Me convencieron que fuera a la urgencia del hospital por una molestia que sentia en el brazo y ardor en el estomago. Nos fuimos en micro con mi esposa cerca de las 21 horas de un 6 de enero del 2009, llegamos, la urgencia estaba repleta, como de costumbre, personas con rostros de dolor o impacientes por la espera; entretanto, con Marcela hablamos de trivialidades y llamamos a un amigo para que nos viniera a buscar para nuestro regreso a casa. Paso una hora aproximadamente, cuando escucho por altavoz mi nombre; a esas alturas ya no tenia ninguna molestia, por tanto, entré con toda normalidad hacia un box frío, con una camilla antigua y alta, olor a remedios, preguntaron mis antecedentes médicos, les dije que tenia diabetes, que estaba muy delgado, que sufría de hace un tiempo estreñimiento, de ahí me realizaron varios exámenes y radiografías. Tuve que volver al holl donde se encontraba mi esposa con el amigo que había llegado. Al rato después se acerca un hombre de celeste, cuya credencial decía: Mario, auxiliar de servicio y me dice - Don Patricio acompáñeme, usted queda hospitalizado- yo solté una carcajada y le dije - creo que están equivocados, me siento bien - enseguida salió el medico que me había atendido, me explico que necesitaban dejarme en observación ya que algunos exámenes arrojaron resultados alterados. Marcela y Juan me persuadieron para que me quedara, así que ahí, me despedí cercano a la medianoche de ellos.



Me llevaron en silla de rueda, nada más ni nada menos que a la “Coronaria”, al ingresar en silla de ruedas, observé que no habían muchos pacientes, vi solo dos, estaban dormidos, conectados por unos tubos, ¡que desagradable sensación experimenté! afortunadamente como estaba muy cansado, me dormí profundo e inmediatamente, a la mañana siguiente, pensè escapar de ese lugar tan inhóspito y silencioso, llamé a la enfermera para que me pasara mi ropa, esa mujer con voz suave me explicó que debía quedarme, que aun faltaban exámenes por hacer, sugiriéndome paciencia, ¡uf! que día más largo y aburrido lo encontré, además no me dejaban leer, no había música, televisión, solo miraba el techo. Sentí rabia porque nadie me explicaba nada y más indignación sentí, cuando Marcela al visitarme me dice - sufriste un infarto, te tendrán que operar del corazón - en ese momento comencé a gritar para que algún medico se acercara a explicarme lo que sucedía, es ahí cuando ese hombre de blanco se dirige a mi diciéndome - Señor usted tiene problemas graves al corazón, debemos intervenirlo a tiempo porque aunque usted aun estando en reposo presenta arritmias y eso nos preocupa...
Al otro día, muy temprano me llevaron a pabellón, lo que duró el trayecto a ese lugar, experimente terror y tenia muchas nauseas; logré divisar a mi esposa. qué frágil la encontré, tenia los ojos húmedos, me dio su mano, la amé en ese instante y lo único que se me ocurrió decirle era - recuerda pagar la cuenta del celular y cuando regreses a visitarme, tráeme la carpeta que deje en mi velador, porque debo terminar un trabajo...

Escucho voces a lo lejos, imágenes de cuando era joven, veía fuego, escuchaba gritos, quería abrir los ojos pero fue imposible, alguien cantaba con voz quejumbrosa, era como si no perteneciera a nadie ni a nada, algo me apretaba mis manos, apenas podía tragar…Abrí los ojos, sentí los parpados pesados, veía nublado, alguien me hablaba, una voz que no distingo y que hablaba – Ha estado 15 días conectado a maquinas y en un coma profundo, mueva su cabeza para saber si me ha entendido - lo que me decía esa mujer no lo entendía, ignoraba lo que había pasado, ¿en qué lugar me encontraba, donde estaban mis seres queridos, porque no me podía mover, ni hablar?... Abrí mis ojos y vi a mi esposa con una mascarilla en su boca, me acaricibiaba, eso me relajaba, junto a ella estaba mi cuñada, muy conmovida, me sonríe, mencionaba lo cuanto que me quería, noté que una lagrima se deslizaba por mis ojos, estaba consternado, necesitaba decirle tantas cosas a esas mujeres, pero mi voz no me salía, algo me raspaba, después supe que estaba intubado y amarrado.

