zafar. Error, para zafar hay que ceder y confesar, entregar, humillarse.
- Antes que nada le quiero agradecer el elogio, pero realmente mi problema es con el sindicato no con la empresa.
- Es lo mismo Oliveto.
- ¿El sindicato y la empresa son lo mismo?
Estas palabras enfurecieron al gerente de ¿recursos humanos?
- ¡Eso no es asunto tuyo! Te vuelvo a decir: En la compañía está terminantemente prohibida la política y el sindicalismo. Si tenés algún problema lo hablás con tu jefe o conmigo.
- Bueno, tengo un problema. ¿Puedo hablarlo con usted?
- No.
- Pero si me acaba de decir…
- ¡Basta Oliveto!, ya me cansaste, no quiero hablar más con vos. ¡Retirate de mi vista!
- Esta bien, pero que quede claro que yo…
- ¡Desaparecé Oliveto! ¡No quiero verte más!
Salió de la oficina. Desaparecé había dicho el gerente. Hay palabras que saben agrias cuando vienen de ciertos personajes. Acababa de ver en persona la verdadera cara del monstruo que se llena la boca hablando de libertad de expresión y despotismos varios pero que puertas adentro reprime sin piedad cualquier iniciativa que asome la cabeza mas de lo debido para mirarlo a los ojos.
3
Dinenson era el mejor compañero de Oliveto y al igual que el, había firmado la famosa solicitada. También había sido convocado por Franco para dar explicaciones en la oficina de ¿recursos humanos? con el cuadro del hombrecito que toca el clarinete como testigo.
- Yo le dije lo mismo que vos, que la solicitada era en contra del sindicato, si bien sabemos que la empresa está detrás de todo esto, yo lo hice más que nada por eso – Decía Dinenson pasando del mingitorio al lavabo.
- Con vos fue mas benévolo, a mí por poco me saca a patadas- Recordaba Oliveto.
- Son unos hijos de puta, nos aprietan a nosotros y después salen por el diario a venderse como los paladines de la justicia y hacen investigaciones, critican gobiernos…
- ¿y si vamos y le decimos que nos retractamos? Total la batalla con sindicato ya está perdida, por lo menos salvemos el laburo.
- ¡No! ¿Sos loco? ¿Cómo vamos a hacer eso? De ninguna manera – Respondió indignado Dinenson con esa contundencia que tenía para demostrar cual era el verdadero color de las cosas.
- Tenés razón hay que tener dignidad y mantener la palabra. Además nosotros no hicimos nada malo como para tener que pedir disculpas.
Oliveto admiraba a Dinenson porque este siempre lo hacía reflexionar. Era mayor que el y compartían los mismos ideales, además Oliveto admiraba su inteligencia y su caballerosidad, su habilidad para seleccionar siempre las palabras justas sin perder la calma. Como ahora que le daba una inyección de coraje a su ánimo que estaba a punto de flaquear.
4
Los rasgos físicos de Franco y su nombre y todo lo que componía su humanidad, remitía siempre a personajes nefastos de la historia. Por su rostro y el tipo de bigote se asemejaba a Stalin, por su baja estatura a Hitler, por su apellido obviamente al generalísimo de España y por su capacidad para ejecutar sin piedad, a cualquier asesino, si en definitiva los gerentes de ¿recursos humanos? no son otra cosa que sicarios laborales al servicio de los poderosos. Personajes que se escudan en la excusa de no tener nada en contra del que ejecutan, que se justifican aduciendo que simplemente “cumplen ordenes”, que les pagan para hacer el trabajo sucio, porque alguien lo tiene que hacer, que en realidad no tienen nada en contra de nadie. Y en eso tienen razón. No tienen NADA, porque incluso para odiar hay que tener algo y en el lugar de ese algo ellos ponen NADA por eso pueden ejecutar, porque ningún matarife se conmueve al matar una vaca.
Cuando una persona no desarrolla esa cualidad, la de sentir, y por contingencias del destino le ha tocado nacer entre los excluidos del sistema se convierte en un asesino, pero si está incluido en el sistema deviene en gerente de ¿recursos humanos? entre otras tantas infamias. Son licenciados en el arte del la hijoputéz todo lo demás es pura charlatanería. El campeonato de futbol y la fiesta de fin de año la organiza cualquiera, no es necesario tener una licenciatura para eso.
En la soledad de su oficina con el hombrecito del clarinete cuidándole las espaldas, Franco comenzaba a jugar el juego que mas le gusta y por el que le pagaban, muy bien; el juego enviar el ganado al matadero…
5
Estaba charlando con unos compañeros junto a la maquina de café cuando su jefe le dijo que fuera a la oficina de Franco. Intuyó que había llegado la hora. La hora de convertirse en el títere del terror, en el ejemplo, para que todos vean y teman, para que pidan piedad ante el verdugo, victimas y más victimas tanto los que se quedan como los que se van. No se trató de una elección al azar, estaba calculado, era un tipo querido, respetado, odiado también pero no por deshonesto, sino más bien por su intransigencia rayana en un mesianismo propio de su juventud. No hay lugar para los sinceros en el país de los hipócritas. La compañía va a prescindir de tus servicios. Reestructuración. Tecnicismos y más tecnicismos que disfrazan la intolerancia. La década del noventa en todo su esplendor.
Oliveto salió de la oficina sin saludar, abrió la puerta de su armario de chapa, el que tenía la foto de la niña vietnamita llorando junto a la de su mujer, tomó sus pertenencias, apenas tuvo tiempo para despedirse de algunos compañeros con los que se cruzó en el pasillo. Llegó a la puerta, lo recibió el frio de un día nublado. Paró un taxi ¿Te molesta que fume? No, para nada. Hasta Teodoro García y Charlone. Monologo del taxi sobre como Argentinos Junior le arruinaba los campeonatos a los equipos grandes, cada loco con su tema, la cabeza apoyada en el vidrio, despedida del paisaje diario, por un tiempo extrañaría la rutina, a los compañeros, pensó en Alejandra, ella me apoya como siempre, te vas a recuperar, le da fuerzas pensar que al menos no le torcieron el brazo, como decía Dinenson, su gran amigo el de la dignidad, el que una semana después en la oficina de Franco bajo la mirada de la deidad que tocaba el clarinete leía una hoja que decía:
Por la presente me retracto ante la compañía por haber…. Etc...Etc… y reconociendo que fue un error… Etc., etc.… y que fui estafado en mi buena fe por el ex delegado José María Ponce. Espero sepan disculparme y saludo atentamente.
Firma y aclaración: Rafael Dinenson.
Conclusión
Los personajes son ficticios, cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia. Pero no nos confundamos, esos que denuncian el despotismo no son paladines de la justicia. Solo son la misma basura con diferente olor y lo digo con conocimiento de causa.
FIN

Texto agregado el 04-09-2009, y leído por 117 visitantes. (1 voto)


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