SUBTE LINEA B

Ocurrió una mañana de domingo cerca del mediodía. Viajábamos en el mismo vagón. El tendría treinta y pico y la nena sentada en su falda cinco o seis. Ella llevaba un ramo de flores surtido. Amarillas, violetas y blancas.
- Cuales son las que le gustan a mamá- Preguntó la niña.
- Las blancas- Respondió el padre y ella volvió a concentrarse en las flores, las olía, las acariciaba. El en cambio no hacía nada salvo cada tanto acomodar la ropa de su hija que se movía muy inquieta.
- ¿Falta mucho papi?
- No, ya llegamos.
Por intuición supe adonde se dirigían. Cuando el cartel luminoso indicó FEDERICO LACROZE se levantaron. Decidí seguirlos. No era la primera vez que hacía algo así. Tiene que ver con mi oficio de escritor.
Tomados de la mano subieron por la escalera. Cruzaron la avenida Corrientes y entraron. Caminaron por las callecitas internas. La niña, siempre de la mano de su papá, miraba curiosa esa suerte de barrio residencial conformado por las bóvedas. Llegaron hasta el sector de los nichos. Se detuvieron frente a una lápida. Acomodaron las flores y se quedaron un rato mirando el mármol. El se persignó. La niña mas inquieta dijo algo a su padre que, desde mi lugar de observación, no pude escuchar. El papá le respondió afirmativamente y la niña se inclino para dejar un beso sobre la placa. El papá volvió a persignarse y acarició la lápida, la niña imitó sus movimientos y luego se fueron como llegaron tomados de la mano.
Salimos del cementerio pasadas las doce del mediodía, el padre y su hija entraron a la pizzería Imperio. Yo me tomé un tiempo más para observarlos, para desearles lo mejor, para decirles que ojalá alguna vez, puedan encontrar la respuesta……
FIN