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Habia una vez hace mucho tiempo, y hay que aceptar que esta no ha sido ni la primera ni la ultima vez, una zanahoria que se rehusaba a creer que era zanahoria.
Desde el momento en que vino al mundo, ella supo que no era una zanahoria comun y corriente; nunca entendio a las demas zanahorias ni se interesaba en los juegos mas comunes de las zanahorias pequeñas como “entierra y desentierra” o “evade al conejo”.

Cual era el proposito de estas actividades sin sentido? Por que estaba condenada a ser un tuberculo tan aburrido e insipido? Estas eran las interrogantes que nuestra amiga se hacia cada dia, sin encontrarles respuesta alguna.

Ahora bien, las zanahorias no creen en titulos banales de esos que nos gustan tanto a los seres humanos, asi que ni siquiera se molestan en adjudicarse nombres propios. Sin embargo, nuestra protagonista no era una zanahoria comun y corriente, y ella lo sabia, por lo cual desde muy pequeña insistio en que le llamaran “Nina”.

Nina vivia en una huerta, de alguna granja, en algun rincon de nuestro pequeño planeta y tenia un solo amigo en el mundo: “Horacio”, un rabano azul que tenia grandes dificultades en aceptar el hecho que muy probablemente terminaria siendo parte de una ensalada, y lo que es peor, ni siquiera seria el ingrediente principal; y lo que es todavia peor, a mucha gente no le gusta el rabano, asi que quizas terminaria siendo ignorado a un lado del plato y, consecuentemente, en el basurero.

Para los incredulos que estan leyendo esto solo se les dira una cosa: Nunca subestimen la capacidad de filosofia existencial de los vegetales.

La vida de Nina y Horacio pasaba tranquila y aburridamente en la huerta, de vez en cuando escuchaban la noticia de alguna cebolla rebelde que trato de escapar pero que luego fue encontrada aplastada por una carreta en el camino, o de alguna mazorca subversiva que en un intento de derrocar al espantapajaros fue traicionada y condenada a ser curtida y enlatada para su posterior venta en un supermercado (el peor destino para cualquier vegetal con dignidad).
Pero adonde pretendian ir estos vegetales idealistas? Existia en realidad otra opcion aparte de terminar eventual e inevitablemente en el plato de algun ser humano mal agradecido? Eran ciertas las leyendas de un pais habitado en su totalidad por plantas, frutas y verduras viviendo en armonia sin el temor latente de las mandibulas de algun animal hambriento? Nina creia fervientemente que si existia este lugar.

Horacio se fue primero. Llego el dia de vender la cosecha de rabanos y la ultima vez que Nina vio a Horacio fue cuando lo subian a una carreta adentro de un costal con sus hermanos rumbo al mercado local.
-“No te preocupes Nina! No sere ensalada, llegare a la tierra prometida y te encontrare alli! Libertad, libertad a los tuberculos!”- esas fueron sus ultimas palabras.

Despues de la partida de su unico amigo, Nina pasaba sus dias esperando el momento en que ella seria empacada y llevada al mercado. Tal vez pasaria unos dias alli junto con otros vegetales sentenciados, peo sabia que inevitablemente llegaria el dia en que alguien se la llevara con la intencion de convertirla en ingrediente para una sopa, un estofado o un emparedado. Con suerte la ocuparian para hacer un pastel de zanahoria, donde por lo menos tendria mas credito y protagonismo.

Y en efecto, asi como suele suceder con las cosas que uno no quiere que sucedan pero terminan sucediendo porque en la vida sucede lo que tiene que suceder, llego el dia esperado.
Adentro de un costal sobre una carreta y con rumbo hacia el mercado, Nina escuchaba a las demas zanahorias:

- “Pues yo espero ser cocida y servida en un restaurante de alta categoria”- decia una de ellas.
- “A mi no me importa adonde me sirvan, pero me han dicho que no hay nada mejor que acompañar a un buen plato de carne guisada.”- dijo otra.
- “Yo quiero ser rallada y servida con limon y sal!”- decian las zanahorias mas jovenes.

Nina escuchaba estas conversaciones con cierto desprecio y no lograba entender el conformismo y la falta de ambicion de sus parientes.
De pronto una de las zanahorias mas maduras y respetadas de la huerta le hablo:

- “Nina”- le dijo.

Nina presto atencion inmediatamente ya que a pesar de sus esfuerzos por que la llamaran de esa forma, siempre habia sido motivo de burlas de sus parientes y era la primera vez que alguien se dirijia a ella de esa forma.

- “Todos los seres vivientes de esta tierra estamos conectados”- le dijo. – “Nuestra vida es la misma vida de todos los demas, somos parte escencial de un sistema que trabaja a la perfeccion. Somos el alimento, la energia que mueve al planeta entero. Cuando entregamos nuestra vida, esta jamas se desperdicia; se convierte en energia que a la vez genera mas vida formando parte de un ciclo infinito y universal. Este es el universo, este es el planeta tierra, y nuestra labor en el es vital e imprescindible.”

Al escuchar esto, Nina sintio como levantaban el costal y vaciaban a todas las zanahorias en diferentes canastos. Nunca volvio a ver a ninguno de sus parientes, ni a Horacio. Pero habia algo que habia cambiado en Nina, por primera vez se sintio en realidad, pues, como una zanahoria. Esto estaba bien.


*********

-“Feliz cumpleaños Amandita!!!” – Se escucharon los aplausos.

-“Bravo!!! Pastel de zanahoria, mi favorito!!!”

FIN

Texto agregado el 02-09-2009, y leído por 197 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-09-2009 El cuento es muy garcioso pero me gusto. A veces nos sentimos diferentes,( como nina), pero siempre encontramos a alguien o algo que nos hace cambiar de opinion o simplemente sentirnos bien o parte de la sociedad o tal vez una zanahoria... ajaja bessos chofa95
02-09-2009 1* Oil
 
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