Jazz.
Acid Jazz.
Parker y un hielo sobre mi mente mientras sonaba esa dulce melodía en fa sostenido sobre el piano. Apareció telepáticamente con sus piernas en un ángulo invertidamente peligroso. Ya se había ido y el whisky corroía mis entrañas. Ahora estaría acostada. Que pensaría antes de dormir? Eso me preguntaba cuando me di cuenta que tenía que abrir otro paquete de cigarrillos box de una marca ajena en la distancia. Quien era esta mujer que ponía "the love is hell"?. El amor también era un infierno para mí. Ella era todo lo que quería ser. En todo en lo que quería reencarnar. Una foto dentro de otra foto que significaba simplemente su contradicción.
La leí frágil, desvaneciéndose en su llanto de silencioso precipitar. Me dijo cosas. Le dije cosas. Eso es lo que hace la gente cuando se comunica. Se dicen cosas. Ahora estaba ante su foto, una imagen inerte pero a su vez llena de vida. Una cama en su espalda y el mundo que le hacía eco.
Un vestido, una fiesta, un flequillo y el negro embelleciéndolo todo. Era otra y acaso en esta especie de euforia que no logro detener encuentro indicios de su muerte.
Que sería de mi sin esta ¿"mujer"??. Eso era lo que veían. Una cuestión de sexo sobre dios.
Enciendo mi espíritu a través de mi último cigarrillo, me pregunto si me alcanzara la nicotina para terminar esta historia, pero me doy cuento que esta historia no tiene un final. Era ella quien dominaba la relación. Pero hoy me di cuenta que no. Me di cuenta que es mas fugaz de lo que pensé, mas guarra de lo que imaginé. Daría mi vida por ella, pensé. Pero mi vida hacía tiempo que no valía nada. Como morir antes de los treinta???. A la única persona que echaría de menos sería a ella, pero ella eso no lo percibía, no lo creía y no sabía como escupírselo en su frente.
Era un sábado y las estrellas habían salido a pasear a sus hijos como en un cuento de hadas. El jazz me transportaba, coltrane gemía con su irrealidad sonora en la invisibilidad de la música. Yo amaba sus palabras. Las recitaba en mi mente como quien recita un poema de Neruda.
Solo tenía sus fotos y sus palabras, de eso me alimentaba, eso que estaba tatuado en mi alma. Sentía que me desvanecía, pero no era el alcohol, eran su sentir sumamente punk de esta vida que para ella, tanto como para mi, no tenía sentido.
"Somos dos infelices bu, compartiendo nuestra infelicidad" me había dicho. Eso me destruía. Que podía hacer yo por ella? Porque no era un fucking Kurt Cobain?, talvez así se enamoraría de mi. Ojos ciegos? Porque no se daba cuenta de sus virtudes?.
La vi por décima cuarta vez y note algo que me extraño, su ojo ya no estaba.
Por primera vez en mi vida sentí la necesidad de tener hijos con esta mujer. Antidepresivos,. anticiclantes, anciolíticos, mierda y mas mierda......pero me dijo que los tomara. No me quería flaco....me necesitaba sano.
Mi cuerpo destruido por el tiempo y un tiempo que ya no me amaba y que se hacía cada vez más lento. No solía escribir en esos tiempos pero ella era tan estimulante que me elevaba con el viento. Una simple charla para ella talvez, para mi: a love supreme.
Estaría durmiendo ya? soñaría con castillos la dulce dama de mis sueños? El espíritu de Bukowsky renacía entre sus labios, unos labios perfectamente alineados con un punto de fuga invisible. Simplemente escribía para ella, como Forest Gump corría por Jenny. Era un impulso que simplemente se aniquilaba palabras tras palabras. Tenía ganas de besarla, ni siquiera me hubiese animado a tener sexo con ella esa noche, el sexo era algo demasiado imperfecto, la saliva de su ser penetraría en mi corazón mas dulcemente.
Si su imagen me producía la muerte, su mente me daba el exilio. Ojos ácidos a través de una ventana, mientras llovía. Mientras las gotas se suicidaban en el asfalto y a falta de un sentir sonoro gritaban desahuciadas: FUCK YOU.
Eran sus fotos la que me daban el arte.........era su mente la que me daba el oxígeno....era su corazón lo que me producían los cortes.
El cenicero pedía perdón y los fantasmas me daban la bienvenida. Tenía un lunar en un ángulo vertical a su pera. Pero mañana habría una fiesta y mañana me suicidaría.
Tenía su number: 155810...., el diez me hizo acordar en un instante a lo que pude ser si hubiese vivido con ella. Mi número preferido siempre había sido el cero y eso no iba a cambiar.
Escribir para Maria Laura Magdalena, así se llamaba, así se llama y así se llamará, era algo sumamente adrenalinico. Eran mis palabras leídas al derecho y al revés. Ella era una persona que no se olvidaría ni una coma, ni un punto, ni una comilla, ni siquiera un signo de interrogación mal puesto. No podía dejar de leerme, lo sabía, y que yo escribiera para ella la estimulaba aunque claro, no sabía que decir ante tanta alucinación. Ella no me amaba como yo pretendía. Pero eso que importaba? Sabía que moriría para estar en otra vida en su vientre y beber su néctar de sus pechos que me darían vida. Luz en sus párpados que todavía no yacían.
"Bu" que término tan mágico. Tenía que escribir una historia para niños con un personaje llamado "Bu". Como describirla? con una canción? con un poema? Eran ojos que no envejecían, eso pensé pero me dijo algo que nunca olvidaré, pero ya no lo recuerdo.
Estaba solo, (pero porque me obligo a contar esta historia en un verbo pasado?).
Estoy muerto. Pero no te preocupes seré tu ángel cuando muera, estaré a tu lado aunque sea apocalíptico, aunque las cucarachas se arrastren ante mi. Aunque miles de barriletes lloren sobre el viento mis palabras, palabras que no alcanzarán nunca para describir lo que yo siento. Sentimiento que me mantiene vivo y que se muere en cada intento como la eyaculación de los muertos.
Jazz, whisky y una chica mirándome a los ojos. Que mas puedo pedirle a esta estúpida vida?
|