Titubeante emerge con nostalgia una voz que remienda sus cuerdas. Son lamentos inevitables, es la fiebre que se cuela con su calor y su sed. Nadie escucha, es muda es todo un silencio agudo disparador de olvidos. Miedo irracional y torpe, su lengua agazapada traba el paladar y el grito muere. Sin aliento se duermen, la memoria se vulcaniza y arde como bengalas de despedida. MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.
Texto agregado el 01-09-2009, y leído por 449 visitantes. (8 votos)