Esta es la historia de una extraña mujer de rasgos fuertes y amachados que llego al barrio nuevo.
Ojos llenos de ira, su cabello era largo pero descuidado, con pelos en la cara y en las axilas, un olor a cebolla muy fuerte, que se desprendía de su cuerpo robusto y poco agraciado.
Pero eso si no tenía pelos en la lengua para meterse en la vida de sus vecinos.
Aquella perversa mujer, estaba arrejuntada con un hombre más joven que ella como 15 años, los colindantes comentaban que era muy extraño, que un señor más joven estuviese al lado de un ser tan destemplado como lo era ella, pero igual de lengüilargo, si él, se pusiera falda serian dos viejas chismosas jajajajajajaja…. Tal para cual, y eso que según las estadísticas las mujeres vamos ganando en este, pero ya no creo tanto en eso porque a los hombres también les gusta ser rápidos con la lengua.
Otros vecinos decían, que era pura juaga dura de calzón lo que le había dado para retenerlo.
Tenían una venta de verduras y artículos para el hogar, y tal vez otros negocios de dudosa procedencia.
Al lado derecho de la tienda, vivía un prestigioso personaje de la vida pública quien tenía que sufrir las injurias de este par.
Un día el muchacho tocaba la guitarra tranquilamente en su casa y don Liborio llamo la policía pensando que se lo llevarían al calabozo para castigarlo, pero le salió el tiro por la culata, por que el tocaba bajo los decibeles a que tienen derecho los habitantes bogotanos.
Cuando la policía llegó, a interrogar al músico, después de haber investigado bien si lo que decía el hablador era cierto, comprobaron que Torres no violaba la norma y a demás que era muy amable, así que el sargento se fue.
Liborio y Saturnina quedaron viendo un polvero, más enfurecidos se pusieron.
Y como venganza, le subieron al volumen del radio su automóvil con una música de cantina espantosa, sin caer en cuenta que lo tenían en la calle y que pasaban los decibeles permitidos por la ley.
Además en la casa vecina había una persona delicada de salud y este sonido la perturbaba. Dicha señora, llamo la policía y cuando vieron pasar la primera moto, apagaron el radio de inmediato.
Pero la boca no la cerrarán jamás.
Al otro lado vivía, una familia de clase media alta, muy queridos, y tenían un hijo menor, su nombre Freddy había nacido el viernes trece de octubre y no era exactamente el de la película de terror.
Chico rockero, vestido de negro, mirada perdida, pero eso si no se metía con nadie.
A él también le levanto falsos testimonios, pero Freddy enfurecido, se fue hasta la tienda le arranco algunos bigotes, a la vieja y salió insultándola.
Y le advirtió que si se metía con él o con alguien más la demandaba por calumnia, la vieja quedó tirada en los bultos de papa
Pero esta mujer mezquina, quedó embarazada y bastante entrada en años, tuvo una niña, a quien trataba como se le daba la gana.
Y un amamantaba la pequeña, cuando se volvió a preñar, lo raro era que nadie veía al bebe, pues la grotesca arpía, lo escondía el niño tenía Síndrome de Down; se escuchaba su llanto a lo lejos, como gatito cuando tiene hambre, pero doña pelos no lo sacaba, se avergonzaba de él.
Muchas veces entraban a su negocio, mujeres con niños pequeños y la horrible Saturnina decía entre los dientes, ¡Que niño tan feo seguro es del lechero!
Pero lo grave de todo esto, no es la señora pelos, es que hablaba del prójimo haciendo daño a diestra y siniestra, sin importarle nada.
Y no veía que en su casa había de verdad alguien que la necesitaba.
Ese bebe no quería ser escondido, merecía ser incluido, tenía el derecho a estar en sociedad, ella temía que la gente, de la que hablaba tomaría represarías con ella o su bebe.
Moraleja del cuento el que escupe para arriba en la cabeza le cae ya sabes que…
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