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Inicio / Cuenteros Locales / Jeve_et_Ruma / La biblioteca de los secretos

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(Esperemos que esta vez el texto suba completo)




No son pocos los que afirman que en el paseo del silencio existe la biblioteca de los secretos. Allí se acumulan volúmenes de todo tipo conteniendo desde simples corrillos hasta los más extraños interrogantes. Cuando uno de ellos es revelado, el libro se destruye y automáticamente se lo borra de la lista de consultas.
Las descripciones del suntuoso edificio cobran distinto aire según quiénes las relaten, algunos sostienen que la biblioteca se divide en tres pisos: el primero está ocupado por volúmenes conteniendo secretos a voces (nunca confirmados), el segundo nivel es para los que corresponden a cuestiones políticas, religiosas y sociales. Finalmente, en el último están los chismorreos, todos de una u otra manera tenemos secretos que convidamos con alguien más.
El mito popular afirma que en los recovecos de la biblioteca habitan los mujaidines, guardianes del lugar, feroces hombres de cejas tupidas y altura desmesurada, vestidos únicamente con turbantes rojos, portando una cimitarra donde está labrada la leyenda “calla, no lo dirás” y dispuestos a quitar la vida de aquel que se atreva a leer cualquier secreto. Los mencionados asesinos se mueven silenciosos, precisos, el ignoto visitante no puede advertir la suerte a correr. Por este motivo se cuenta que si uno entra allí jamás sale, indefectiblemente es ajusticiado.
Pero el mayor secreto –y verdadero- es la ubicación del paseo del silencio; considerable cantidad de barrios han asumido contarlo entre sus calles, aunque si datos fidedignos que ratifiquen tal aseveración.

En Mataderos, donde vivía Esteban, la Sociedad de Fomento “Sudor y Progreso”, debió realizar una serie de mejoras en su estructura, comenzando por los cimientos. Allí se encontró un extraño mapa. Al verlo, el presidente de la Comisión Directiva no dudó, era el que los llevaría hasta la biblioteca, Mataderos saltaría a la fama, sin mediar escalón se ubicaría entre las más prestigiosas ciudades del mundo! Conminó al resto de los integrantes: deberían votar “unánimemente” a favor de una seductora campaña que lanzó muy poco tiempo después: encontrar el paseo y la misteriosa biblioteca. Quien fuera capaz de hallarlos, se alzaría con un sueldo vitalicio provisto por los aportes de las cuotas sociales. Aunque no fuera demasiado, Esteban, cuya mayor ambición se limitaba al ocio, encontró en esta propuesta la forma más fácil de continuar haciendo lo que adoraba: nada. Se levantó bien temprano y rumbeó hacia “Sudor y Progreso” creyendo que encontraría una fila interminable de aspirantes pero sucedió todo lo contrario, fue el único en presentarse. La secretaria tomó sus datos, extendió un documento donde constaba el auspicio total de la Comisión Directiva, adjuntó fotocopia del mapa y le entregó el conjunto con un insulso apretón de manos a la vez que balbuceaba indiferente “mucha suerte”.
Esteban convocó a sus dos socías, Gerardo y Roberto, los tres estuvieron de acuerdo en acompañarlo y en un bodegón festejaron hasta la madrugada el nuevo emprendimiento. Se emborracharon tanto que hasta hacían bromas sobre cómo derribar Mujaidines. Embriagados también de euforia, no dudaron en comparar su emprendimiento con el de aquellos argonautas en busca del vellocino de oro. A las cinco de la mañana, una vez que pudieron mirar el mapa al derecho, emprendieron viaje. Les llevó tiempo encontrar el camino, mitad por el alcohol que los inhabilitaba y mitad porque interpretar los signos del mapa era complejo.
La mezcla calor, nervios y otras yerbas (sobre todo esto último), los hizo confundir a la mujer policía con una sirena que quería atraparlos para llevarlos a tierras lejanas. Mayor error fue el de interpretar al semáforo como un oráculo que, según el color en cuestión, los ayudaría en su odisea, estuvieron parados una hora treinta frente al mismo esperando que la luz se volviera violeta. Finalmente, el cruce de la calzada fue normal. Según afirmaron, el sol todavía estaba en lo alto cuando pudieron traspasar las puertas que separaban al resto del mundo de la extraña biblioteca. Una vez allí, fue tanta la cantidad de salas, que luego de llegar al tercer piso y ver otra vez abarrotadas estanterías, ya aburridos –la lectura nunca había sido su fuerte- se alzaron con un tomo de lo que les pareció más sencillo para acarrear, ya que los libros se veían exageradamente grandes.

Casi sobrios volvieron al barrio, siendo recibidos por una multitud “ávida de conocimiento” (los más criteriosos le llamaban chisme), incluido el presidente de “Sudor y Progreso”, quien no soportaba la ansiedad pensando en su futura gloria, nadie hasta ese momento había logrado regresar con algo que acreditara la existencia de dicha biblioteca.
Aturdido quedó el gran comité de bienvenida con los datos que guardaba el volumen; jamás se divulgaron fuera del barrio de Mataderos.
Después de aquel bochornoso episodio, El trío fue confinado a trabajar las veinticuatro horas en la biblioteca (donde quiera que estuviese, tampoco era cuestión de ahondar en más detalles), sabiéndose siempre vigilados por empleados de la empresa recolectora de residuos que, disfrazados de mujaidines, aprovechaban el grotesco trabajo en sus horas libres.

Cabe destacar que en cada barrio, justo en la esquina del paseo del silencio existe una biblioteca de los secretos abierta al público y gratuita a la que, por razones obvias, pocos acuden y si lo hacen, no hay datos que dejen constancia de sus egresos.


Texto agregado el 30-08-2009, y leído por 437 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
06-10-2009 Creatividad e ingenio en esta narrativa. Me gustó mucho. Sofiama
03-10-2009 E X C E L E N T E!!!!! mbo
09-09-2009 Por vivir cerca del barrio de Mataderos conocía de la existencia de esa biblioteca, pero para evitar cualquier tropelía decidí guardar el secreto...¡¡¡Excelente narración atractiva e ingeniosa!!! Mis estrellas para ambos. almalen2005
09-09-2009 Creo que esta biblioteca -como todas en la actualidad-, se halla en decadencia; nadie acude a abrevar en su sabiduría y su fin se halla próximo: muerte por abandono. En especial el tercer piso, aquel de los chismes, desactualizados a cada momento por el devenir de una sociedad en permanente evolución (?). El cuento es bueno y recuerda a la otra biblioteca, la borgiana de Babel, por su caprichoso formato organizativo. Mis estrellas para vosotros, amigos. Salú. leobrizuela
07-09-2009 Yo no quiero un turbante rojo, si no me dan otra cosa para vestir, porque me da frío en esa bibliotecota! En serio, el relato tiene sin duda calidad y oficio lo que propicia una lectura agradable. Felicidades y saludos marxtuein
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