EL ERUDITO
Se cuenta que alguna vez hubo un científico, este hombre poseía la mente más brillante concebida jamás; pero no solo se ocupaba en la ciencia, también incursionó en las artes y las letras, además de muchas otras actividades. Gracias a todos los logros que obtuvo durante su vida ganó gran cantidad de distinciones, incluyendo varios premios Nóbel, pero sentía que aún le faltaba mucho por conocer y aprender, así que, en su frenética búsqueda, emprendió un viaje sin precedentes hacia un lugar que sólo él pudo alcanzar.
Había recorrido ya varios miles de kilómetros cuando sintió que se desvanecía por causa de un intenso cansancio, súbitamente se desmayó, no sabía cuanto tiempo había permanecido inconsciente. De pronto, despertó en un paraje desconocido para él, pero creyó tener la certeza de que su búsqueda estaba terminada, su incesante búsqueda de conocimiento máximo, la fuente y a la vez final de todos los conocimientos humanos. Después de mucho cavilar decidió ponerse en pie y continuó caminando, a lo lejos se divisaba una pequeña construcción, al ir acercándose pudo ver que no era tan pequeña, cuando llegó a ella vio que era una estructura bastante grande, estaba hecha de madera, se acercó a la puerta de dicha construcción y – aunque con un poco de duda – decidió entrar. Lo primero que encontró al hacerlo fue un gran salón, allí había una mesa de proporciones descomunales ubicada en el medio del salón, sobre ella estaba un gran libro; se veía muy antiguo, él empezó a leerlo, se sorprendió tanto, casi hasta el punto de desmayarse de nuevo, debido a que allí estaba escrita su propia historia con los detalles que ni siquiera sus amigos o parientes más cercanos habían conocido jamás, detalles que reposaban como grandes secretos en la mente de éste hombre.
Habían pasado varias horas desde que inició la lectura, súbitamente llegó a una parte en la que se narraba su gran travesía y de cómo había llegado al lugar en el que se hallaba actualmente, luego se narraba como él encontraba una puerta dentro del salón y, a medida que continuaba leyendo, los elementos allí descritos empezaban a materializarse dentro de la habitación, aunque había muy poca luz era fácil distinguir todos los objetos que allí estaban. Decidió dejar de leer el libro, pero aún así éste seguía escribiéndose por sí mismo, entonces, camino hacia la gran puerta, sabía que era el final, no entendía por qué, pero una firme certeza lo invadía, sabía que detrás de esa puerta estaba el máximo conocimiento, todo lo que se conocía así como lo que faltaba ser conocido por la humanidad; todas las ciencias, todas las artes… el conocimiento absoluto.
Atravesó la puerta, encontró allí cosas inimaginables y otras que no lo eran tanto, vio finalmente a un hombre, como él, entregado con gran fervor a su trabajo. Veía todo como si fuera una especie de película, no podía interactuar con nadie, pero al acercarse más para ver los rasgos de este hombre, tuvo un shock que lo dejó paralizado al encontrarse frente a sí mismo planeando un viaje, el viaje que ya había hecho y que sabía como terminaría.
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