Recibia muchas visitas, una por vez, algunas me gustaban màs que otras, no hablaban mucho, me observaban, registraba en ellos mucha pena, pero yo no sentía dolor y les decía que pronto me darían de alta. Qué largos esos días que permanecí en esa coronaria, yo no pertenecía a ese lugar, cercano a mi cama divisé a una mujer conectada a muchas maquinas, tenia un color azul, luego vi. Como la cubrían con una sábana blanca. Comencé a intranquilizarme, exigía respuestas del por qué me tenían atado, porque no venían mis hijos, quería ruido, un periódico, tenia sed, deseaba un néctar, soñaba con comer una cazuela -qué horror - estaba impaciente, mejor dicho ¡desesperado! , sé que ofendo a muchos con mis gritos, pero nadie me escucha, evocaba mi hogar, mi cama, la rutina a la cual estaba acostumbrado, pensaba que por mi irresponsabilidad ante la enfermedad, estaba en estas condiciones; cuantos amigos me aconsejaban - cuídate - y yo les decía - de algo hay que morir - ahora comprendo esa frase tan desafortunada, porque ¡amo la vida, tengo tantas cosas que hacer y ahora no puedo, me siento inmovilizado de pie a cabeza! .

Al fin fui trasladado a sala, comencé con mis ejercicios de kinesiología, compartía con mis compañeros de pieza, recuperé mi celular, llamé a cuantos amigos se me ocurría por la cabeza, recibí visitas de mis adorados hijos, suegra, hermanos, vecinos, compañeros de trabajo. Pude ir al baño por mis propios medios, me quede perplejo cuando vi. mi rostro y cuerpo en ese espejo, estaba enjuto, había perdido mucho peso, apenas me reconocí, era un veterano, mi mirada no era la misma, tuve pena de mi. Que había hecho conmigo, que irresponsable he sido! …Avanzo a la sala y diviso a mi sobrinito que me viene a ver, tiene tan solo 4 años, le estiro los brazos y huye de mi, llorando, no me reconoce!...

Llevaba 5 dias en pieza y comienzo a sentir un dolor agudo en mi pecho, me vuelven a hacer exámenes, deciden volver a abrirme nuevamente, me llevaran a pabellón y solo pensè en llamar a mi esposa para que me acompañase.

Estoy de nuevo en la coronaria, intubado, ahora más débil que antes, mis hijos me visitan mãs a menudo, mi esposa esta flaca, pero no le decía nada y mi cuñada como siempre me canta aquella canción que me gusta tanto, solo ella me preguntaba que pensaba de todo lo ocurrido hasta ahora - cuando estemos en casa, hablaremos le decía – y después pensaba porque dejarlo para después, si solo quería gritar mi furia, y decirle que este estado me tenia atrapado, era calvario, agonizaba de pena, por que me farriè mi bienestar, insistia en comer en exceso, trasnochaba, nunca me detuve a pensar en mi, siempre en otros, suena irònico pero deseaba humanizar la tierra, cambiar lo injusto y ahora acá prácticamente inválido, donde todos me miran con piedad, algunos rumoreaban en los turnos de noche - ese paciente esta grave y ese era yo...Me desquitaba con mi esposa cuando me venia a ver, la responsabilizaba de que me tuvieran atado de manos, ella con su dulce voz solo me decia te quiero.

Una tarde lo recuerdo bien, mi hijo me afeito y rezamos, estaba débil lo admito, e incluso me pillé hablando como en otras lenguas, deseaba llorar, acaso de aquí no saldré? ... Todo estaba tranquilo me parecia que era de noche, solo se sentía el ruido de los ventiladores mecánicos, despierto aun observo en mis sábanas! Sangre! Fluia como un torrente, grite y al segundo todo el personal estaba sobre mi, corrían, y decían “se nos va, se nos va” – ¡Hemorragia! , yo aun podía reconocer esas palabras, comencé a tiritar, pronto movieron mi cama, a prisa me llevaron por un largo pasillo, me sentía aterrado; nuevamente estaba en el quirófano, arriba mio esas luces fuertes me molestaban, los hombres de verde se acercaron con rostros pálidos y sudorosos, pero ya no se que más pasó, porque sentí mucho sueño y poco a poco mis ojos se fueron cerrando