El reloj cada vez suma más horas, y minutos,
y segundos
y me sigo preguntando si seré yo, aquel funesto estereotipo, del buen alumno, del ejemplo, de la mal llamada brillantez, que a punto de terminar sus estudios renuncia a tal estúpido orgullo, para ser, a fin de cuentas, un roedor literario, un drogadicto practicante, un ciudadano (eso si, observante).
Me pregunto cuando irá a terminar esta realidad casi kafkiana, el vaivén de este estúpido péndulo, entre la casi cordura, y la caida libre a la desesperación.
Esto es como en 12 monos, cuando bruce willis al final de la pelicula, se daba cuenta que después de todo el romance entre la realidad y la locura, no habia nada más real que el deja vú, nada más real que la historia destinada a repetirse una, y otra y otra y otra vez.
Me pregunto si la vida tiene realmente algún sentido, quizás para resolver eso y poder ver la vida en perspectiva haya que dar el paso hacia la novida, lastima que a algunos nos falta aquella dosis de valentía para dar el paso voluntariamente, aunque nos aferremos a la esperanza de que la muerte pase a saludar derrepente, sin tener que efectuar tanto rito de invocación.
Ahí tienen poesía,
babosos
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