Hay un lugar recóndito y escondido al Norte de mis ojos.
En ese lugar donde te guardo, habitas soberana e intemporal, sin intermedios y al tiempo,
con otros recuerdos que no he vivido pero que se conjugan con tu nombre.
En ese lugar, es donde te amo.
Allí, donde los mares se llenan de negras cruces lejanas de viajeros barcos con rutas desconocidas, mientras el Sol se duerme, perezoso, mirando al Oeste y se deja arrullar por una luna creciente, plateada y despierta, que adorna el cielo con su nocturna y perfecta sonrisa.
Luna, que se refleja en el agua de esos mares, techo de palacios veraniegos siempre, poblados de infinitos jardines coralinos que, movidos por las brisas internas de las corrientes, son cada vez de un color nuevo en este arco iris inventado y submarino.
Y en sus movimientos, solo saben imitar tu figura.
En ese lugar, es donde te amo.
Allí, en las largas praderas de nubes blancas y negras que, al atardecer, se dan la mano
y se reúnen para esconderse alrededor de las montañas más altas y así, poder hablar de nosotros en secreto. Pero que ya es un secreto a voces, porque un viento descuidado se lo contó a un eco envidioso, que a su vez, repitió tu nombre infinitas veces a cada tallo de hierba, a cada hoja, a cada flor de nuestro mundo y, ahora, amarillean de celos
por cada Otoño que sumamos.
En ese lugar, es donde te amo.
Allí, donde las estrellas más grandes son siempre tus ojos y no hay principio ni fin de nuestro tiempo. Donde los anillos inmensos de los planetas son nuestras alianzas y las eternas fugaces, nuestras promesas. En ese sitio de penumbra universal del color de tus iris y que lo rodea todo es donde, con miles de pequeñas estrellas recién nacidas, dibujo con mis propias manos la diadema que te corona y te hace reina absoluta de mis pensamientos.
En ese lugar, es donde te amo.
Hay un lugar recóndito y escondido al Sur de mis ojos.
Es una pequeña parte de mí y que cabe en tus manos. Que acaricias con tus palabras
y se acelera de ilusión desbocada por verte. En ese músculo, se guardan todas las esperanzas por cumplir y no se pierde nunca la memoria de tu esencia;
Se despierta y se duerme día a día con tu rostro grabado y donde tu nombre,
es latido…
En ese lugar,
es donde te amo.
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