EL NIÑO QUE HABITA EN EL
Por los grandes ventanales del piso quince de la torre céntrica observó la cuidad iluminada por un lado y el rio a oscuras por el otro con las intermitentes luces de las boyas orientando al ferry que une a Buenos Aires con la ciudad de Colonia en la costa Uruguaya.
Era viernes por la noche, estaba muy cansado, se colocó el saco y luego el sobretodo porque a esa hora estando tan cerca del rio en el mes de Junio, hace mucho frío. Salió al pasillo y llamó al ascensor que llegó muy rápido dado que a esa altura de la noche hay muy poca gente en el edificio. Escuchó el clásico sonido símil campana de iglesia y vio que se iluminaba la flecha que apuntaba hacia abajo. Las puertas metálicas se abrieron de para en par y el espejo de la pared del fondo le devolvió la imagen de un tipo agotado. Oprimió la tecla PB y las puertas le devolvieron el hermetismo a la cabina. Comenzó el descenso. Al pasar por el piso diez, sorpresivamente por la hora, el ascensor se detuvo (El piso diez también pertenecía a la empresa en la que trabajaba) y mas sorprendido quedó cuando al abrirse las puertas apareció la figura del presidente de la compañía en persona que como el había trabajado hasta tarde. Ambos se saludaron con un casi imperceptible buenas noches. El presidente oprimió la tecla SS (segundo subsuelo no sean mal pensados) donde esperan los automóviles de los directivos y el ascensor retomó sus descenso.
Con el presidente dándole la espalda, totalmente a su merced, se le ocurrió una extraña idea, algo que había hecho varias veces a lo largo de su vida y que le daba mucho placer realizarlo contra personas que representaban algún tipo de fastidiosa autoridad. Primero fueron las maestras durante la escuela primaria, luego los profesores y los rectores durante la secundaria, alguna vez sus padres después de haber tenido alguna discusión, y ahora mientras bajaba el ascensor, nada mas y nada menos que el presidente de la compañía podía convertirse en el receptor de esa suerte de revancha silenciosa e inofensiva que el realizaba para purgar su odio.
- ¿Y si me animo?- Se preguntó.
- ¡No seas boludo! – Se respondió.
- Somos el y yo nada mas, quien se va a avivar- Insistió.
Miró el panel de control. Si pensaba hacerlo tendría que ser rápido porque faltaba poco para llegar a la planta baja.
- Pensá bien lo que vas a hacer- Se dijo.
- Ya lo pensé- Respondió y miró la palma de su mano. Luego miró la nuca del presidente. Formó un cuenco con los dedos y apuntó la palma hacia abajo, luego levanto la mano hasta colocarla justo sobre la cabeza del que sería su nueva victima, el presidente, que ignoraba por completo lo que estaba por ocurrir detrás de él...
PB
El ascensor se detuvo y el descendió. Una mueca burlona se dibujó en su cara. Cuando llegó a la puerta del edificio saludó al empleado de la vigilancia, no le gustó como lo había mirado, esos tipos siempre lo miran a uno como si fuera sospechoso de algo. No le hagas caso se dijo mientras cruzaba la avenida para tomar el subte, no tiene la menor idea de lo que paso dentro del ascensor y la mueca burlona volvió a dibujarse en su rostro. Comenzaba el fin de semana.
El lunes por la mañana cuando llegó al edificio lo detuvieron en la puerta y no lo dejaron pasar. Lo hicieron esperar en el hall durante una hora hasta que un empleado de la seguridad lo llamó y le colocó una oblea en la solapa que decía VISITA luego lo enviaron a la oficina de “Recursos humanos” donde el jefe de personal le informó que estaba despedido. Muy sorprendido pidió explicaciones, quería saber cual era la causa del despido. El jefe de personal también estaba sorprendido, nunca había estado ante una situación de ese tipo, pero accedió a darle las explicaciones pertinentes. Tomó el mouse de su computadora y activó el programa de video.
- Te vio el que hace la vigilancia a la noche, me da pena tener que despedirte por esta boludez pero está grabado y si no lo hago puedo tener problemas ¿No sabías que el ascensor tiene cámara de seguridad?
En la pantalla había una imagen en blanco y negro que lo mostraba en el interior del ascensor haciéndole SUMBRUTRULE* al presidente de la compañía.
- No entiendo que te llevó a hacer semejante pavada– Preguntó el jefe.
- Es una costumbre que tengo desde chico. Es la primera vez que me descubren.
- Una costumbre que te llevó a perder el trabajo.
- Cierto, pero me hubiera torturado mas quedarme con las ganas.
FIN
*SUMBUTRULE
Gesto burlón, cargoso y muy tonto creado por el cómico Carlitos Balá en la década del ‘70 para enseñar a los niños a molestarse entre sí sin cometer mayores abusos. Hoy funciona como una marca de reconocimiento generacional. La mano con la palma abierta hacia abajo se coloca sobre la cabeza del otro como un casquito, se pone cara de pícaro y se dice “¡Sumbutrule!”.
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